Descenso más allá de la frontera: dura respuesta al plan para tranquilizar la economía

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“Tranquilizar la economía” es el mantra que guía la gestión del ministro de Economía, Martín Guzmán. Los esfuerzos están puestos ahí. La lista de “esfuerzos”: cepo al dólar, férreo control del

mercado de divisas para inversores e importadores, imposibilidad de girar dividendos al exterior, controles de precios, prohibición de exportar carne (aunque generen los dólares que se necesitan para tranquilizar la economía) más subsidios al consumo de energía (para frenar la inflación y ganar la elección, aunque se consuman más dólares en importar gas, dólares que se necesitan etc etc).

Esa larga lista de decisiones, pero sobre todo las cambiarias, son las que dieron paso, el jueves, a la palabra-meme: “Standalone”. Una pequeña y nueva humillación, cuando se esperaba solo el castigo del descenso a un lugar por lo menos conocido: frontera.

En lo inmediato, pasar al grupo standalone -junto a países como Jamaica, Panamá, Trinidad & Tobago, Bosnia Herzegovina, Bulgaria, Malta, Ucrania, Botswana, Zimbabwe, Líbano y Palestina- no cambia demasiado el panorama. Ratifica la intrascendencia en la que está cayendo la economía argentina en, como suele decirse, el concierto de las naciones.

En la práctica, se acentuará la falta de inversiones extranjeras directas. No es difícil imaginarse los esfuerzos que tendrá que hacer el CEO local de una empresa extranjera que aún opera en la Argentina para convencer a la casa matriz de hundir más dólares -al precio oficial, desde ya- en este país standalone. Ayer también se vio otro efecto conocido: suba del riesgo país. Y subió la tensión en el mercado cambiario informal, pero decisivo.

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Alguien podrá decir: las inversiones no llovieron cuando se ascendió de frontera a emergente. Es verdad. Pero por lo menos se estaba adentro de un mapa. Ahora, ni eso.

La Argentina, en ese contexto, volvió a los básicos: este año, como tantas veces en el pasado, se salvó con una cosecha. Entraron más dólares que los que se esperaban y eso ayudó al Banco Central a muñequear la brecha cambiaria comprando bonos aquí contra dólares y vendiéndolos allá contra pesos.

También se pudo retrasar el dólar, pero ahí el efecto buscado -ancla cambiaria para enfriar los precios- no funcionó del todo bien. O directamente no funcionó. Inflación acumulada de 22% en cinco meses, 48% en un año, apuntando a cerrar 2021 en torno al 50%. Recordar: inflación en un piso alto con dólar casi planchado y kilométricas resoluciones de la Secretaría de Comercio para controlar precios, incluida una cinta métrica para medir qué espacio ocupa cada producto en las góndolas de supermercados.

Al final del día, ¿será cierta la excepcionalidad argentina?. Es lógico estar donde estamos. Pero igualmente, Standalone. Somos únicos.