Qué pasa en Bielorrusia, la tierra del Alexandr Lukashenko, el último dictador de Europa

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Bielorrusia, hoy en las tapas de los diarios por el grave desvío de un avión de pasajeros para detener a un periodista opositor, se considera desde hace años “la última

dictadura europea”.

Un país de poco más de nueve millones de habitantes controlado con puño de hierro por Alexandr Lukashenko desde que llegó al sillón presidencial en 1994.

Durante décadas, con sus altos y sus bajos, Bielorrusia supo convivir con Europa, siempre de la mano de su vecina Rusiaporque Moscú ve a Bielorrusia como una creación artificial que algún día engullirá.

El régimen bielorruso siempre controló y reprimió cualquier movimiento opositor y limitó al máximo la libertad de prensa.

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Decenas de disidentes políticos y periodistas han pasado por prisión o terminado en el exilio, como Roman Protasevichel joven detenido el domingo, que había recibido estatuto de refugiado político en Lituania.

El poder del garrote

Roman Protasevich. Foto: Reuters

Roman Protasevich. Foto: Reuters

La evolución de Bielorrusia dio un giro en agosto del año pasado y la represión se acentuó. Tras unas elecciones presidenciales probablemente más fraudulentas de lo común celebradas el 9 de agosto, la oposición vio el vaso medio lleno para salir en tromba a las calles a protestar.

Cientos de miles de personas les siguieron y cada sábado se organizaron enormes manifestaciones en la capital, Minsk, y en otras ciudades del país. El fin del verano y el otoño fueron calientes para el régimen, pero la brutal represión salvó a Lukashenko.

Miles de personas, desde activistas de derechos humanos hasta periodistas, pasando por opositores o simples manifestantes, fueron detenidas. Cientos fueron apaleados, torturados y condenados a largas penas de prisión en juicios sin garantías.

Tras las elecciones de agosto, la oposición salió salir en tromba a las calles a protestar. Foto: AP

Tras las elecciones de agosto, la oposición salió salir en tromba a las calles a protestar. Foto: AP

Organizaciones de derechos humanos hablan de violaciones, torturas con descargas eléctricas y rotura de huesos. Al menos cuatro personas murieron a manos de la policía.

25 mil detenidos en 4 meses

Los informes de ong’s de prestigio internacional como Amnistía Internacional o Human Rights Watch así lo atestiguan. Lukashenko pretendía así ahogar las protestas y parece que lo consiguió con la detención, entre agosto y mediados de noviembre, de más de 25.000 personas.

La represión contra la prensa independiente fue siempre brutal en Bielorrusia pero se agravó desde agosto. La Asociación de Periodistas Bielorrusos tiene documentados más de 500 incidentes en 2020.

El dictador de Bielorrusia, Alexander Lukashenko. Foto: dpa

El dictador de Bielorrusia, Alexander Lukashenko. Foto: dpa

La policía buscaba específicamente a los periodistas que cubrían –y emitían en directo- las manifestaciones de la oposición. Varios periodistas fueron acusados de “organizar acciones en grupos para alterar el orden público” o directamente de “organizar actividades terroristas”.

Los periodistas de medios internacionales no sufrieron tal represión pero a finales de agosto el Gobierno retiró la acreditación a los pocos corresponsales extranjeros presentes en Minsk, los de Associated Press, BBC y Reuters.

Los periodistas europeos que intentaron entrar en Bielorrusia vieron negada la credencial o fueron deportados si habían entrado haciéndose pasar por turistas.

Una mujer trata de conversar con los agentes de policía durante las protestas en contra de los resultados de las elecciones en Minsk. Foto: EFE

Una mujer trata de conversar con los agentes de policía durante las protestas en contra de los resultados de las elecciones en Minsk. Foto: EFE

Bielorrusia es el único país europeo en el que se sigue aplicando la pena de muerte. En 2020 oficialmente se ejecutó a una persona, Alexander Asipovich. Hay cuatro personas en el corredor de la muerte.

Las cuatro ya vieron rechazados sus últimos recursos y se enfrentan a una ejecución inminente.

El informe de la relatora especial de Naciones Unidas para Bielorrusia, Anaïs Marin, asegura que no hay ningún avance en materia de derechos humanos y que Bielorrusia no coopera con su equipo ni reconoce su mandato.

Bruselas, especial

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