Ultimátum europeo a Brasil para salvar el acuerdo comercial entre el Mercosur y Europa

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La Comisión Europea intenta mantener vivo un acuerdo moribundo y que poco a poco se ha ido complicando en Europa hasta convertirlo en una quimera.

Las dudas

La Comisión Europea intenta mantener vivo un acuerdo moribundo y que poco a poco se ha ido complicando en Europa hasta convertirlo en una quimera.

Las dudas

de muchos países europeos por la competencia del agro de Mercosur (Francia, Bélgica, Irlanda, Polonia) se unen a las dudas de muchos otros países por la deforestación de la Amazonia contra la que no parece hacer nada el gobierno de Jair Bolsonaro, un presidente que desde Europa se ve como un ultraderechista tóxico (cuya gestión de la pandemia lo hace aún más infrecuentable) con el ningún dirigente quiere hacerse la foto de una firma.

Bruselas no cede, porque sabe que es un acuerdo estratégico para que Europa no pierda más pie en América Latina frente al avance de China y porque varios países europeos –con Portugal, España e Italia al frente- se mueven para que la Comisión haga todo lo posible para salvar el acuerdo, a pesar de que el Parlamento Europeo ya votó el año pasado una resolución en la que advertía de que en el estado actual de las cosas –mirando sobre todo a Brasil y a la Amazonia- no habría ratificación.

La última idea de la Comisión es lanzar un ultimátum a los países del Mercosur, aunque en realidad va dirigido a Brasil. Bruselas quiere que los cuatro miembros del Mercosur se comprometan por escrito, en un anexo al acuerdo, a reforzar sus políticas de protección medioambiental y a frenar en todo lo posible la deforestación.

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Los incendios en la Amazonía, una de las críticas a Bolsonaro. Foto EFE

Los incendios en la Amazonía, una de las críticas a Bolsonaro. Foto EFE

Y quiere esa firma antes de finales de este año. Sin eso no pondrá el acuerdo a votación a los Estados miembros de la Unión Europea. Ese anexo incluiría una cláusula de suspensión. Si un país del Mercosur dejara de cumplir esas obligaciones se suspendería la aplicación del acuerdo comercial.

El comisario europeo de Comercio, Valdis Dombrovskis, el hombre que debía llevar el palo del control del déficit público en Europa hasta que la pandemia hizo que nadie se acordara del déficit y que el amigo Valdis se quedara sin función, así que le dieron el Comercio que abandonó por dimisión el irlandés Hogan, dijo la semana pasada en una conferencia: “La Unión Europea dejó claro que necesitaremos un compromiso significativo de Mercosur en estos asuntos para proceder con la ratificación”.

Brasilia en la mira

Dombrovskis también dijo que ese anexo debería incluir herramientas de control y de monitoreo para que Europa esté segura de que Brasil cumple sus compromisos. Unas herramientas que deben ser más eficientes que las actuales porque la Comisión Europea lleva más de un año intentando que Polonia deje de cortar un bosque centenario sin lograrlo.

Ese anexo sería condición indispensable pero no suficiente porque tras las quejas oficiales por la deforestación del Mercosur muchos gobiernos europeos esconden en realidad el miedo a la competencia del agro. Y el calendario electoral complica aún más la situación.

Los franceses votan dentro exactamente de un año y, para complicarlo todo un poco más, los alemanes irán a las urnas y los sondeos dan que los ecologistas podrían ser la primera o la segunda fuerza política, entrarían salvo hecatombe en el gobierno y harían que Alemania no apruebe el acuerdo. Sin el visto bueno alemán y francés es política y legalmente imposible que Europa ratifique un texto que nunca se firmó.

Si los gobiernos de Mercosur se avinieran a firmar ese anexo y sus compromisos y la Comisión Europea se atreviera a ponerle a votación en Bruselas calculan que se podría ratificar en el primer trimestre de 2022. Francia presionará para que sea más adelante.

Los ecologistas alemanes para que no sea nunca. Y países como Bélgica, Irlanda, Polonia o Austria se esconderán tras ellos. Una fuente comunitaria contaba esta semana a Clarín: “La ventana se cerró y no se abrirá hasta que pasen las elecciones en Alemania, Francia y Brasil. El semestre más probable sería el segundo de 2023, con España en la presidencia de la Unión Europea y empujando por sus prioridades en el Mediterráneo y América Latina, un gobierno asentado en Alemania y Macron -o quien sea- con tiempo por delante”.

El acuerdo se empezó a negociar en una cumbre entre el Mercosur y la Unión Europea celebrada en Río de Janeiro en 1999. Cuando Carlos Menem, José María Aznar, Fernando Henrique Cardoso, Jacques Chirac, Eduardo Frei (Chile negociaba junto al Mercosur aunque luego negoció por su cuenta y firmó su propio acuerdo), Gerhard Schroeder o Julio María Sanguinetti. Finales de los 90 del siglo pasado, cuando el libre comercio se abría paso con fuerza tras el fin de la Guerra Fría y la eminente entrada de China en la OMC en 2001. Otra época.

PB