El día que Horacio Rodríguez Larreta se plantó

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El escenario de polarización entre el oficialismo y la oposición previsto para las elecciones presidenciales del 2023 se adelantó un año.

En varias oportunidades para describir distintos episodios de

El escenario de polarización entre el oficialismo y la oposición previsto para las elecciones presidenciales del 2023 se adelantó un año.

En varias oportunidades para describir distintos episodios de

tensión entre la Ciudad y la Nación, se dijo que Horacio Rodríguez Larreta se había recibido de candidato presidencial o que había hecho su lanzamiento a la Casa Rosada. Pero en los hechos, nunca el nivel de confrontación entre el Presidente y el Jefe de gobierno porteño había llegado tan lejos.

En efecto, el sector más duro de Juntos por el Cambio cuestionaba en forma recurrente la "tibieza" del alcalde porteño en su posición frente al Gobierno kirchnerista.

El abrupto desenlace de una relación política que en sus comienzos entusiasmó a quienes transitan "la ancha avenida del medio" -lejos del ultra kirchnerismo y del antikirchnerismo- pero que luego se fue desdibujando, ocurrió en cuestión de días.

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Fue a partir de que Alberto Fernández confesara que no había consultado a Rodríguez Larreta -sí al gobernador Axel Kicillof- para definir la suspensión de las clases presenciales y más restricciones por los contagios. Larreta recogió el guante, y lo cruzó:"Se rompió una forma de trabajo, es inentendible que el Presidente no dialogue". Y desafío al mandatario a reunirse cara a cara.

Un día después, el jueves, en ocasión de la reunión entre ambos en Olivos, cuando el encuentro no había terminado, el Presidente ya había dispuesto una conferencia de prensa para él sólo. Sabía de antemano que no cedería un ápice a los planteos del dirigente del PRO. Ni Kicillof ni Cristina lo permitirían. Dijo que su ex "amigo" había sido "injusto", "ingrato" y que había dichos "mentiras". Larreta no se quedó atrás y, por segunda vez y segundo día, volvió a cruzarlo en otra conferencia. Y allí dejó en claro que haría "todo lo posible" para que este lunes hubiera clases. Y lo consiguió.

"La Justicia decidió que en la Ciudad, en el marco de la autonomía, se mantenga la presencialidad de las clases", afirmó el jefe de gobierno porteño en la noche del domingo. En la tercera conferencia e prensa en cuatro días. Lo que marca la intensidad de la disputa.

Horacio Rodriguez Larreta en una de las tres conferencias de prensa de los últimos cuatro días. Foto Maxi Failla

Horacio Rodriguez Larreta en una de las tres conferencias de prensa de los últimos cuatro días. Foto Maxi Failla

El gobierno porteño esperaba para este fin de semana y en tiempo récord el fallo de la Cámara de Apelaciones porteña habilitando las clases presenciales. A esa decisión judicial se aferraría Larreta como justificación jurídica. En los papeles, había sido una movida política al mejor estilo peronista.

Esto significa ni más ni menos que la disputa política quedó enfocada en Alberto Fernández vs Horacio Rodríguez Larreta. Pero no hay que olvidar que detrás de ellos, están Cristina Kirchner y Mauricio Macri.

En cambio la Justicia, en especial la Corte Suprema, está sentada en la primera fila, dispuesta a convertirse en el árbitro de una disputa por miles de millones de pesos pero, en esencia, política. El Tribunal aún debe resolver sobre el recorte de fondos que la Nación decidió sobre la Ciudad.

Con el episodio de hoy, se extingue una etapa.

Apenas dos días después de aquél 10 de diciembre de 2019 de la asunción de Alberto Fernández en la Presidencia, su vice, Cristina Kirchner, iniciaba la ofensiva contra quien consideraba "el enemigo a vencer".

Con la frase "en Capital hasta los helechos tienen luz y agua", Cristina dejaba en claro que entre los objetivos de La Cámpora y del Gobierno debía estar el de desgastar a quien se perfila como el principal competidor en 2023. Y así fue.

La foto entre Fernández y Larreta provocó ira en el Instituto Patria. Pero luego vendría la corrección. En plena pandemia y comunicándoselo cinco minutos a través del ahijado político de Cristina, Eduardo Wado de Pedro, el gobierno le comunicó al jefe de gobierno porteño la primera quita de los fondos coparticipables. Luego vendría una segunda, cuando aprobó la ley que establecía una suma fija de la Nación para que la Ciudad sustente la Seguridad porteña. En total, $65 mil millones anuales.

La relación de "amigo" que el Presidente ostentaba con "Horacio" se deterioró. Nunca volvió a ser la misma. Larreta ya no concurriría asiduamente a la Casa Rosada para intercambiar gestos y sonrisas con Wado de Pedro o Martín Guzmán. Enviaba a sus colaboradores y asistía a las pocas invitaciones que le extendía Presidencia para estrictas reuniones de trabajo con Alberto. Nada más.

Las restricciones, las críticas permanentes a la gestión porteña que emanan de Kicillof, Daniel Gollán y compañía, las clases presenciales, actuaron como detonante de un vínculo tan sólo sostenido por la necesidad de ambas jurisdicciones de interactuar.

Ante el hecho consumado, es probable que el de Larreta con Alberto haya sido uno de los pocos puentes que quedaban para acordar algo, entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio.

¿Comienza hoy una serie de conflictos jurisdiccionales entre la Nación y la Ciudad? Depende. Si a Cristina Kirchner le sirve iniciar una batalla política contra Larreta, lo hará sin dudarlo. Pero si por el contrario se repite "el efecto Daniel Scioli" -cada vez que el kirchnerismo embestía al ex gobernador bonaerense, éste crecía en su imagen-, el kirchnerismo deberá rediseñar su estrategia. Aunque no suele contar con muchos recursos, fuera de la confrontación.