Más que armas, Ucrania necesitará energía

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Europa se enfrenta a una crisis energética sin precedentes. Nada podía prepararlos para un escenario tan complejo como el actual. Más del 42% del gas importado por la Unión Europea provenía

de Rusia y se utilizaba para producir hasta un 20% de la electricidad. La cancelación de la homologación del gasoducto Nordstream-2, sumado a las sanciones económicas contra al sector energético ruso, tendrán un profundo impacto en la frágil matriz energética europea, la cual en breve se enfrentará a un reto aún mayor. A medida que Ucrania agota sus reservas estratégicas de carbón y pierde a manos rusas las principales plantas térmicas y nucleares, Europa tendrá que dirimir el dilema político y económico que implica el origen y el destino de su energía.

Una dependencia nuclear. Si bien Ucrania posee una capacidad instalada (55GW) compuesta en un 52% por plantas térmicas de energía fósil (28 GW), Hidráulica y renovables sumando 22% (12 GW), es la capacidad nuclear instalada con apenas un 22% (13 GW) la que produce con mayor constancia por su independencia del clima y la provisión de combustible fósil. Esto implica que la columna vertebral del sistema eléctrico del país sigue siendo la energía atómica.

Ucrania generó, según la AIEA, la Agencia Internacional de la Energía Atómica) de 149 GWh, de los que unos 76G Wh2 surgen de las plantas de Khmelnitsky (cuenta con dos reactores VVER-mil), Rivne (dos reactores VVER-mil y dos VVER-440), Ucrania del Sur (tres reactores VVER-mil) y Zaporiyia (seis reactores VVER-mil).

Los reactores, de diseño soviético, datan de mediados de los setenta y son conocidos como VVER (del acrónimo ruso Vodo-Vodyannoy Energeticheskiy Reactor). Funcionan por enfriamiento por agua ligera presurizada, una arquitectura distinta a los trístemente célebres RMBK (reaktor bolshoy moshchnosty kanalny) refrigerados por agua, pero moderados por barras de control de grafito encontrados en Chernobyl.

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Los seis reactores de Zaporiyia representan el 40% de los 13 GW de potencia nuclear instalada en el país. La ocupación de la planta por parte de las tropas rusas, el 4 de marzo, puso en jaque la estabilidad del suministro para la red eléctrica de Ucrania.

Según reporta la Agencia Regulatoria de Energía Atómica de Ucrania, de los 19 reactores nucleares, cuatro desactivados en Chernobyl y seis de la planta Zaporiyia están bajo control ruso. Rusia ha desconectado de la red cuatro de los reactores de Zaporiyia, con lo que quedan solo 7 GW de energía nuclear sirviendo a la red eléctrica ucraniana, y es posible que desconecten los últimos dos. Esto dejaria a Ucrania con apenas 5 GW de capacidad nuclear restantes, poniendo en estrés máximo las plantas hidroeléctricas y las térmicas de carbón y gas, que deberan compensar el déficit energético.

Perdiendo potencia. Como reportó la IAEA el 10 de marzo, fuego de artillería ruso impactó el centro nuclear experimental de Jarkov en repetidas ocasiones, lo que coincide con reportes de empresas energéticas ucranianas que afirman que tanto las plantas como las subestaciones están siendo blanco de ataques rusos.

En respuesta a la pérdida de la planta de Zaporiyia, DTEK, la principal compañía eléctrica de Ucrania, aumentó la producción de las plantas de energía fósil para compensar la pérdida eléctrica, pero el problema radica en que Ucrania ya encaraba el invierno europeo con reservas alarmantemente bajas de gas y carbón, que se consumen a paso acelerado.

Si Rusia avanza con sus planes de asediar la histórica ciudad portuaria de Odesa, antes de realizar un asalto anfibio, es probable que sus tropas traten de apoderarse de la Central Atómica del Sur, en Pervomaisk (3 GW), con lo que controlará casi el 70% de la energía atómica de Ucrania y dejaría sin capacidad eléctrica a las ciudades costeras para reforzar el asedio. Este método ya se ha registrado en Mariúpol, con el corte de suministro eléctrico, de gas natural y agua, lo que dificulta así la resistencia local en temporada invernal.

El dilema de un rescate energético. Para amortiguar el impacto del bypass de gasoductos que planeaba Rusia con el Nordstream-2 en 2021, Alemania pactó con Ucrania apoyarla para evitar un posible déficit energético. En esa misma línea la Comisaria Europa de Energía, la estonia Kadri Simson, firmó con el gobierno ucraniano un acuerdo para sincronizar la matriz electrica Entso-E (Red Europea de Gestores de Redes de Transporte de Electricidad) y así independizarse de la antigua red IPS que agrupa a las naciones de la ex URSS. Las pruebas de conexión coincidieron con la primera ofensiva rusa de febrero, y queda aún pendiente confirmar la capacidad de sincronización.

En paralelo a la invasión, Rusia interrupió el suministro de gas natural en los tres gasoductos principales que atraviesan Ucrania, el Bratstvo (Hermandad), Soyuz (Union), y el Trans-Balkanico. Consciente de este profundo déficit energético, Moscú buscará tomar control de las regiones del Este y el mar Negro, donde yacen más del 90% de las reservas gasíferas de Ucrania. Este escenario, sumado a la pérdida de las principales plantas nucleares y reservas de carbón, obligaría al gobierno ucraniano a pedirle a Alemania y la UE que reviertan los flujos de gas y electricidad para sostener los esfuerzos de guerra a la asediada nación, lo que profundizaría aún más la crisis energética que atraviesa el continente.

¿Se dará la inusitada situación en la que Europa intente rescatar energeticamente a Ucrania, comprando gas a Rusia mientras ésta la asedia? ¿No implicaría esto financiar al Kremlin para que desarrolle las mismas agresiones que Europa exige detener? Como suele sucede en la geopolítica, enviar material bélico podría ser política y económicamente menos problemático que enviarle energía a Ucrania.

“Politólogo UBA, Magíster en Estrategia y Geopolítica de la Escuela Superior de Guerra de la Nación y Master en Relaciones Internacionales de la London School of Economics.