"¿Podés venir? Se murió una chica": una testigo declaró sobre las últimas horas de Lucía Pérez

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Dice que la carita de la chica le quedó grabada para siempre, que la estremeció descubrir que más o menos tenía la edad de su hija. La tuvo de frente por primera vez

cuando su vecino, que la cargó al hombro y la acababa de sentar en la caja de una camioneta, le palmeaba las mejillas: "Lucía, despertate, Lucía", la llamaba insistente.

La chica nunca respondió; su cabeza se ladeaba en cada palmada. La mujer quedó preocupada ("esa noche no dormí"), y fue su marido quien al día siguiente la tranquilizó, cuando lo vio al vecino tirándole un palito a su perro: "Ves -le dijo-, si la chica estuviera muerta él no estaría jugando con el perro".

En la quinta audiencia del juicio por la muerte de Lucía Pérez, el día en que hubiera cumplido 23 años, se centró en los testimonios de una vecina de uno de los imputados, Matías Farías, y de quien le alquilaba la casa donde murió la adolescente el sábado 8 de octubre de 2016.

Celeste Tiseira vivía en la casa contigua a la de Racedo 4825 del barrio Alfar. Pasado el mediodía de ese sábado, observó movimientos que volvieron a llamarle la atención, pues ya había visto que ahí vendían drogas, y más: vio a compradores tomando cocaína en la puerta de su casa. Supuso que se trataba de una situación de ese tipo.

Pero no. Juan Pablo Offidani, el otro imputado, llegó en su camioneta con otro hombre (Alejandro Maciel, ya fallecido) y minutos después salieron apurados con su vecino, que cargaba una persona al hombro. Tiseira pensó que "era un flaquito, sólo le veía las rastas", y supo cuando la sentó en la cajuela que era una adolescente.

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La madre de Lucía Pérez en el tribunal donde juzgan a los acusados.
La madre de Lucía Pérez en el tribunal donde juzgan a los acusados.

Los abogados quisieron saber por qué no denunció, y le tembló la voz al responder "¿a quién le voy a denunciar, a dónde me voy a meter? Si uno ve en la esquina de donde venden drogas al patrullero, ¿adónde vas a ir?".

De la calle llegaba el sonido de la radio abierta que se instaló para celebrar el día en que hubiera sido el cumpleaños 23 de la víctima. "Es un día especial, vinieron muchos amigos y gente querida a recordar a Lucía, es un día para reforzar el pedido de justicia por lo que le hicieron”, dijo a Clarín Marta Montero, la mamá de la adolescente, en la esquina de Brown y Tucumán, hasta donde llegaron organizaciones que impulsan la campaña nacional "Somos Lucía".

Luego declaró Mariana Almada, la dueña de la casa del Alfar donde murió la joven. Contó que fue Offidani, a quien se conocen "de chicos por la relación entre sus familias", quien le preguntó si le podía alquilar a su amigo Farías, lo que hizo. La noche anterior a la muerte de Lucía lo tuvo en su casa a su inquilino y él le mostró una foto de la chica, le dijo que la iba a ver al otro día. La había conocido esa mañana, cuando le vendió marihuana.

Pero ese otro, el sábado, él terminó llamándola: "¿Podés venir? Se murió una chica", recordó que le dijo. Fue cuando fue a buscar las pertenencias de la joven, acompañado por la Policía. Dijo que un agente le dijo que la chica había muerto por sobredosis.

El domingo, Almada volvió a ver a Farías, ahora con Offidani. "El estaba muy angustiado, lo veía medio pasado, y ahí fue cuando relató que habían tenido relaciones sexuales con la chica, que ella después se empezó a descomponer, que ella ya había llagado mal a la casa, que había estado consumiendo".

El padre de Lucía Pérez en el nuevo juicio por abuso seguido de muerte.
El padre de Lucía Pérez en el nuevo juicio por abuso seguido de muerte.

Contó que Farías le dijo que cuando sacó de la casa a Lucía "todavía estaba viva", que "la llevaron a la sala y ahí fue cuando falleció", y que su inquilino le regaló facturas y una chocolatada que habia comprado para la chica. De su casa, ocupada por Farías, dijo que era "un sucucho, todo desorden, cero limpieza".

"A Offidani lo vi igual que siempre, él siempre arriba, me llamó la atención, estaba como si nada y había muerto una chica. A Farías lo vi angustiado, lo vi afligido", dijo la mujer. El fiscal Leandro Arévalo le recordó su declaración en la instrucción preparatoria, cuando había dicho que al joven le brotaban las lágrimas, pero que le resultaba todo muy raro porque en la casa "estaban meta cumbia".

La audiencia pasó a un cuarto intermedio luego de los dos testimonios, pero no se reanudó porque al defensor de Offidani, César Sivo, le perturbaba el sonido que llegaba de la calle a causa de una discapacidad auditiva; el debate se reanuda este miércoles, día en que también se hará una inspección ocular en la casa de la calle Racedo.

Farías y Offidani están imputados por el delito de “abuso sexual con acceso carnal agravado por el suministro de estupefacientes seguido de muerte en concurso ideal con femicidio”, el mismo delito del que fueron absueltos en un juicio anterior, en 2018. Casación dispuso que se realizara un nuevo juicio porque los jueces habían dado un fallo que carecía de perspectiva de género.

Este segundo juicio comenzó el 7 de febrero, los alegatos se esperan para la próxima semana y en los primeros días de marzo podría conocerse el veredicto del caso que puso a Lucía Pérez como emblema de la lucha en el país contra la violencia de género y los femicidios.

Mar del Plata. Corresponsal

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