Un clásico con el contorno como novedad

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Hay que viajar hasta 2012 para encontrar un clásico entre Racing y Boca con hinchas de los dos lados. Fue en la final de la Copa Argentina, en San Juan. Otro

tiempo, otro país: Julio Humberto Grondona vivía y gobernaba la AFA, la presidenta de la Argentina era Cristina Fernández de Kirchner, el dólar estaba cuatro pesos con 36 centavos y ni TikTok ni Twitch existían. Todo cambió, y entre esos cambios culturales estuvo la prohibición del público visitante en los estadios, una medida anunciada luego de que el 10 de junio de 2013, la Policía Bonaerense asesinó al hincha de Lanús Javier Gerez en los alrededores del Estadio Único de La Plata.

Aquella vez, la AFA comunicó que prohibiría el ingreso de visitantes en las últimas dos fechas del Torneo Inicial 2013. Era algo temporario, pero ya sabemos lo que sucede con eso: la medida continúa vigente hasta el presente, salvo algunas pocas excepciones.

Hoy, en la cancha de Lanús, el clásico entre dos grandes será una nueva excepción: una prueba de fuego para quienes militan y quieren que el fútbol argentino sea, otra vez, una fiesta compartida donde el “otro” no sea un enemigo ni un peligro latente, sino apenas un rival circunstancial.

La medida –como escribió el sociólogo Diego Murzi en su libro Una historia política de la seguridad deportiva en Argentina– “es un fiel reflejo de la naturalización del control y el castigo como la única forma de regulación posible de la violencia en el fútbol. El avance de las prohibiciones y sanciones sobre las prácticas de los hinchasfue incorporando cada vez más elementos y conductas punibles, y recorrió un trayecto lineal que en treinta años derivó directamente en la supresión física de la mitad del público”.

BANER MTV 1

En diálogo con PERFIL, el titular de la Agencia de Prevención de la Violencia en el Deporte (Aprevide), Gustavo Gómez, reconoce que el de hoy podría ser un punto de inflexión, acaso el principio del fin de la prohibición, o –por el contrario– la confirmación de que debe seguir. “Es un doble desafío porque no hay uno, sino dos visitantes: hinchas de Boca y Racing que van a venir por todos lados”, remarca Gómez. Y agrega: “Tenemos otros desafíos: que no se acumule gente en la entrada y no se formen cuellos de botella, porque sabemos que eso genera tensión y violencia. Por eso pedimos que la gente vaya temprano”.

Hay tres cuestiones que enfatizan en el organismo de seguridad provincial: llegar con mucha anticipación, no ir en el caso de que no tengan entradas y evitar mostrar camisetas o distintivos de los clubes en las inmediaciones (piden tratar de sacar banderas y gorros recién en los accesos unificados).

El operativo. La Aprevide y la Liga Profesional de Fútbol informaron que el partido tendrá 33 mil espectadores, estará controlado por poco más de mil efectivos de la Policía bonaerense y con un refuerzo de seguridad privada. El estadio se abrirá tres horas antes del horario de inicio del encuentro (desde las 14).

Para evitar la reventa de entradas y falsificaciones se recurrió a un sistema en el que los tickets no serán físicos sino digitales. Los simpatizantes ingresarán con su DNI, porque serán personalizadas.

Dentro del esquema de seguridad, habrá cuatro sistemas empleados: doble control de DNI (que equivalen a los tickets digitales), el programa Tribuna Segura, el cacheo policial y la presencia de seguridad privada distribuida en los anillos de ingreso.

La parcialidad de Racing ocupará la cabecera local: el ingreso a la popular será por la calle Madariaga y Cabrero (Puerta 3), mientras que el acceso a la platea será desde General Ferré, Guidi y Cabrero (Puerta 5 y 7). Por su parte, Boca tendrá el sector visitante, accediendo al mismo por Remedios de Escalada. El ingreso a la popular será por las calles Esquiú y Purita (Puerta 9), mientras que a la platea por Cabrero y Esquiú, llegando por Juan B. Justo (Puerta 1).

Los micros que llevarán a La Guardia Imperial, la barrabrava de Racing, saldrán desde Avellaneda, mientras que La 12 hará su recorrido por Remedios de Escalada.

“No es una cancha de las dimensiones que mucha gente pretende, pero no hay otra en la provincia donde se pueda hacer este partido en este momento. Nosotros damos una supervisión y autorización de seguridad deportiva, pero los municipios son los que dan la habilitación”, explicó Gómez.

Todo está medido y estudiado. Solo falta que se cumpla, algo que nadie se atreve a certificar hasta la noche, cuando todo sea historia.

Los dos con modificaciones

En un partido que promete, Racing y Boca abrirán en Lanús las semifinales de la Copa de la Liga. Boca llega a este partido luego de superar con autoridad a Defensa y Justicia por 2 a 0 en la Bombonera y redondear uno de sus mejores presentaciones en el certamen.

El entrenador Sebastián Battaglia realizará un cambio: el ingreso del mediocampista Juan Ramírez, autor de uno de los tantos ante el elenco de Florencio Varela, por Óscar Romero o Eduardo “Toto” Salvio (este último cuenta con más posibilidades de aguardar entre los suplentes).

Racing viene de golear a Aldosivi por 5 a 0 en el Cilindro, con un despliegue de alto nivel futbolístico.

El técnico Fernando Gago no confirmó el equipo debido a que aguardará por el futbolista Matías Rojas, quien fue una de las figuras frente al elenco de Mar del Plata.

Según trascendió, la variante sería táctica y entraría Fabricio Domínguez, que es quien cuenta con características más defensivas.

Hinchas de la hinchada

En mi habitación de adolescente tenía una tira con páginas de diarios que cubría todo el largo de una pared. Eran páginas que yo recortaba especialmente, la mayoría en color (una novedad en los 90) y en ninguna había un jugador: todas eran de la hinchada de Racing.

Eran tiempos en que no había mucho de qué enorgullecerse dentro de la cancha: nuestros años de quiebra, del juez Gorostegui autorizando a que jugara el equipo desde un despacho en La Plata, de malaria institucional y deportiva.

Lo único que teníamos –o que nos quedaba– era nosotros, nuestra pasión inexplicable. Éramos casi un slogan rockero: los mismos de siempre. Yo iba con mi viejo, que me llevaba a todos lados, me mostraba ese mundo fascinante que tenía siempre a Racing y su sufrida gente en el centro. Éramos, como alguna vez escribió el periodista Alejandro Wall, hinchas de nuestra hinchada. Con todo lo bueno y con todo lo malo que eso implicaba.

Me acuerdo de que uno de esos recortes de diarios era en la Bombonera: las dos tribunas visitantes hasta las manos, banderas y la liturgia futbolera en los peligrosos tiempos de El Aguante. También me acuerdo que en 2001, cuando estaba en tercer año, diseminaba con orgullo un comentario que había escuchado en la tele: que el Boca de Mauricio Macri le podía dar al Racing de su amigo Fernando Marin tres bandejas, dado que el local no jugaba por nada y el equipo de Mostaza se encaminaba a un título después de 35 años. Ese comentario, como tantos otros, nunca se concretó. Pero casi no importó: la mera posibilidad ya me generaba orgullo.

En las últimas horas me vengo acordando de todo ese tiempo: desde que tengo la entrada para ingresar a la popular siento la adrenalina de aquellos años de adolescencia. Es porque volveré a ver a Racing en un clásico, con casi 20 mil personas del otro equipo enfrente. Ojalá que podamos estar a la altura y no rompamos otra vez el juguete.

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