Los temores que despierta la singularidad económica y diplomática argentina

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La mirada que tiene sobre la Argentina el mundo desarrollado y alineado con el libre mercado y el capitalismo es bien preocupante. Por el lado económico, a la diplomacia global ya

se le están agotando los eufemismos para explicar y explicarse la deriva del país ubicado en el Cono Sur.

Días atrás, el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos hizo un reclamo explícito a la Argentina para que ofreciera un plan económico “sólido”. El vicesecretario del Tesoro del gobierno de Joe Biden, Wally Adeyemo, lo planteó en el contexto de las larguísimas e inciertas negociaciones que el gobierno de Alberto Fernández lleva adelante con el Fondo Monetario Internacional para refinanciar una deuda de 44.000 millones de dólares.

El rumbo económico argentino también despierta desconfianza en el vecindario del Mercosur. Uruguay quiere avanzar hacia una integración comercial más amplia que la que ofrece el bloque económico y ya avisó que tiene todo listo para salir a buscar nuevos acuerdos. Días atrás, el ministro de economía de Brasil, Paulo Guedes, dijo que se conformaba con que Argentina no frene los planes que tiene Jair Bolsonaro para abrir -aunque sea un poco- a Brasil al comercio global.

A contramano de lo que buscan todos los países, Argentina no solo no se abre sino que se cierra aún más. Lo demostró con el cepo a las exportaciones de carne, medida que “agradecieron” los productores de carne bovina de Uruguay, Brasil y Paraguay.

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Estados Unidos pone el foco en la inflación y en el intervencionismo, dos temas que se explican solos. Controles de precios, restricciones para exportar, mercados hiper regulados, pretensiones de avanzar sobre el sistema privado de salud, avance estatal sobre la Hidrovía...

Mientras tanto, las noticias sobre empresas extranjeras en Argentina se refieren a las que se van del país más que a las que llegan.

Pero la excepcionalidad Argentina también se hace notar en la política exterior. En las últimas semanas se sucedieron apoyos u omisiones que favorecieron a los gobiernos de Venezuela, Cuba y Nicaragua. También se adoptó una posición tibia en relación a los ataques de Hammas al territorio de Israel. Y todavía se busca desarticular una causa judicial por el pacto de entendimiento con Irán por la causa AMIA.