Clases presenciales: a los chicos no podemos transmitirles ni una mínima estabilidad

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El video del humorista Walli Iturriaga se viralizó en los grupos de WhatsApp de madres y también de padres. Su personaje de Jenny le saca y le pone 50 veces la

remera del colegio a su hijo, al ritmo de las declaraciones de Alberto Fernández y Horacio Rodríguez Larreta sobre las clases presenciales.

Sería cómico, si no fuera triste.

Este martes por la noche, lo que se viralizó en los grupos de WhatsApp de madres y también de padres es otra vez la misma pregunta: “¿Tienen clases mañana?”.

Como el jueves pasado hubo llantos en muchas casas del AMBA, hoy el sentimiento de los y las estudiantes era el enojo. ¿Cómo se le explica a un chico que no, que sí, que no, que hasta que resuelva la Corte?

Tengo suerte y mi hija adolescente esta estudiando en Educación Cívica y Ciudadana los tres poderes. Las atribuciones que el Poder Legislativo no puede delegar al Ejecutivo. Las instancias del juicio político. La independencia de la Justicia. Me es más fácil que entienda este desaguisado y hasta quizás reforzamos conceptos para la materia en cuestión gracias al Fuero Contencioso Administrativo.

Hace sólo dos días, en una nota en Clarín, expertos de la talla de la representante local de Unicef advertían que los chicos están sufriendo de agotamiento adaptativo. Los adultos creemos erróneamente que los chicos son de plastilina. Pues bien: la plastilina se adapta, y se adapta, hasta que llega un momento en que se seca.

La evidencia científica –aportada por muchas fuentes, una de ellas, de nuevo, la respetada agencia de la infancia de Naciones Unidas-- muestra que la escuela no es un lugar de mayor riesgo de contagio.

Pero más allá del punto presencialidad/virtualidad en este contexto de suba de contagios, que como demuestra una encuesta que acaba de hacer la UBA es otra grieta en nuestra sociedad con posiciones divididas casi equitativamente, lo mínimo que merecen nuestros hijos es un salvavidas en este océano.

En un contexto de incertidumbre global absoluta, pareciera que en Argentina nos empeñamos en hacer todo más difícil.

Ya bastante tienen niños, niñas y adolescentes con lidiar desde hace más de un año con una pandemia inédita y, vuelvo a citar a Unicef, sin tener, en especial en el caso de los más pequeños, “la madurez suficiente que tenemos los adultos para entender los aspectos biológicos, sociales y económicos” de una pandemia.

Aquí no podemos transmitirles ni siquiera una mínima estabilidad: saber un día cualquiera a las ocho de la noche si tienen que preparar la mochila para la mañana siguiente.