La conmovedora historia de Siro Rosane, la joven promesa de San Lorenzo: "Mi abuelo hace de mamá y papá"

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Siro habla de su abuelo y en su boca sólo habitan palabras de elogios y agradecimientos. "Gracias a Dios lo tengo a él", dice este chico de 20 años que tras diez apariciones

(cuatro como titular) empieza a destacarse en el círculo central de San Lorenzo con un estilo elegante que le devuelve a la memoria de los hinchas nostálgicos algunas pinceladas del Conde Galetto.

Carlos Rosane -un exjugador de Belgrano y a su vez hermano del recordado Nelson El Pampa Rosane, exdefensor de Nueva Chicago y del Pirata- debió hacerse cargo de la crianza de sus tres nietos cuando su hija Paola Carolina perdió la vida en un accidente automovilístico en 2013 y su pareja optó por no hacerse cargo de los chicos.

"Mi abuelo hace de mamá y de papá. Estuvo siempre cuando lo necesitamos, fue un pilar muy grande. Cuando yo vivía allá, él hacía todo: cocinaba, lavaba la ropa, planchaba, nos llevaba al colegio y a entrenar. Para mí y para mis hermanos fue fundamental. No sé dónde estaríamos hoy sin él. También está mi tía Josefina que nos ayudó un montón. Todos aportaron un poco para que nosotros estemos bien", le cuenta a Clarín el ahora volante central que nació en Río Cuarto, se inició en Estudiantes de esa localidad cordobesa como enganche y llegó al Ciclón en 2017 tras una prueba comandada por Hugo Tocalli.

Siro Rosane perdió a su mamá en 2013 y su padre lo abandonó junto a sus hermanos. Los crió su abuelo, Carlos Foto: Prensa San Lorenzo

Siro Rosane perdió a su mamá en 2013 y su padre lo abandonó junto a sus hermanos. Los crió su abuelo, Carlos Foto: Prensa San Lorenzo

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Gino, de 17, y Vito, de 14, son los hermanos de Siro que quedaron en Córdoba y que juegan en el Pincha: el primero como volante izquierdo y el chiquito como arquero. Ellos son hijos biológicos del hombre de apellido Cabral que de pronto decidió hacer de cuenta que no existían más. A pesar de que Siro nació cuando su madre era soltera, también consideraba a esta persona como su papá, pero ahora eligió portar únicamente el apellido de su mamá y, claro, de su abuelo que le heredó el amor por el fútbol.

-¿Qué te dice Carlos cuando hablan por teléfono?

-Mi abuelo es muy especial porque me dice cuándo ando bien en los partidos, pero siempre me busca algo para corregir. Cada vez que me llama es para corregirme para que el día de mañana yo pueda mejorar. Eso me sirve para darme cuenta de lo que me hace falta y ser mejor al siguiente partido.

-¿Cuál fue el último consejo que te dio?

-Todavía no hablamos del partido con Godoy Cruz, pero después de jugar con Rosario Central me dijo que tenía que pedir un poco más la pelota, que juegue más para adelante y que me sienta más confiado en lo que sé hacer. Obviamente que escucho al entrenador, pero la palabra de mi abuelo es la que más me queda, pienso mucho en lo que me dice.

-¿De tu papá nunca supiste nada más?

-Río Cuarto es chico y lo solemos ver pasar, pero él pasa de largo y no nos da bola. No hay más relación.

-¿Todavía tratás de entender porqué tomó la decisión de borrarse o ya lo asimilaste?

-La verdad es que desde el momento en que se fue no pensé en hacerme la cabeza para tratar de entender qué le habrá pasado o qué fue lo que nosotros le hicimos para que nos dejara de prestarnos atención. Siempre fui para adelante. Con lo que teníamos, con mi abuelo, mi tía y mis hermanos solamente pensamos en salir adelante y dejarlo a él con sus problemas.

"La palabra de mi abuelo es la que más me queda", dice Siro Rosane, de 20 años. Foto: EFE

"La palabra de mi abuelo es la que más me queda", dice Siro Rosane, de 20 años. Foto: EFE

-¿Y antes la relación era buena?

-Sí, totalmente normal. Era una relación familiar entre padres e hijos.

-¿Qué recuerdo tenés de tu infancia?

-Fue humilde, pero no me puedo quejar porque gracias a Dios mis viejos siempre se portaron para que nunca faltara la comida. Cuando estábamos con mi mamá y mi papá vivíamos todos juntos en la casa de mi abuelo, estábamos todos apretados y mi abuelo dormía en el piso para que nosotros pudiéramos dormir en la cama. Con el paso del tiempo nos pudimos hacer nuestra casa, era humilde pero nunca nos faltó comida.

-¿Qué cosas te pasan por la cabeza ahora que estás jugando en Primera?

