Líderes, se buscan

Sociedad
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A casi 40 años del nacimiento de nuestra democracia, la esperanza de construir un país distinto, que refleje el potencial de los argentinos, le es ajena a buena parte de la sociedad.

Prima un sentimiento de desencanto, síntoma de un diagnóstico mucho más profundo: una fuerte desconfianza hacia nuestra clase dirigente.

Según un estudio realizado por la consultora Ipsos en 2022, solamente 1 de cada 10 argentinos confía en sus líderes políticos. Esta frustración es eco de dos factores: las promesas incumplidas de nuestra democracia y sobrados ejemplos de una clase política al servicio de sus propios intereses personalistas. Nace de la desconfianza de que los impuestos no se vean reflejados en una macro ordenada, en servicios públicos de calidad o en el acceso a una vivienda adecuada. Pero también de que gran parte de la política juega su propia partida, con su electorado de rehén, lejana y muchas veces impermeable a las preocupaciones de la gente.

Hoy en nuestro país, la mayoría de los políticos se encuentran sumidos en una grieta construida por ellos mismos, tan enamorados de sus propias voces que se olvidaron de qué se trata escuchar. Un ejemplo claro es la obsesión de los más altos rangos del kirchnerismo con su agenda judicial, en vez de estar tratando, por ejemplo, la ley de alquileres, una de las verdaderas prioridades de los argentinos. ¿Acaso es tan difícil sentarse a la mesa para debatir una preocupación genuina de la gente?

La perspectiva mundial no es mucho mejor. En este sentido, América Latina presenta el menor nivel de satisfacción con la política y la democracia del mundo, superando en algunos países el 75% de insatisfacción. La desafección con la política refleja ilusiones que se convirtieron en desencantos. Nace tanto de una falla de los gobiernos para convertir promesas en acciones y resultados concretos -lo que los expertos en política pública llaman delivery- y de líderes que muestran poca capacidad de marcar el rumbo, abandonando sus responsabilidades y el debate de ideas por estar inmersos en un escenario circense donde gana quien grita más fuerte.

Aún así, estoy convencido de que la política sigue siendo el camino más eficaz para solucionar los problemas colectivos. Pero el tiempo es tirano y el cuestionamiento a los liderazgos se hace cada vez más grande y más evidente. Entonces, la urgencia me convoca a preguntarme ¿qué tipo de liderazgo necesitamos construir para hacer frente a esta crisis?

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“Liderar es una actividad colectiva”, afirma Ronald Heifetz -profesor de la Universidad de Harvard- en la cual movilizamos a otros para que puedan enfrentar exitosamente desafíos que se les presentan. Es animarse a abrir nuevos caminos, empoderando a los demás e invitándolos a involucrarse. Este es un llamado que me interpela y por eso hace unos meses impulsé junto con el PRO de la Ciudad la iniciativa Listas Abiertas, una convocatoria masiva que apuesta a la renovación de los liderazgos políticos en la Ciudad, suma gente al debate público y, así, eleva la vara de la política.

Liderar implica hacer la pregunta correcta. Es movilizar nuestras creencias más profundas, desafiando el status quo y empujando nuevas agendas. El mundo avanza a un ritmo que muchas veces da vértigo. Debemos anticiparnos y gestionar la velocidad de esos cambios porque no se le tiene miedo al cambio, si no a la pérdida. Estoy convencido de que debemos construir nuestro futuro de manera integral: dando voz a ideas que rompan el molde y, a la vez, planificando sobre lo ya construido. En un año electoral donde el 25% del padrón tiene menos de 25 años, debemos estar dispuestos a salir a su encuentro e innovar en el debate público.

Finalmente, debemos iluminar el liderazgo ciudadano. A partir de la escucha activa, podemos encontrar rasgos de liderazgo en muchísimos actores de la sociedad que no necesariamente se asocian a la política. Incluso el último mundial, con el brillo de nuestra selección, nos mostró lo importante de trabajar en equipo, de elevar el conjunto por sobre los personalismos y de animarnos a sumar caras nuevas. Y no solo se limita al deporte. Si abrimos los ojos podemos ver líderes en muchísimos ámbitos: un aula, un estudio de televisión, una start up. Son líderes que nos rodean en el día a día que reúnen muchísimas cualidades de las que hoy la política tiene que aprender: la escucha, la valentía, la convicción, el esfuerzo, la empatía, la entrega.

Para asegurarnos el futuro que queremos, tenemos que debatir qué liderazgo necesitamos construir hoy. Buscando líderes en la oferta de hoy, no nos alcanzarían los clasificados del domingo; y son pocos los que podrían responder el llamado con honestidad intelectual. Es por eso que necesitamos renovar la forma en que construimos liderazgo en la política, renovando las voces y caras que se sientan en la mesa. Las ganas que veo cuando me junto con vecinos de la Ciudad mantienen viva mi convicción de que es posible construir algo distinto. Tenemos mucho por crecer si queremos estar a la altura de los desafíos que tenemos por delante.

El autor es Vicepresidente 1º de la Legislatura porteña. Docente en la Universidad Torcuato Di Tella y San Andrés.