El drama de Alan: tuvo Covid y ahora sufre de tics que no le permiten controlar su cuerpo

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Alan camina con mucha dificultad, no controla los movimientos de su cuerpo y casi no puede dormir. Tiene 20 años, vive en la ciudad de San Rafael y sufre una complicación

neurológica post Covid que le provoca un trastorno involuntario compulsivo (TIC).

Después de un mes sin un diagnóstico preciso, su mamá Mariela decidió pedir ayuda a través de las redes sociales y recibió una catarata de solidaridad y un nuevo tratamiento médico en Mendoza.

Alan Bastida Robert, su nombre completo, dio positivo de Covid-19 el 1 de junio pasado. No estaba vacunado. Los primeros estudios detectaron que su organismo tenía severas deficiencias, falta de vitamina D y complejo B.

Le detectaron una neumonía bilateral y estuvo una semana internado. Luego apareció una reacción alérgica que fue tratada con corticoides y, 17 días después, comenzó con espasmos. Las manos le temblaban, se le doblaban las rodillas y daba patadas involuntarias, al final se le sumaron el cuello y la mandíbula con movimientos bruscos incontrolables, para un lado y el otro.

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El chico que pesa 90 kilos y mide 1,83 metros, bajó 13 kilos durante la internación.

“Es una pesadilla. Siento mucho dolor y no descanso ni cuando estoy dormido”, le cuenta Alan a Clarín. Antes del Covid, estudiaba la carrera de instrumentación quirúrgica, practicaba boxeo, y trabajaba en redes sociales del área de Cultura de la Municipalidad de San Rafael, sur de Mendoza. Iba a trabajar en bicicleta, pero ahora ha perdido toda autonomía. Desde ir al baño, ducharse, sentarse a comer, utilizar el teléfono, caminar resulta un tormento por los movimientos incontrolables.

“Por las noches, a pesar de tomar calmantes y somníferos, no logra dormir más que tres o cuatro horas. Sigue con los tics”, relata su mamá, que filmó cada etapa del trastorno que atraviesa Alan.

Un mes después de no poder avanzar en un diagnóstico preciso y viendo que se agravaba su salud, su mamá Mariela Robert (46) decidió pedir el alta voluntaria del hospital Schestakow.

Juntó a su mamá viajó a la ciudad de Mendoza, con el apoyo económico de la Dirección de Desarrollo Social del Municipio de San Rafael. Al llegar a la capital mendocina fue atendido por el doctor Juan Manuel Genco, especialista en movimientos anormales del equipo médico de neurología del hospital público Luis Lagomaggiore y uno de los profesionales del instituto privado Neuromed Argentina. También concurrieron a otra consulta con el neurólogo Andrés Barboza.

Los diagnósticos médicos, después de ver el resultado de los estudios neurológicos, coinciden en que Alan no tiene enfermedad genética ni daño neuronal producido por el Covid. Tiene un trastorno funcional y sugestivo, que requiere de fisioterapia y terapia cognitiva conductual, que no hay medicación específica para tratar estos trastornos.

La especialista en trastornos de Covid de Neuromed, Celia Daraio, quien tomó contacto con Alan, explica que: “No hay lesión neurológica, los estudios dan todos normales”. Y detalla que hay componentes de miedo y emocionales, importantes: “Un trastorno funcional, generado por la angustia y que debe tratarse con terapia, física y cognitiva”, precisa.

Si bien la especialista asegura que es el caso de Alan es un cuadro psicosocial severo, que no había visto otro así, son muchos los pacientes con complicaciones psicosomáticas post covid.

La situación personal de Alan también puede ayudar a comprender su estado emocional, el joven es sostén de su familia. Vive con su mamá y su hermano Gastón, con síndrome down, la mamá está desempleada y se las rebusca para vender productos por catálogo y ayudar con la economía familiar.

Alan es el único con un empleo formal y es considerado el “fuerte” de la familia, según describe Mariela, su mamá.

Los vecinos del barrio Los Olivos, de Cuadro Nacional, San Rafael están conmovidos por el drama de esta familia. Fueron ellos quienes decidieron hacer público el caso, a través de las redes sociales. Lejos de casa pero pendiente de tanta gente que los está siguiendo y ayudando, Mariela dice: “Por suerte, los médicos nos han dicho que no es una enfermedad psiquiátrica, ni genética. Tengo muchas fe que nos va a ir bien”.

Mendoza. Corresponsal.

GL