-Una banda de recuerdos de cuando jugaba en Estudiantes. Iba a entrenar caminando al club. Caminaba un par de kilómetros de ida y de vuelta, cuando debuté en San Lorenzo me habló un amigo para recordarme cuando su papá me veía caminar solo con el frío que hacía volviendo del club. Me puse a pensar en todo el esfuerzo y el sacrificio que hice para lograr el objetivo de llegar y es muy satisfactorio. Jugué como ocho o diez años en Estudiantes y me quedaron un montón de amigos que me apoyan con muchos mensajes siempre. Ahora son todos de San Lorenzo, ja. Me dan confianza porque ellos me conocen y saben lo que puedo dar en una cancha.

-¿Te gusta ser el único volante de marca o preferís compartir el círculo central?

-A mí me gusta jugar solo en el medio y bancármela yo. Prefiero tener todo el espacio y no tener a alguien que me divida el campo porque me gusta agarrar la pelota. Además, puedo manejar los dos perfiles y puedo ir para los dos lados.

-¿Eso de manejar ambas piernas es algo nato o lo adquiriste?

-Eso fue gracias a mi abuelo también. Cuando era chico me veía que siempre la dominaba con la derecha y un día me dijo: “¿Y la otra para qué la tenés?”. A partir de ahí empecé a meter zurda, zurda y zurda. Y me quedó. Ahora no solamente la tengo para caminar. Soy ambidiestro, le pego con las dos piernas por igual. Eso me permite salir del mismo modo tanto para la derecha como para la izquierda. No pierdo tantos segundos para perfilarme.

-¿A quién mirás?

-Mi ídolo siempre fue Ronaldinho. Jugar como él era mi sueño, pero solamente él podía hacerlo así, ja. Yo quería hacer todas las cosas que hacía Ronaldinho. Después, cuando me pusieron de cinco miraba a Sergio Busquets. Me gusta Luka Modric, Toni Kroos… Ahora me estoy fijando mucho en Thiago Alcántara. Lo que más me gusta es la técnica. Yo no sabía marcar y lo aprendí acá en San Lorenzo. Me costaba un montón y lo fui adquiriendo. El fútbol argentino es de batalla y se necesita mucha técnica.

Rosane, un volante central de juego que quiere pisar firme en el Ciclón. Foto: Prensa San Lorenzo

Rosane, un volante central de juego que quiere pisar firme en el Ciclón. Foto: Prensa San Lorenzo

-¿Cómo fue ese aprendizaje para convertirte en un volante central?

-Apenas llegué, Tocalli le dijo al DT de la Sexta que me veía de cinco y ahí quedé. Nunca más jugué de enganche. En Quinta tuve a un entrenador que me enseñó mucho, Juan Branda. Si bien en ese momento jugaba más de interior por izquierda y no de tapón, aprendí a perfilarme para marcar, a ocupar los espacios. Un día a la semana hacíamos ese tipo de entrenamientos.

-¿Y ahora que llegaste a Primera, qué metas te ponés?

-Y… ahora viene lo más difícil que es ganarse la titularidad y mantenerme. Quiero darle muchas alegrías al hincha de San Lorenzo.

-¿De qué sueños alimentás tu día a día?

-Estamos cerca de poder clasificar en la Copa de la Liga y sería muy importante poder ganarla también. Ese sería un sueño, mi primer título. Pensando más adelante, mi sueño es poder jugar en el fútbol de Europa. Quiero llegar a ese nivel, pisar un grande europeo.

Opinión

Carlos Rosane (exjugador y abuelo de Siro): "Es un orgullo para mí"

Desde que falleció su mamá el 28 de agosto de 2013 los tuve que criar a Siro y a los hermanos, la vida nuestra fue complicada. Siro fue creciendo y sé que sufrió mucho aunque él no es de demostrar. Siempre lo llevé al fútbol, de chiquito. Siempre intenté transmitirle buenas cosas, que sea buena persona y que estudie. Le dije que el fútbol te puede dar mucho, pero te puede sacar también. Que hay que ser disciplinado siempre, como lo fue Pablito Aimar. Soy muy creyente y siempre le pido a Dios que lo proteja y que sea sano. Le va a ir bien. Le veo futuro de fútbol europeo, tiene las condiciones.

Lo conozco muy bien porque lo vi jugar desde que arrancó acá en Río Cuarto, y puedo decir que todavía tiene que jugar mejor. Tiene buena visión periférica, maneja bien los dos perfiles y tiene calidad. Es un volante creativo. El otro día le dije: “¿Por qué en cada saque lateral vos siempre te quedas con la marca? Vos sos volante y tenés que ser el receptor y, si es necesario limpiar, para el otro lado”. Me escucha siempre. Yo le digo: “Hacé algo de todo lo que te dije”, ja. Tiene que romper líneas y a veces faltarle un poco el respeto al técnico en el buen sentido para animarse a ir para adelante. Le digo que mire a Enzo Pérez. Le mando mensajes a la noche y a la mañana.

No me pierdo ningún partido. Contra Central, en una, Vecchio lo pasó y le pegué una patada a la mesa porque yo quería sacarla al lateral. Siro es un orgullo para mí, una satisfacción. Es muy maduro y una persona excelente. Estamos en contacto permanentemente y lo noto muy contento. Él siempre está pendiente de los hermanos. Estoy feliz por Siro y mis nietos.