Guernica, seis meses después: jinetes armados y desalojados sin solución

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Solo queda un poste. Pasaron seis meses del desalojo y la mujer de pelo corto recorre lo que fue su casilla. Mira a los costados a cada rato con miedo de

que se acerquen los jinetes que custodian el predio. Dice que son los mismos que echaron en enero a dos personas que intentaron reingresar y también los que mantuvieron una batalla campal a fines de julio, cuando la toma de Guernica recién nacía. “Tienen escopetas, hay que irnos rápido”, pide.

Estela Villalba (55) creció a metros del predio de 100 hectáreas que tuvo en vilo al Gobierno durante más de tres meses. A simple vista, no hay rastros de las casas incendiadas en la madrugada del 29 de octubre de 2020, pero a lo lejos se ven unas personas a caballo y algunas vacas.

“Estos campos están en desuso desde que tengo memoria, eran como el fondo de la casa de mi mamá”, sigue la mujer, mientras esquiva el barro. Recuerda que sus hermanos andaban a caballo, mientras ella se encargaba de las gallinas y los chanchos. En la familia –su mamá había tenido 14 hijos- todos tenían que aportar, así que comenzó a trabajar como vendedora ambulante con un carrito de madera.

Con los años, tuvo hijos, parejas, pérdidas; una vida entera viviendo de casa en casa. Dice que le hubiera gustado tener un trabajo mejor para alquilar o comprarse algún lugar. “Pero qué iba a conseguir. Yo no tengo estudios. No sé leer y escribir, sólo sé poner mi nombre y mi apellido”.

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En julio de 2020, llevaba un tiempo viviendo “de prestado” en lo de unos familiares. No había suficiente espacio y sentía que “molestaba”. Por eso, cuando vio que comenzaba la toma de tierras pensó que esa era la oportunidad de tener “lo único” que siempre había querido: “Un terreno propio”.

Madrugada de disparos y fuego

No había amanecido todavía el 29 de octubre, un día antes que venciera la orden judicial de desalojo, cuando la toma se convirtió en un estruendo de disparos y fuego. Un operativo de 4 mil policías bonaerenses ingresó al barrio desde los dos extremos para expulsar a los ocupantes. En las fotos se pueden ver decenas de casillas ardiendo y a efectivos lanzando gases lacrimógenos adentro del predio.

“Llegó la policía y quemó las casillas. Yo pensé que había vuelto al tiempo de los militares. Venir así, de madrugada y empezar a quemar, a pegarle a la gente”, recuerda Estela, que se quedó sin nada.

El desalojo en imágenes

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