Coronavirus: "Las restricciones son producto de la ineficaz política sanitaria", dice Roberto Debbag

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“En junio va a empezar a bajar la mortalidad diaria. Los indicios del control de la pandemia van a aparecer a fin de año. Si conseguimos vacunas, el

target="_blank" alt="coronavirus" href="https://www.clarin.com/tema/coronavirus.html" target="_blank" title="coronavirus">coronavirus va a resultarnos una historia diferente”. Roberto Debbag no es de los que dudan: o calla o afirma. Tiene años de experiencia en el Hospital Garrahan y en el pujante sector farmacéutico. Es presidente electo de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica, además de asesor de Mario Fiad, presidente de la Comisión de Salud del Senado. Clarín lo entrevistó porque es un respetado médico que se destaca por sus observaciones sólidas y una mirada crítica de la gestión de la pandemia.

-El Gobierno espera terminar de vacunar al primer gran grupo de riesgo (mayores de 60 años y personas de 18 a 59 con comorbilidades) para comienzos de junio. ¿Qué opina de esa expectativa?

-Puede ser una expectativa real. Diría que para fines de junio, siempre que se cumplan los cronogramas de entrega de vacunas; en particular, las 4 millones de dosis de AstraZeneca. Si no llegan, no se cumple. Si llegan, de todas las comunicaciones que hizo el Estado sobre la campaña de vacunación, sería la primera promesa que se cumpliría. Hablamos de esquemas con una dosis, para 13 a 14 millones de personas.

Debbag señaló una fallida estrategia diplomática para conseguir más vacunas contra el Covid. Foto Lucía Merle

Debbag señaló una fallida estrategia diplomática para conseguir más vacunas contra el Covid. Foto Lucía Merle

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-El Covid golpea sin distinguir entre el primer mundo y los países en desarrollo. ¿Cuán inevitable era esta intensa ola y en qué medida es consecuencia de la toma (y la falta) de decisiones de las autoridades?

-Hay informes de la (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) CEPAL que muestran que Latinoamérica es una de las zonas más afectadas por sus inherentes inequidades sociales, incluyendo la falta de acceso a los sistemas sanitarios y las décadas de corrupción en la región. Argentina no está exenta de esto. En los primeros seis a ocho meses, la dinámica del virus no se conocía. No había mucho para evitar. Pero desde fines del año pasado y comienzos de este, sin ninguna duda, parte del impacto de la pandemia pudo ser evitado.

-¿Qué se hizo mal?

-Las cosas hubieran sido distintas de haberse fortalecido tres patas que sostienen la mesa de control de la pandemia. La primera es la comunicación ciudadana. En Estados Unidos se analizó a los infectólogos, epidemiólogos y sociedades científicas, según su nivel de credibilidad. La persona más creíble resultó ser Anthony Fauci, médico independiente de la grieta política estadounidense. Acá hubiera sido bueno encontrar una o varias figuras alejadas de la grieta política, que pudieran ser "voceros", llevar adelante la comunicación ciudadana.

-¿La segunda pata?

-La política de testeos. No solo la cantidad de tests por día, un dato muy importante, sino la estrategia de búsqueda de personas con y sin síntomas. Eso no se hizo. Testear no es lo único, pero si hubiera habido una estrategia efectiva, se habría evitado semejante incremento de contagios y muertes.

-Pero incluso las autoridades de Salud que asumieron tras el escándalo del vacunatorio VIP minimizan la positividad, variable basada en el número de tests. ¿Por qué pasa esto?

-Es un error. Testear no es la única herramienta, pero es una herramienta central que disminuye la transmisibilidad.

-¿Pero por qué pasa?

-La estrategia de testeos es inefectiva. Se compraron millones de tests rápidos, pero no sirven para las personas con pocos o sin síntomas. No voy a hablar de política, solo de medicina, pero en Ezeiza se hacen test por antígenos y no PCR. Es un error. Las autoridades son asesoradas por un grupo de expertos, colegas de toda la vida que respeto, pero los citan a una reunión en Olivos o Casa Rosada y en una hora y media tienen que resolver temas centrales. Deberían trabajar varias horas por día y generar consensos que diariamente se plasmen en documentos públicos. No es un problema individual sino de funcionamiento. El trabajo debería ser diario, intenso y grupal.

"Los indicios de control de la pandemia van a aparecer a fin de año", estimó Debbag, reconocido infectólogo pediátrico. Foto Lucía Merle

"Los indicios de control de la pandemia van a aparecer a fin de año", estimó Debbag, reconocido infectólogo pediátrico. Foto Lucía Merle

-¿Cómo deberían ser esos grupos de trabajo?

-Organizaría cuatro grandes grupos con liderazgo y responsabilidad. No vendrían un par de horas a una reunión. Involucraría horas de esos asesores para que trabajen de día y a la noche generen comunicación ciudadana que dé un halo de credibilidad sobre las medidas y la prevención frente al virus. El segundo grupo se enfocaría en los testeos, incluyendo la búsqueda de asintomáticos. Y produciría nuevos consensos de testeo... hay que aggiornar las estrategias diseñadas hace meses. El tercer grupo, con expertise en Economía y Medicina, se enfocaría en el acceso a las vacunas. Harían todos los llamados necesarios para generar nuevos acuerdos. El cuarto mediría la eficacia de las medidas. Todos, profesionales independientes de la política.

