Mi goce y tu parir

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A propósito de la robamaridos nos preguntamos: ¿Es el goce un derecho de las mujeres? Vivimos en un entorno donde hablar de SEXO, suele dar desde vergüenza y pudor hasta pánico.

Nos pasamos el día mandándonos mensajes a través de las redes sociales, con un intenso contenido hipersexualizado, miramos pornografía mainstream a escondidas y en tertulias improvisadas hablamos frívolamente acerca de posturas, tamaños, noches de maratones sexuales y orgasmos inolvidables.

Y tal como dice un conocido refrán: “Hazte fama y échate a dormir”, así creamos nuestro propio personaje, que muy poco se parece a la imagen real de nosotros y nosotras mismas.

Y cuando la realidad nos enfrenta ante una situación inesperada…o más bien no-esperada al buscar y revolver en la privacidad de la pareja, cual hurgar el cajón de su ropa, nos damos cuenta que el castillo no era tal, que las pasiones existen ahí, fuera de nosotras y que el deseo es tan exquisito como desestabilizante.

Enfrento lo que veo castigando, ¿a quién? Al “objeto” de SU deseo, que no soy yo misma, o no lo soy en el momento en el que una “otra” llamada “p*tita” tiene el alarde de captar SU deseo.

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Podemos pensar en cómo la monogamiainstalada en la era de la mercantilización, de la inmediatez y del sexteo logra diluirse y volverse invisible, para primar el goce, puesto ahí en el intercambio de mensajes, fotos y hasta audios erotizantes.

Sería conveniente pensarnos reconfigurando las monogamias, que ya se han vuelto secuenciales –paso de una relación a otra en un breve tiempo- y plantearnos qué vínculos serían posibles de sostener en estos tiempos tan efímeros.

Me pregunto: ¿Podríamos pensarnos como personas libres sexualmente SIN condicionamientos que nos aten a mandatos de fidelidad sexual que ya no podemos sostener? ¿Tenemos permitido darle lugar al goce las mujeres?

Porque ya es sabido que los hombres bien lo hacen y para ello ni una radio levanta la voz, ahora si de una mujer se trata, la doble moral irrumpe y hasta nosotras salimos a castigarle a ella, la SUJETA de su deseo, o por qué no, la MUJER que da lugar a SU deseo.

El parirás con dolor, ¿es un mandato que se lleva toda la vida? ¿La culpa es de ella, la pecadora que lo tentó?

Matrimonio, monogamia, infidelidad, hijos, familia sagrada. Y, también dinero, propiedades, millones de euros, carteras y otras yerbas…

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¿Cómo continúa la novela, muy novela de la princesa y la robamaridos plebeya?

Por lo pronto podríamos pensarnos las mujeres siendo las activas participantes de nuestros deseos, siendo quienes decidimos qué hacemos, cuándo, con quién y cómo.

Conectando con nosotras mismas, para poder vislumbrar que MI deseo es tan válido como el de “ella” y que si alguien “me roba” a mi marido, será porque estaba disponible para llevarlo, a no ser que no tenía la capacidad de decidir y lo llevaron engañado, así entonces iríamos a r-e-s-c-a-t-a-r-l-o.

Yo les diría mujeres, hay que permitirse gozar, más allá del resultado, sin buscar un resultado.

El poder lograr la intimidad con tu pareja está mucho más allá de “revisar su celular”, está en la otra esfera, está fuera de esa acción, que no sólo incomoda sino que violenta a quien lo recibe.

Construir la intimidad en la pareja es una acción cotidiana, implica acuerdos y también escuchar los deseos, implica resolver, consentir y poder decir. Hay algo más allá de los cuerpos, de las mentes y de los sexos, que nos une y nos conecta con la vida y con el flujo del compartir.

¡Menos agresión y más conexión!

*Sexóloga Clínica y Educativa; MP: 22-1773; @licenciadaanaliapereyra.

at Analía Lilian Pereyra*

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