La pesca sostenible y rentable es posible

Internacionales
Lectura

En la reunión que mantuvimos este mes, los Sherpas del G20 propusimos al foro que sus líderes expresen su pleno apoyo a los esfuerzos que vienen haciendo todos los países por

concluir con éxito el ajuste más sensible de ese complejo entramado: cómo regular los subsidios estatales a la actividad pesquera.

El asunto de los subsidios lleva en la agenda internacional más de dos décadas sin resolverse, pero el planeta ya no puede darse el lujo de seguir postergando una y otra vez todas las medidas necesarias para frenar la destrucción de los recursos finitos de los océanos y, por lo tanto, la de nuestra propia subsistencia.

Las negociaciones se remontan a la Ronda de Doha para el Desarrollo (2001) en la Organización Mundial del Comercio (OMC) y a las de la Agenda 2030 de la ONU, cuyo Objetivo 14.6 pide a los países miembros eliminar los subsidios que contribuyan a la sobrepesca, al exceso de capacidad y a las prácticas de pesca ilegales, no declaradas y no reglamentadas (Indnr), y hacerlo antes de 2020.

Pero el acuerdo sobre subsidios nunca llegó y seguimos atascados con la esperanza puesta, ahora, en la Conferencia Ministerial de la OMC de diciembre.

BANER MTV 1

En todo el mundo, millones de personas dependen del pescado y los productos pesqueros y obtienen hasta el 15 por ciento de sus proteínas y nutrición diarias. Muchos de ellos viven en países pobres menos adelantados (PPMA). Y al menos 140 millones de personas dependen de la pesca para su sustento. Si el océano fuera un solo país, sería la séptima economía del mundo. Un país que provee alimentos para tres mil millones de personas.

Por cierto, la demanda de pescado ha ido en aumento para abastecer a una población mundial creciente, y cada vez más próspera. Ahora se come más pescado que nunca, un promedio de 20 kilos anuales por persona. Pero la sobreexplotación y las prácticas pesqueras nocivas están contribuyendo al riesgo de extinción de muchas especies y al colapso de los ecosistemas marinos.

En su informe sobre el Estado Mundial de la Pesca y la Acuicultura 2020, la FAO advirtió que, aunque hubo algunas mejoras en las prácticas pesqueras sostenibles en los últimos años, el 90 por ciento de las poblaciones mundiales de peces están plenamente explotadas o sobreexplotadas, lo que significa que se han pescado al máximo, o más allá.

El nudo del problema. En ese contexto, eliminar subsidios pesqueros nocivos sería un paso significativo para preservar y reconstruir la salud de los recursos marinos y resolver la inequidad en el comercio internacional. También para superar los recientes reveses al objetivo de combatir el hambre, la desnutrición y alcanzar la seguridad alimentaria, una de las problemáticas a las que Italia le dio prioridad en su presidencia del G20.

Pero aquí viene el nudo del problema a desatar. Algunos economistas del sector pesquero consideran que los subsidios, otorgados por los países más ricos del mundo y que en su mayoría integran el G20, son la única razón por la cual la pesca industrial en gran escala, más allá de las zonas económicas exclusivas de 200 millas de los países costeros, resulta rentable.

De ahí que una decisión política del G20 sería un paso decisivo, para alcanzar un acuerdo global hacia la reconstrucción de las poblaciones de peces. Hasta ahora, las negociaciones han enfrentado numerosos desafíos y fue difícil encontrar una ingeniería diplomática adecuada que resuelva la diversidad de factores políticos, económicos y sociales involucrados en este puzzle.

Para la OMC supone toda una novedad ir más allá del puro análisis de los efectos comerciales distorsivos de los subsidios y de la relación competitiva entre productos, y adentrarse en las aguas de regulaciones que garanticen la sostenibilidad de las pesquerías y el medio ambiente (sobrepesca) y contenga la pesca ilegal.

Las distintas partes tampoco consiguen llegar a un acuerdo sobre la necesidad de proporcionar un trato especial y diferenciado a los países en desarrollo, y en particular a las comunidades costeras de los países pobres menos adelantados (PPMA) que realmente dependen de la pesca artesanal y de subsistencia.

El problema radica en identificar cuál es el equilibrio adecuado para proporcionar suficiente flexibilidad y atender aquellas situaciones de comunidades que dependen genuinamente de la pesca costera y, a su vez, poner fin a los subsidios para la pesca comercial insostenible, sin socavar los objetivos del acuerdo.

El éxito de las negociaciones supondría por todo ello un gran logro, en particular para la OMC, ya que un acuerdo resultante demostraría que el organismo es aún capaz de facilitar negociaciones multilaterales complejas y ambiciosas.

En el caso de Argentina, se trataría además del acuerdo comercial multilateral más importante desde que se celebró el Acuerdo sobre la Agricultura en 1995, dado el carácter estratégico del sector pesquero para el desarrollo productivo regional, la producción sostenible de alimentos, la generación de empleo y el ingreso de divisas.

Como país ribereño de amplio litoral marítimo, Argentina vería un alivio frente al accionar de grandes flotas que recorren largas distancias gracias a esos subsidios en cuestión con prácticas no sostenibles que derivan, frecuentemente, en pesca ilegal, con el consecuente impacto en la industria y los recursos pesqueros.

A finales de este mes en Italia, los Líderes del G20 volverán a quedar frente al mismo rompecabezas: cómo lograr una pesca sostenible y a la vez pujante en todos los países sin excepción, por la vía multilateral. Ellos tienen la capacidad de resolverlo en favor de un comercio global justo y de la sostenibilidad de nuestros mares.

*Embajador de la Argentina en los Estados Unidos. Sherpa argentino en el G20.

En esta Nota