Casi como candidata, Cristina Kirchner marcó el camino de la campaña para el oficialismo

Sin Alberto Fernández a la vista, Cristina habló flanqueada por el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, el intérprete más aventajado del pensamiento vicepresidencial.

Juntos, cada uno en su turno del micrófono, ensayaron una pirueta prodigiosa para culpar a la oposición por la decisión que mantuvo durante largos meses fuera de las escuelas a los chicos bonaerenses: dijeron que lo peor de esa situación no fue el cierre, sino que el gobierno de Mauricio Macri no dejó las suficientes computadoras en manos de los alumnos para que pudieran conectarse cuanto encontraran las puertas de los colegios cerradas, como sucedió el año pasado y este mismo.

Además de esa crítica a la oposición y a los medios de comunicación -un deporte que Kicillof practicaba en forma amateur ya desde su juventud-, la Vicepresidenta quiso remachar otra vez la lápída que le puso ya hace rato a las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional que intenta hacer avanzar contra natura Martín Guzmán.

Magnánima con los derrotados en las escaramuzas internas del Frente de Todos, Cristina no mencionó a algunas de las victorias recientes de los funcionarios que la siguen dentro del Gobierno, como la estatización de la Hidrovía o de los trenes de carga.

Su única alusión al Presidente llegó a través de la persona de Lito Nebbia, a quien Cristina mencionó en el tramo que le dedicó en su discurso a la crítica musical, en el que celebró el éxito de un joven cantante de cumbia que logró conquistar youtube "en todo el mundo" gracias a las computadoras que ella distribuyó durante su gestión.

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