El simbolismo marcó la jura de Gustavo Petro como presidente de Colombia

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Gustavo Petro, el primer presidente de izquierda en la historia de Colombia, prometió poner fin a la violencia doméstica y buscar una nueva estrategia en la lucha contra el narcotráfico.

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Gustavo Petro, el primer presidente de izquierda en la historia de Colombia, prometió poner fin a la violencia doméstica y buscar una nueva estrategia en la lucha contra el narcotráfico.

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la Plaza de Bolívar, centro político e histórico de Bogotá, Petro juró como presidente en compañía de la vicepresidenta Francia Márquez, primera afrodescendiente en ocupar el cargo.

Petro, economista de 62 años, recibió la banda presidencial de manos de María José Pizarro, senadora e hija de Carlos Pizarro, máximo comandante del extinto grupo guerrillero M-19, a la que perteneció Petro, asesinado cuando aspiraba a la presidencia en 1990.

En el acto, del cual participaron nueve mandatarios de América Latina, entre ellos el presidente Alberto Fernández, y el rey Felipe VI de España, Petro empuñó la espada de Simón Bolívar, robada en enero de 1974 por el M-19.

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También asistieron los expresidentes colombianos Juan Manuel Santos, Ernesto Samper y César Gaviria, de tendencia liberal. Los conservadores Álvaro Uribe y Andrés Pastrana declinaron la invitación.

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El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, con el cual Petro acordó restablecer relaciones diplomáticas, no fue invitado a raíz de sus diferencias con el mandatario saliente, Iván Duque.

La espada de Bolívar estuvo en poder del M-19 durante 17 años hasta que fue entregada al Estado en 1991 como un gesto de paz. Permaneció desde entonces en una bóveda del Banco de la República hasta 2020, cuando fue trasladada a la Casa de Nariño, donde reside el presidente.

Petro encarna a una izquierda que ha sido marginada y en ocasiones estigmatizada por el peso de más de cinco décadas de un conflicto armado interno que dejó 50.770 secuestrados, 121.768 desaparecidos, 450.664 asesinados y 7,7 millones de desplazados forzosamente, según la Comisión de la Verdad.

Desde hace cinco años el país transita un período de posconflicto tras la firma del acuerdo de paz entre el Estado y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la guerrilla más antigua de América Latina, pero el pacto no puso fin a la violencia.

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La paz total a la que aspira Petro implica reanudar las negociaciones con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la última guerrilla activa en Colombia, y someter a la justicia a las bandas del narcotráfico. En especial, el Clan del Golfo. La violencia, a su vez, se ha cobrado la vida de más 560 defensores de derechos humanos desde 2016.

BL PAR