Lo que hay que saber sobre la República Democrática del Congo, primera escala del Papa en África

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Con inmensas riquezas minerales y tierras fértiles, una población numerosa y joven y un territorio del tamaño de Europa occidental, la República Democrática del Congo debería ser el motor económico de

África y una potencia mundial.

Pero el país, a veces llamado el "gigante dormido" de África, se ha visto frenado por un sangriento legado de colonialismo, guerras interminables, décadas de mala administración de los fondos públicos y una carencia crónica de infraestructura.

El Papa Francisco tenía previsto viajar al este de Congo, pero el recrudecimiento de los incesantes combates de las milicias -que han costado millones de vidas durante el conflicto- lo obligó a limitarse a la capital, Kinshasa, ubicada en el oeste del país.

Según numerosos historiadores, el país estaba destinado al fracaso por responsabilidad de la potencia colonizadora, Bélgica, que durante décadas gobernó Congo con mano de hierro, extrayendo sus inmensas riquezas naturales.

Bélgica se retiró abruptamente tras la independencia en 1960, negando a la República del Congo el período de transición que sus dirigentes habían pedido.

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Miles de personas recibieron este martes al Papa Francisco en Kinshasa. Foto: AFP
Miles de personas recibieron este martes al Papa Francisco en Kinshasa. Foto: AFP

Justo antes de su asesinato en 1961, Patrice Lumumba, el líder independentista que fue primer ministro de Congo, escribió en la última carta a su esposa: "Quiero que mis hijos, a los que dejo atrás y quizá no vuelva a ver, sepan que el futuro de Congo es hermoso".

Más de medio siglo después, Congo sigue esforzándose por hacer realidad su visión.

Selva, petróleo y gas


El país posee una vasta selva tropical considerada uno de los pulmones del mundo.

La mayor parte de la selva congoleña, más de 2 millones de kilómetros cuadrados de bosques tropicales biodiversos y turberas ricas en carbono, está en Congo. El resto se extiende en los países vecinos.

Sólo superada por la Amazonia, la selva tropical de Congo elimina grandes cantidades de carbono de la atmósfera: un estudio calcula su valor en 55.000 millones de dólares anuales.

La selva tropical y las turberas se enfrentan a múltiples amenazas: las madereras, los fabricantes de carbón y, más recientemente, el gobierno congoleño, que anunció el año pasado que subastaría bloques petrolíferos que se solapan con zonas protegidas.

Hace poco, Congo concedió a tres empresas norteamericanas los derechos para explotar bloques de gas bajo el lago Kivu.

Aunque algunas zonas están desapareciendo rápidamente, todavía quedan vastas extensiones de selva tropical sin modificar.

El Papa Francisco, este martes en Kinshasa con el presidente de la República Democrática del Congo, Felix Tshisekedi. Foto: EFE
El Papa Francisco, este martes en Kinshasa con el presidente de la República Democrática del Congo, Felix Tshisekedi. Foto: EFE

Minerales preciosos


Congo es rico en minerales raros y preciosos.

Con oro, cobre, diamantes, coltán y, según los cálculos, dos tercios del cobalto del planeta -elemento clave en las baterías de los autos eléctricos-, los expertos consideran que Congo es uno de los países más ricos del mundo en minerales.

Y la competencia por ellos es feroz. Conforme el mundo inicia la transición para abandonar los combustibles fósiles, el cobalto se ha vuelto sumamente valioso. China y Estados Unidos se han lanzado a una carrera para hacerse con el control del suministro mundial.

Según el Departamento del Tesoro de EE.UU., casi todo el oro de Congo acaba en manos de potencias regionales como Ruanda y Uganda: se saca de contrabando, se refina y se exporta a los mercados internacionales, especialmente a los Emiratos Árabes Unidos. Ruanda y Uganda han negado las acusaciones.

La fiebre por extraer la riqueza de Congo ha llevado a la explotación de los trabajadores de las minas, la violencia contra las comunidades locales y las guerras subsidiarias, especialmente en el este del país.

La población del este se enfrenta a una escalada de violencia e inestabilidad.

El conflicto se ha apoderado del este desde hace décadas, donde más de cien grupos armados identificados por una serie de siglas -las ADF, las FDLR, las LNR y CODECO- matan, violan y han desplazado a 5,5 millones de personas, según Naciones Unidas.

Los refugiados de Congo llevan años huyendo a otros países de África y a Europa, Canadá y Estados Unidos.

Pero recientemente, un grupo miliciano llamado M23 ha impulsado una nueva ola de violencia, perpetrando masacres y provocando la huida de cientos de miles de personas, muchas de las cuales se dirigen a la ciudad de Goma, ubicada frente a un lago.

Allí, diminutas tiendas hechas de lona y cinta de embalar llenan ahora el paisaje, dando un mísero refugio a sus ocupantes, que a menudo son niños pequeños y madres traumatizadas.

Provincia del Ecuador, en la República Democrática del Congo, una de las selvas tropicales más grandes y antiguas del mundo. Foto: Nanna Heitmann/ The New York Times
Provincia del Ecuador, en la República Democrática del Congo, una de las selvas tropicales más grandes y antiguas del mundo. Foto: Nanna Heitmann/ The New York Times

Congo asegura que Ruanda da apoyo al M23, y el presidente congoleño, Félix Tshisekedi, ha acusado al país de "tendencias expansionistas".

El presidente de Ruanda, Paul Kagame -durante mucho tiempo un protegido de Occidente cuyo país es uno de los principales receptores de ayuda estadounidense- niega apoyar a esa milicia. Pero los expertos de la ONU han publicado pruebas creíbles de que Ruanda ejerce el "mando general y la planificación estratégica" del M23, armándolo y colaborando con su reclutamiento.

Las hostilidades, que tienen sus raíces en el genocidio de 1994 en Ruanda, se han intensificado en las últimas semanas, cuando Ruanda disparó contra un avión militar congoleño que, según dijo, violó su espacio aéreo.

El poder de la Iglesia católica


La Iglesia católica congoleña es políticamente poderosa.

La Iglesia católica de Congo, la mayor de África, ejerce una poderosa influencia en la democracia del país.

Desde la década de 1990, la Iglesia tenido un papel decisivo a la hora de exigir rendición de cuentas a los dirigentes del país.

Tras la misa de los domingos, las congregaciones de todo el país marchan a veces directamente de la iglesia a las manifestaciones, lo que hace más difícil a las autoridades prohibir las protestas o reprimirlas.

A lo largo de los años, los manifestantes han salido a la calle por el intento inconstitucional del presidente de presentarse a un tercer mandato y han exigido nuevas elecciones y el fin de la guerra en el este.

En época de elecciones, la Iglesia envía veedores a los colegios electorales de todo el país -40.000 en las últimas elecciones- para comprobar el buen desarrollo de los comicios y denunciar cualquier intento de perturbar el proceso o alterar los resultados.

La última vez que Congo fue a las urnas para elegir nuevo presidente, en diciembre de 2018, la Iglesia Católica anunció que había un claro ganador.

Aunque se abstuvo de decir de quién se trataba, los expertos coincidieron en que había sido Martin Fayulu, el principal candidato de la oposición. Pero Fayulu no pudo asumir como presidente, ni tampoco el candidato del partido gobernante, elegido a dedo por el entonces presidente, Joseph Kabila. En su lugar, otra figura de la oposición, Tshisekedi, se hizo con el poder, respaldado por Kabila.

En diciembre se celebrarán nuevas elecciones. Se espera que Tshisekedi y Fayulu vuelvan a competir.

Fuente: The New York Times

Traducción: Elisa Carnelli

CB

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