-¿Pero el Ministerio de Salud no hace todo esto?

-¿De esta manera? Si digo “quiero saber diariamente los detalles de estas cuatro líneas de control”, como ciudadano no tengo esa información. Ni siquiera se comunican rápidamente las conversaciones de la Comisión Nacional de Inmunizaciones. En países como Estados Unidos, comisiones así funcionan con reglas muy claras, que incluyen la representación de la ciudadanía, quienes puedan escuchar y levantar su voz.

-Antes habló de tres “patas flojas” en la gestión de la pandemia. Falta la tercera.

-Es justamente el acceso a las vacunas. Desde enero se podría haber reducido la cantidad de personas que fallecieron y el sufrimiento de muchas familias. Las muertes de las últimas horas, con una dosis administrada hacia el 15 de abril, se podrían haber reducido. Hay una parte de la historia de la pandemia en Argentina que se podría haber evitado. Lo digo sin contar el impacto de las cuarentenas prolongadas en términos de pobreza, acceso a alimentos seguros y las dimensiones física y emocional en los niños por el cierre de escuelas.

-Usted siempre apoyó la presencialidad escolar, pero somos el quinto país con más casos activos de Covid del mundo. ¿Qué opina de las nuevas medidas?

-Hay que mirar los indicadores por jurisdicción: las terapias intensivas y el acceso -o no- a testeos adecuados y a vacunas. Al final de la historia de las restricciones y con un alto nivel de transmisión, es lógico cerrar las escuelas. Tarde o temprano es lo que termina pasando. Sí hay que adoptar restricciones más profundas, pero son producto de la ineficaz política sanitaria de la pandemia en materia de credibilidad comunicacional, en la estrategia de testeos y en el acceso a las vacunas. 

-Hablando de vacunas, ¿qué podría haberse hecho mejor?

-Cuando escucho que no se puede acceder a las vacunas... A ver, no hubo eficacia ni para consolidar acuerdos adecuados ni en las estrategias diplomáticas.

-¿Qué opina del acuerdo frustrado con Pfizer?

-Debería analizarse desde la Justicia, no desde la ciencia. Podríamos haber sido uno de los países bien mirados para una compañía como esa. Acá se hizo un estudio muy grande, con 6.500 voluntarios. Fue un gran acercamiento. Y hay tres argentinos ligados a la compañía que podrían haber producido un efecto facilitador: los médicos que trabajan en Pfizer Alejandro Cané y Alejandra Gurtman, y Fernando Polack, que llevó el ensayo acá. Ellos podrían haber sido involucrados para acelerar el acuerdo. Se perdió una oportunidad.

-Volviendo a las escuelas, ¿le parece bien cerrarlas en esta instancia?

-Sería poco académico decir si deben cerrar o no, solamente viendo datos de contagios diarios, sin acceso al resto de las variables: quiénes se enferman, cómo, cómo fueron detectados. Muchos expertos no accedemos a los datos profundos. Al menos deberían poder acceder los asesores, y luego publicarlos.

-¿Por qué usted no integra el grupo de asesores del Gobierno?

-Estaba en Estados Unidos cuando empezó la pandemia. Cuando logré tomar un avión, veo ya la foto consolidada del grupo asesor. Son todos amigos. No hay grietas en esto. Viéndolo a la distancia, por suerte no participé. Pude tener un accionar distinto, ser una voz ciudadana, lo que se conoce como pacient advocate (defensor del paciente), quien comunica a la sociedad errores y aciertos. Estoy convencido de que muchos de los asesores opinan lo mismo que yo, pero se ven imposibilitados de decirlo porque deben cumplir una serie de reglas.

-¿En qué momento de la ola estamos y qué va a pasar en las próximas semanas?

-Estamos en el momento más difícil, más doloroso desde el primer caso de Covid llegado del exterior. Puede ser peor en las próximas semanas. Pero a fines de junio va a bajar la mortalidad diaria. Los indicios de control de la pandemia van a aparecer hacia fin de año. Si conseguimos vacunas, vamos a tener una historia diferente. Vamos pasar unas Fiestas mejores. Con infección, sí, pero no con la intensidad actual. Todo depende del Estado.

-¿O sea que ni hablar de vacaciones de invierno turísticas?

-No, no creo.

De la telemedicina al running

Roberto Debbag es médico infectólogo de la UBA especializado en Pediatría. “Después de la residencia en el Hospital de Niños de San Justo me entrené con quien es el maestro de todos nosotros: Daniel Stamboulian. René Favaloro dirigía el equipo cardiovascular. Era la época de oro del Sanatorio Güemes”, recordó.

A fines de los 80 impulsó la creación del servicio de Infectología del Hospital Garrahan, donde trabajó 20 años. En 2004, ya en el sector privado, se desempeñó como director para América Latina del laboratorio Sanofi-Pasteur. Y diez años después, de vuelta en el Garrahan, impulsó el programa nacional de telemedicina pediátrica.

Debbag tiene 65 años. Es preciso y detallista. Sin dudas, calculador. De su vida por fuera de la medicina destaca ser runner. Maratonista, en realidad. A fines de 2020 comenzó a asesorar al presidente de la Comisión de Salud del Senado de la Nación, Mario Fiad. Y es vicepresidente de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica. Pero desde octubre presidirá ese organismo.

PS