Cómo la extrema derecha impuso su discurso

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Remeras, folletos, pins, y banderas estadounidenses se reparten en los puestos de los candidatos políticos en un centro de conferencias en Prescott, Arizona. Pero la mesa de Ron

Watkins, un candidato republicano al Congreso que saltó a la fama por sus vínculos con los conspiracionistas de QAnon, está vacía.

Watkins, un programador informático de unos 30 años, se enfrenta a la misma realidad que han enfrentado muchos otros candidatos vinculados a la secta que apoyó a Donald Trump en 2020, y participó en la toma del Capitolio: su apoyo no se traduce automáticamente en una campaña política exitosa.

Los rivales republicanos más reconocidos superaron ampliamente a Watkins. Y otros dos candidatos al Congreso en Arizona, que contaban con el apoyo de apoyo de QAnon, también se quedaron cortos en las primarias del 2 de agosto.

El Partido Republicano coqueteó con los QAnon en 2020, cuando varios candidatos vinculados a la Q buscaron un cargo más alto con su respaldo para el entonces presidente Donald John Trump. Sin embargo, identificarse con el movimiento se volvió un descrédito.

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Roger Stone, Michael Flynn, y la extrema derecha.

Los demócratas calificaron a los candidatos vinculados a la Q como extremistas. Y todos menos las representantes Marjorie Taylor Greene, de Georgia, y Lauren Boebert, de Colorado, perdieron sus carreras.

Pero mucho de la prédica QAnon se ha colado en el discurso republicano durante la campaña de cara a las legislativas del 8 de noviembre, que recambiaran a un 30% del Senado. Incluida la creencia de que los “agentes malvados" del estado profundo controlan el gobierno de Joe Biden, y que Trump está librando una guerra contra ellos.

Varios candidatos han encontrado formas de aludir a esas teorías y capitalizar seguidores, sin mencionar explícitamente las teorías conspirativas. “La iconografía y la marca Q se han quedado en el camino. La gente realmente ya no se identifica como creyente de QAnon. Pero sus opiniones son masivamente convencionales”, apunta Mike Rothschild, autor del libro “La tormenta sobre nosotros: Como QAnon se convirtió en un culto y teoría conspirativa de todo“.

Roger Stone, Michael Flynn, y la extrema derecha.

Repiten que los demócratas son unos pedófilos que se aprovechan de los niños, y los “preparan con educación sexual inclusiva”. Y que las restricciones por el Covid-19 sirvieron para frenar las transformaciones que venía haciendo Donald Trump: eliminar el “estado profundo" de burócratas y políticos que quiere controlar a los estadounidenses. La “casta”.

Esta polarización empuja una carrera electoral sorprendentemente apretada, a pesar de los bajos índices de aprobación del presidente Biden: los demócratas están empatados con los republicanos según una encuesta del New York Times. El 41 por ciento de los votantes registrados dijeron que preferían que los demócratas controlaran el Congreso, en comparación con el 40 por ciento que prefería a los republicanos.

Estas encuestas hablan de una influencia menguante del ex presidente Trump: la mitad de los votantes republicanos están listos para dejar atrás al magnate, y pensar en un nuevo candidato para las presidenciales de 2024. Pero allí los QAnon quieren tener una segunda chance desde las sombras.

Once de los 37 candidatos al Congreso republicanos tienen algún historial de impulsar teorías QAnon en la campaña según Media Matters for America, un grupo de vigilancia liberal. Y los líderes demócratas advierten en voz alta sobre las amenazas de la derecha a la democracia.

Roger Stone, Michael Flynn, y la extrema derecha.

Los negacionistas de las elecciones aumentan, y muchos votantes republicanos están convencidos de que los comicios de 2020 fueron fraudulentos, sembrando la desconfianza en la democracia estadounidense.

“Es una guerra cultural, los republicanos recogieron algunas de las líneas más conspirativas que vienen con QAnon y las pulieron. Hubo una fusión casi perfecta”, marcó Jared Holt, experto en QAnon y gerente senior de investigación en el Instituto para el Diálogo Estratégico.

Roger Stone suele decir que el día en que Joe Biden cruzó el umbral de la Casa Blanca convertido en presidente, se abrió una “puerta satánica” sobre la residencia. Una puerta que “solo la oración logrará cerrar”.

Stone acuñó el eslogan “Stop the Steal” (detengamos el robo electoral), y es uno de los aliados más cercanos de Donald Trump, que estos días mide sus chances para ver si se volverá a presentar en 2024.

Roger Stone, Michael Flynn, y la extrema derecha.

La otra gran estrella de la “Gira del renacimiento” que vende entradas por hasta 250 dólares para aportar a la campaña republicana es Michael Flynn, un general retirado al que echaron en 2014 del cargo de director de la Agencia de Defensa de Inteligencia, pero volvió a la Cas Blanca como consejero de Seguridad Nacional de Donald Trump.

Flynn tuvo que dejar el cargo en 2017 por su implicación en la trama rusa (tras mentirle al Congreso) pero está una vez más de vuelta como uno de los referente en los círculos de extrema derecha QAnon: ha repetido que Italia empleó satélites militares para favorecer el triunfo del presidente Joe Biden en 2020.

A Flynn y Stone los une además el haber sido indultados por Trump antes del final de su mandato. En coincidencia con los días previos a la toma del Capitolio: a Stone lo vinculan con la milicia radical Proud Boys (su líder Enrique Tarrio fue acusado de conspiración); y Flynn habría sido el arquitecto de la marcha.

Para Steve Bannon, el Maquiavelo del populismo estadounidense, “Mike Flynn bien podría estar en la lista de candidatos a vicepresidente en 2024”. “Y si Trump no se postula, creo firmemente que Mike lo hará”, vaticina el armador que quiere también una segunda chance.

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Steve Bannon, el Maquiavelo de la derecha. | Foto:CEDOC