Hablar de lo que se puede, no de las limitaciones

Sociedad
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Hay resultados extraordinarios que a veces uno duda en publicar. Mujeres de más de 40 que han quedado embarazadas por técnicas de fertilización en su primer intento. Jóvenes con síndrome de Down

que logran un estudio de formación profesional. Personas que mejoran su crisis emocional grave gracias a una mascota. Hombres y mujeres que se recuperarse de una adicción a las drogas sin recaer.

¿Por qué uno, periodista, dudaría en darlos a conocer? Por temor a dañar a personas que pese a muchos intentos no logran tamaño resultado. A veces los comunicadores debemos buscar el equilibrio entre aquello que es muy prometedor pero no incluye a todos y las opciones menos alentadoras que atañe a muchos otros. Me planteo el dilema y creo que está bien publicar los logros: son situaciones atravesadas por conocimientos en ciernes y las experiencias positivas aportan siempre nuevas miradas.

Las familias que enfrentan estos temas quizás puedan encontrar aquí la punta de un ovillo que resulte útil, sin creer en las soluciones mágicas. Cada chico -o adulto- con un algo distinto es un universo. La historia que contamos hoy emociona y puede ser o no trasladable a otras. Pero hay herramientas que en muchos casos no se sugirieron antes y vale entenderlas. Las realidades y los límites de cada uno los sabe su familia, no tenemos recetas universales pero sí la convicción de que yendo para adelante se consigue mover la valla.

Habrá cuentas pendientes, casi de forma inevitable. Por ejemplo, la discriminación. Es inquietante que “el otro” -aquel que se percibe distinto a la mayoría- siga generando prejuicios propios de las brujas de Salem. Una vez, una profesional con parálisis cerebral, me contaba que cuando conocía a una persona lo primero que generaba cierta distancia en la comunicación era su silla de ruedas y su dificultad para modular con rapidez. Al rato, cuando el fondo tapaba las formas, los dos parecían olvidarse. La conexión se había hecho y ahí lo que primaba era el “yo-vos” no el “normal-discapacitado” (si la palabra normal significa algo). A eso debemos apuntar, a lo que el otro nos aporta, no a sus limitaciones.

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