Hace 50 años que un hombre no está en la Lunay esa abstinencia desvela a la NASA.
El primer vuelo de una misión Apolo ocurrió en 1968 y demandó siete
años ininterrumpidos de trabajo, incluidos los Proyectos previos, Mercury y Gemini.
El 12 de septiembre de 1962, durante un discurso dado en la Universidad Rice, el presidente John F. Kennedy anunció su gran sueño: “Elegimos ir a la Luna”.
“La mirada del mundo está puesta ahora en el espacio, en la Luna y los planetas que están más allá, y hemos jurado que no lo gobernará una bandera de conquista hostil, sino un estandarte de libertad y paz. Hemos jurado que el espacio no se llenará de armas de destrucción masiva, sino de instrumentos de conocimiento y entendimiento.
“Sin embargo, solamente podemos cumplir los compromisos de esta Nación si somos los primeros y, por consiguiente, es nuestra intención ser los primeros”, advertía el presidente John Fitzgerald Kennedy hace 60 años.
Kennedy prometió conquistar la Luna
Es claro que en el tablero de la Guerra Fría, tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y la Unión Soviética trasladaron su puja más allá de la atmósfera, en la “Carrera” Espacial. Y el primer objetivo era la Luna. Y sigue siéndolo.
Hasta la primera caminata lunar de Niel Armstrong, ganaba la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas:
-el primer satélite en el espacio (Sputnik, 1957);
-el primer ser vivo rumbo al espacio (la perra Laika, que –pobrecita- murió poco después del despegue);
-el primer cosmonauta en órbita (Yuri Gagarin, 1961);
-la primera cosmonauta mujer en órbita (Valentina Treshkova, 1963).
Si esta rivalidad con la URSS no hubiera existido, habría sido muy difícil imaginar que el gobierno americano llegara tan lejos. La competencia es el sistema circulatorio del capitalismo.
Hace 50 un astronauta pisó la Luna por última vez
De las once misiones que integraron el programa Apolo, las cuatro primeras -Apolo 7, 8, 9, y 10- fueron de ensayo y pruebas piloto.
Apolo 11 coronó una gesta histórica, con un antes y un después: llevó a tres hombres al satélite terrestre y el 20 de julio de 1969 Neil Armstrong caminaba en esa lejana soledad: “Un pequeño paso para el hombre pero un gigantesco salto para la humanidad”, decía desde el otro mundo.
Aún hoy resulta una gesta asombrosa, cuánto más si se piensa que los baches impiden transitar la provincia de Buenos Aires y los piquetes, la capital.
Cinco de las seis misiones que siguieron al Apolo 11, imitaron la proeza histórica de Neil Armstrong y Edwin Aldrin, saltando a trancos por la enigmática superficie lunar.
Todo parecía andar sobre ruedas, pero en 1972, Gene Cernan, astronauta de la misión Apolo 17, terminó siendo el último estadounidense en pisar la Luna, el 30 de septiembre. Después de eso, nunca más. Ya pasaron 50 años.
Durante estos 60 años frenéticos para la ciencia aeroespacial de Estados Unidos, un total de doce astronautas caminaron sobre la Luna. Cerca de 400.000 personas participaron en el programa Apolo, que duró 14 años y costó US$ 104.200 millones (monto actualizado).
Y cuando dejó de ir a la Luna…
De todos modos, la NASA no estuvo perdiendo el tiempo en estos últimos 50 años. Se planteó varios objetivos nuevos y los cumplió:
- el Skylab, un laboratorio que estuvo en órbita terrestre (1973-1979) fue el escenario de 270 investigaciones biomédicas y astronómicas;
- la NASA se concentró en observar el universo y casi todos los meses descubre un nuevo sistema solar;
- envía sondas y satélites a lejanísimos rincones del sistema solar;
- detectó ondas gravitatorias, esas curvaturas invisibles del espacio-tiempo que viajan a la velocidad de la luz y hasta entonces sólo se creían una fantasía que brotaba de la cabeza humeante de Albert Einstein (Nobel de Fisica 1921);
- hasta hoy, NASA destruye asteroides que nos ponen en peligro;
- NASA siguió oteando el horizonte y sus ojos se cruzaron con los de Marte, otra deuda pendiente, que por ahora dejaron en manos de varios robots.
- desde el espacio, NASA volvió los ojos a la Tierra y envió imágenes reveladoras de huracanes, incendios y calentamiento global.
