El último cumpleaños de Diego: pastillas, malhumor y horas revolcado en la cama

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Diego asoma por la manga de la cancha de Gimnasia, pisa el césped y mira las tribunas vacías. Camina encorvado, las rodillas apenas lo sostienen. En el centro del campo de

juego lo esperan Marcelo Tinelli y Chiqui Tapia con las ofrendas. Lo llevan. Con dificultad levanta la mano derecha para saludar a un estadio sin hinchas. Recibe una camiseta de Gimnasia enmarcada, dos placas, una torta. Diego balbucea. El barbijo disimula la sonrisa dibujada pero no puede ocultar la mirada empastillada. El genio inmortal es ahora el más vulnerable de los mortales, pero nadie quiere verlo. Este 30 de octubre de 2020 Maradona cumple 60 y esos trece minutos que estuvo sobre el campo de juego del Lobo serán los últimos que compartirá en público. Veinticinco días después ya sabemos lo que pasó.

El día de Diego arranca a las 9 de la mañana. Un despropósito. La noche anterior se había acostado tarde, borracho y de mal humor. Despertarlo tan temprano no es una buena idea. Pero a Matías Morla le parece oportuno regalarle una caja de habanos cubanos a esa hora inoportuna. Diego apenas reacciona. Dice gracias con un hilo de voz y se queda tirado en la cama. Está débil y deprimido. Ni piensa en que se había comprometido en ir a la cancha de Gimnasia para celebrar su cumpleaños y el regreso del fútbol en medio de la pandemia. Ya no tiene voluntad ni para imponer sus caprichos. Está entregado.

En la puerta del barrio privado de Brandsen donde está instalado Maradona se empiezan a juntar hinchas con banderas y pirotecnia. Desde adentro no se escucha nada. Diego sigue tirado en la cama, cada vez más malhumorado. Nadie puede convencerlo de que haga el esfuerzo para levantarse. Hasta que aparece Diego Junior, su hijo menor. Había llegado con su madre, Verónica Ojeda, y provoca el milagro.

Sin ánimo y con esfuerzo, Diego se arrastra hasta el living, se desparrama en su sillón preferido y posa para las fotos, frente a la torta y con un habano en la boca. Le ponen una campera con el logo de YPF, flamante sponsor de su llegada a Gimnasia, y ubican de manera estratégica latas de Speed. Las imágenes van a dar vueltas por todas las redes sociales.

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Terminado el protocolo de la torta y las fotos sponsoreadas, Diego vuelve a la cama. Necesita que este 30 de octubre termine cuanto antes. No quiere festejos, llamados ni regalos. Lo único que pretendía era juntar a sus cinco hijos: no pudo. Cuando llega Fatura Broun, el arquero de Gimnasia, lo encuentra así. Primero le hace el chiste que le repetía siempre: “¿Vos quién te pensás que sos, Maradona?”. Pero Maradona no reacciona. Fatura se tira en la cama a su lado. Cree que tiene que hacer algo. Entonces le dice con tono firme: “Dale, levantate porque te cago a trompadas”. Contra todos los pronósticos, Diego le hace caso. Recién ahí empieza a barajar la posibilidad de ir a la cancha de Gimnasia.

Cuando llega Gianinna y lo encuentra sentado en una silla de plástico en el jardín, al lado de un fogonero que le habían regalado para el cumpleaños anterior, Diego ya había decidido ir al estadio. La idea es ir, recibir el homenaje y volver. Salen para el Bosque en dos camionetas. Diego viaja con Gianinna, Verónica y Dieguito. En el otro vehículo va el entorno.

El neurocirujano Leopoldo Luque llama al kinesiólogo Nicolás Taffarel. Los dos profesionales coinciden en que el paseo por el estadio del Lobo no sería lo mejor para Maradona. El diálogo es revelador.

Luque: Decime que, aunque sea, puede hablar, boludo... ¿Puede hablar o no?

Taffarel: ¿Sabés cómo se fue? No podía ni caminar, un papelón. Sabés que la cagada se la manda Matías, Leo. En confianza… Lo fue a despertar a las 9 de la mañana, él con Víctor entraron a la pieza y lo quisieron despertar porque era el cumpleaños y se la remandaron.

L: Qué boludos que son, cómo le van a alterar el sueño así.

T: Una bronca… la cara desencajada, perdido. Para colmo, fue Gianinna y otra vez lo vio mal, la mina se largó a llorar, un desastre. Matías vino, lo puso de putas a las 9 de la mañana… ¿por qué lo despertás? Es un pelotudo.

Las camionetas llegan al estadio y estacionan detrás de una tribuna. A Diego lo tienen que ayudar para que baje. Está a metros de su última aparición pública. Justo el día que cumple 60. Hace dos años Maradona dejaba señales que pocos pudieron ver.

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