La última cena, un reloj de oro y un bidón de nafta: el trasfondo de un asesinato brutal

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Elvio Rubilar (55) se reunió a cenar con una pareja amiga en su casa de Puerto Madryn. Pero en un momento de la madrugada el encuentro se puso “ríspido”. La hija

del anfitrión y otra mujer que también estaba en el lugar decidieron irse. Y en ese momento todo fue violencia. El hombre apodado “El Chaco” atacó al dueño de casa. Lo golpeó, le dio un sillazo y como no logró derribarlo sacó un arma y le disparó en la cabeza. Junto a su novia le dieron vuelta la casa y antes de escapar se llevaron un reloj de oro y más de 150 mil pesos.

Pero la secuencia no terminó ahí. Según reconstruyó la fiscalía en su acusación, Daniel Orlando “Chaco” Hadzaman (36) regresó unas cuatro horas después con Pablo Bell (36) para prender fuego la propiedad y eliminar evidencias. Pero no tuvieron en cuenta que una cámara de seguridad de la cuadra registró el movimiento de los acusados. Pero también existieron en la causa distintos testimonios que encaminaron la investigación hacia estas tres personas.

Esta semana empezaron a juzgar a “Chaco” y a su entonces pareja, Rocío Oroño (31). Los acusan por “homicidio en ocasión de robo agravado”. Mientras que Bell reconoció su participación en el hecho y se declaró culpable en un juicio abreviado por el delito de “encubrimiento”, por el que fue condenado a tres años de prisión.

Rubilar había estado involucrado en una causa de narcotráfico conocida como “Tridente del Golfo”, que investigaba a una organización que distribuía droga en Puerto Madryn y Trelew. Y en el momento del crimen estaba siendo investigado por la Policía Federal por presunta vinculación con el comercio de estupefacientes.

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Reconstrucción. La hija de la víctima había declarado en la causa que ese 30 de junio de 2020 cenó con su padre, una vecina, “Chaco” y Rocío en el living y que alrededor de las 2.30 de la madrugada se fue de la casa porque “notó una situación ríspida” entre los hombres. Mientras que, la otra mujer que participó del encuentro se retiró poco después. A las 3.20 ocurrió el crimen, según estimaron los peritos que realizaron la autopsia.

Esta mujer narró, en sintonía con lo que había deslizado la hija de la víctima, que la pareja y Rubilar “estaban tomando merca, se reían, pero también discutían por plata”. Destacó que los dos hombres eran los que estaban “más exaltados” y “contando plata que había sobre una mesa”. Ella también decidió irse.

Rubilar, quien había sido investigado en causas vinculadas al narcotráfico, fue golpeado, intentó defenderse y luego recibió un disparo arriba de la ceja que lo mató al instante. Una cámara de seguridad sobre la calle Formosa en el barrio Covimar I, en la ciudad de Puerto Madryn, captó cuando dos personas se retiran de la casa de “El Papi”, como lo llamaban, a las 3.18 de la madrugada.

Luego, el fiscal Alex Williams le pondría nombre a esas dos personas y las identificaría como Hadzaman y Oroño. Cuando fue allanada la propiedad en la que vivía la pareja, los efectivos encontraron un reloj de oro que para los investigadores era propiedad de la víctima, 400 gramos de cocaína de máxima pureza y un arma que luego las pericias confirmarían que había sido la utilizada para el crimen. Hasta hallaron billetes que evidenciaban haber sido quemados.

Es que luego de asesinar a Rubilar, “Chaco” regresó en un remís junto con Bell y un bidón de nafta. Eran las 7 de la mañana del 1° de julio. Doce minutos después se los ve en las cámaras de seguridad salir de la propiedad y a sus espaldas la casa del “Papi” empieza a arder.

Los vecinos dieron aviso a los bomberos que la casa 102 se estaba incendiando y ellos mismos empezaron a apagar las llamas. Para cuando los bomberos llegaron, Rubilar estaba tirado en la vereda, ya sin vida, con un tiro en la cara.

Tras apagar el incendio e inspeccionar la propiedad, encontraron en el living gran cantidad de manchas hemáticas, mayormente concentradas en una pared, un sillón, el piso y una mesa. También encontraron billetes de mil pesos parcialmente quemados y un bidón verde de nafta. La casa estaba toda revuelta.

Otra testigo contó que en la propiedad de Rubilar “había mucha plata” ese día por “la venta de un terreno”. Según recordó, ella lo había ayudado a contar el dinero y dijo que “una parte importante” la habían guardado en una caja de whisky plateada.

Cuando la policía allanó la casa de la pareja de acusados, encontró en un bolsillo de un saco largo y negro “gran cantidad de dinero”. Con esa misma prenda de vestir se la había visto a Oroño salir de la casa de Rubilar y en sus manos llevaba una caja rectangular. También hallaron billetes con manchas de sangre y las pericias establecerían que correspondían tanto al “Chaco” como al “Papi”.

La causa tuvo otro dato llamativo. La hija de la víctima recibió un mensaje de WhatsApp a las 6 de la mañana desde el celular de Rubilar que decía “Dónde estás hija”. A ella le llamó la atención porque su papá no le escribía sino que le mandaba audios. Efectivamente, no había sido él el que envió el texto porque para entonces ya estaba muerto.

El “Papi” murió en su propia casa tras una cena con “amigos”. Fueron sus invitados los que están acusados de ultimarlo y ponerle fin a su vida.

“El ‘Chaco’ me engañó”

“Son ustedes, me quiero entregar, me engaño el ‘Chaco’, me llevó para buscar una moto y estaba el gordo Rubilar muerto, yo no tuve nada que ver, lo voy a mandar re en cana al ‘Chaco’.” Pablo Bell dijo esa frase, según consta en la causa, cuando la policía lo fue a detener dos días después del crimen de Elvio “El Papi” Rubilar en Puerto Madryn.

Los efectivos llegaron a él, luego que una testigo se presentara en la comisaría de forma voluntaria a preguntar por su amiga Rocío Oroño, luego de enterarse por los medios que estaba detenida. Y fue ella la que aportó un dato clave: Bell le había contado que durante la madrugada del 1° de julio de 2020 había aparecido en su casa Orlando “Chaco” Hadzaman y su novia y le contaron lo que había pasado con Rubilar. “Lo puse al Papi”, le habría dicho Hadzaman.

Ambos hombres sacaron nafta de una moto de Bell (según la testigo) y se tomaron un remís hasta la casa de Rubilar para prenderla fuego. Luego de contar estos detalles trascendentales para la causa, la policía acompañó a la testigo hasta la casa donde estaba Bell y éste los recibió diciendo: “¡Ah, son ustedes, me quiero entregar!”.

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