¿Para qué volver a la Luna, entonces, cuando todavía les queda tanto por explorar?
¿Qué hay en el lado oscuro de la Luna?
En estos momentos, la NASA tiene la vista puesta en el polo sur de la Luna. Llegar hasta allí es el cometido del proyecto Artemis.
En el polo sur lunar, el Sol se mantiene por debajo o justo por encima del horizonte, y la temperatura supera los 54 °C en los períodos de luz solar, pero desciende a -203 °C en los cráteres que “unen” algunas montañas.
El polo sur de la Luna es un abismo al que jamás entró la luz del sol en millones de años. Es la oscuridad total.
¿Para qué ir ahí, entonces?
Los especialistas calculan que, para cuando la NASA concluya todo el Proyecto Artemis, en el 2024, habrá invertido US$ 93.000 millones para que los astronautas vuelvan a pisar la Luna. Artemis no sólo pretende enviar una misión tripulada en el 2024 sino proyecta una residencia permanente, al menos con fines científicos y económicos.
Si Artemis I finalmente despega de Cabo Kennedy en los próximos días, y resulta exitosa, desplegará en la Luna dos pequeños satélites CubeSats para buscar recursos lunares.
Artemis I también “alunizará” un rover que busque agua o volátiles y confeccione un mapa completo de la Luna. Es decir, Artemis I será la primera misión cartográfica en nuestro satélite.
Artemis no solo llegará a la Luna con robots. Muy por el contrario, la cereza del postre será la exploración humana en un área absolutamente desconocida para el hombre, un campo virgen para pensar en descubrimientos científicos.
Poner un pie en la Luna
Cuando arriben en 2024, los tripulantes de Artemis –una mujer y un negro- harán investigaciones geológicas pisando el suelo lunar, desplegarán instrumentos, recolectarán muestras manualmente y podrán entender el proceso de “los volátiles” que podría ser la llave maestra.
Los volátiles son elementos químicos en estado sólido que se vaporizan cuando aumenta el calor. Un cubito de hielo es un volátil, por ejemplo.
Y el tema entusiasma a la NASA hasta lo indecible: “Es probable que los volátiles lunares estén atrapados en las regiones de la Luna en sombra permanente, y esos volátiles tienen una historia que contarnos sobre la historia del sistema solar”, dijo Jake Bleacher, científico jefe de exploración de la NASA en la sede de Washington.
“La capacidad de extraer muestras de núcleos profundos y mantener sus propiedades de temperatura y vacío hasta los centros de investigación en la Tierra podría conducir a descubrimientos poderosos, no solo sobre los volátiles, sino también sobre la historia de nuestro sistema solar”, agregó BLeacher para el reporte oficial de NASA.
Rastrear “yacimientos” de volátiles cambiaría todo. Presumen que en el polo sur de la Luna hay grandes cantidades de hielo; es decir, de hidrógeno y oxígeno, elementos claves para mantener la vida y también, la materia prima del combustible que propulsa los cohetes terrestres hacia el espacio.
La Luna, un negocio redondo
Si lograran llegar a esas cuencas de volátiles acuosos, las misiones espaciales podrían autofinanciarse.
“El polo sur tiene características sorprendentes que presentan nuevas oportunidades para la investigación y la exploración del espacio profundo a largo plazo. Aunque aterrizar, vivir y trabajar en condiciones polares será todo un reto, los avances tecnológicos que se están llevando a cabo para Artemis permitirán superar estos desafíos y potencialmente permitirán llevar a cabo algunos de los mayores descubrimientos del siglo XXI”, aseguró NASA en los últimos días, después de que se suspendiera varias veces el lanzamiento de Artemis I, todavía en veremos por culpa del huracán Ian.
Al fin de cuentas, la sabia Naturaleza siempre tiene la última palabra.
Mientras tanto, en la Tierra, Europa sigue sin gas, Ucrania se desangra, Putin amenaza, los soldados rusos se quiebran y los civiles rusos son arrastrados de los pelos hacia los cuarteles. En este horizonte terrícola, quedaría pésimo que Rusia repasara en voz alta cuántas vueltas le faltan para ponerse al día en la carrera espacial.
Sin duda, ya lo estarán haciendo en voz baja; Estados Unidos, mientras tanto, sigue en boxesesperando que se aleje Ian.
