La esposa Gustavo Elorrieta (42) y sus hijos sabían que el hombre iba a ir a visitarlos el 10 de julio pasado. Estaba todo acordado. Pero en realidad la finalidad de
la familia no fue recibirlo con los brazos abiertos, sino matarlo. La Justicia cree que, al menos, con un mes de antelación la mujer, el hijo más grande de la víctima y otros dos jóvenes planificaron el crimen del gendarme.
Ese 10 de julio, Elorrieta manejó más de 300 kilómetros desde Buenos Aires hasta la localidad santafesina de Roldán. El gendarme, sin saberlo, condujo unas cuatro horas hasta su muerte en su auto Volkswagen Bora. Cuando llegó a destino le escribió un mensaje a su actual novia y le avisó que había llegado bien. Eso fue cerca de la medianoche de ese día.
Pero después no se comunicó más con ella. Y 15 días más tarde tampoco se reincorporó a su trabajo como gendarme en Capital Federal, como estaba previsto. Allí se prendieron todas las alarmas entre los familiares de Elorrieta, radicados en Corrientes donde el efectivo era oriundo y entre sus compañeros de Gendarmería Nacional. Nadie sabía dónde estaba, el celular daba apagado y su auto había sido encontrado abandonado y chocado el 14 de julio, pero en ese momento aún no se había denunciado la desaparición del hombre. En el interior del vehículo había rastros de sangre.
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Lo habían matado. Según reconstruyó la fiscalía, entre el 10 y el 12 de julio, Mercedes Flores (47), A.E. su hijo de 17 años, Mario Luis Faetani (26) amigo de ambos y Alexis Galarza (18) amigo del menor participaron del asesinato del gendarme, del descarte del cuerpo y de la planificación del crimen.
“Nosotros pudimos acreditar por los testigos y por la prueba objetiva que ellos habían planificado este homicidio, por lo menos, desde el mes de junio en donde se habían reunido en determinadas oportunidades. Presumimos que es la esposa la ideóloga de todo esto junto con esta gente. Ellos ya sabían que en julio él venía y durante junio estuvieron planificando el hecho”, informó el fiscal Adrián Spelta.
La mujer y los otros dos mayores fueron imputados este martes y se les dictó prisión preventiva por dos años por “homicidio doloso triplemente calificado por el vínculo, por alevosía y por el concurso premeditado de cuatro personas en concurso ideal en calidad de coautores y consumado”. El hijo de la víctima será juzgado por un tribunal de menores.
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Los acusados sabían que tenían que eliminar a un hombre que superaba los cien kilos, estaba entrenado y era fuerte. Por eso los investigadores sospechan que lo drogaron “con alguna sustancia” para que no pudiera defenderse.
“Entendemos que lo han drogado con alguna sustancia que ha impedido la resistencia por parte de él. Recordemos que era una persona que medía casi dos metros, y que pesaba casi 130 kilos. Una persona difícil de atacar y muy probablemente se hubiese resistido a un ataque. Por lo que entendimos que, por la jeringa encontrada en la casa, primero le aplicaron alguna droga para inmovilizarlo. Posteriormente, le aplicaron los golpes”, detalló el fiscal. La mayoría de esos golpes fueron en la parte superior de la cabeza, por lo que se cree que la víctima estaba sentada y por debajo de la altura de los atacantes.
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Todo sucedió en la casa familiar ubicada en la calle Larrea al 1200, en Roldán. Luego de darle una sustancia anestésica para inmovilizarlo le efectuaron múltiples golpes en la cabeza. Se cree que fue atacado con una maza.
Luego lo ataron desde el cuello hasta sus pies y lo subieron al baúl del auto de la víctima. Y allí también habrían colocado, distribuidos en distintas bolsas, los elementos utilizados para consumar el plan criminal.
Limpiaron la casa meticulosamente y el 12 de julio, se contactaron con otro menor para que condujera el auto de la víctima por distintos caminos rurales en donde iban realizando diferentes paradas para descartar evidencia.
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Cuando llegaron a la esquina de Dorrego y Camino de los Gauchos, pararon el auto y la esposa de Elorrieta, su hijo y Galarza abrieron el baúl, sacaron el cadáver del gendarme y lo arrojaron a un aljibe seco que había en esa zona, según determinaron los investigadores.
Cuando regresaban, los acusados tuvieron un accidente con el auto y lo dejan abandonado. Pero eso no fue todo. Luego, Mercedes contrató un remise “para que en distintas oportunidades la trasladara a arrojar evidencia del homicidio en diferentes zonas de Rosario y Roldán”, se detalló.
El cuerpo del gendarme fue encontrado el 29 de julio pasado. Estaba en un aljibe cubierto de ramas y tierra. Ese día el fiscal pidió la detención de los cuatro acusado de estar implicados en el crimen del gendarme.
El móvil. Elorrieta era miembro de Gendarmería y estaba desde febrero pasado radicado en la ciudad de Buenos Aires porque allí estaba haciendo unas capacitaciones profesionales.
En abril, el gendarme comenzó una relación amorosa con otra mujer, según reconstruyeron desde la fiscalía. Por eso, los investigadores creen que al informarle a su esposa que iba a ponerle fin a su relación matrimonial, ésta comienza a planificar el crimen. Aunque se aclaró que se están investigando si existieron movimientos en cuentas bancarias, que permitan virar el móvil del crimen a una cuestión económica.
Este miércoles, familiares, amigos y colegas despidieron los restos del segundo comandante de Gendarmería Elorrieta en el cementerio de la Misericordia, en la localidad correntina de Monte Caseros, de donde era oriunda la víctima.
Sus colegas lo despidieron en el cementerio con unas sentidas palabras: “Ingresó a gendarmería para constituirse un centinela de la patria y ahora desde el lugar que nuestro señor le ha reservado a su lado será un centinela celestial que guiará a cada gendarme en el bien cumplimiento de nuestra misión. Ruego a Dios nuestro señor para que en su infinita misericordia conceda a su familia una cristiana resignación, conformada por la fe y el afecto de quienes compartimos su dolor. Segundo comandante descanse en paz”.
NG
