Una joven que registra condenas y causas abiertas por narcotráfico, pero había sido beneficiada con la prisión domiciliaria para cuidar a sus pequeños hijos, fue detenida por la Policía de Misiones en
Los agentes de la Policía de Misiones la sorprendieron cuando llegaba a una plazoleta, aparentemente para concretar una entrega.
Ayelén Gigena, de 30 años, intentó escapar en su camioneta 4x4 cuando advirtió movimientos raros en la madrugada de este martes en la plazoleta de la avenida Sarmiento.
Los policías de Investigaciones y Drogas Peligrosas ya tenían información certera de que la mujer había incursionado nuevamente en la comercialización de estupefacientes en Apóstoles, una ciudad que está a 70 kilómetros de la capital provincial.
Gigena intentó escapar realizando una brusca maniobra, momentos en el que se le apagó el motor de su camioneta y rápidamente fue rodeada.
En el asiento trasero, los agentes hallaron un bolso con 24 bolsas plásticas con cogollos de marihuana y los envoltorios con clorhidrato de cocaína.
Además, en su poder tenía 155.000 pesos, un pequeña balanza, tarjetas de crédito y un teléfono celular que ahora será peritado en busca de información que podría derivar en nuevos procedimientos.
Cuando los policías la llevaron a la comisaría, corroboraron que Gigena tenía antecedentes por comercialización de drogas en la ciudad.
Su primera detención ocurrió a mediados de 2018, cuando Gendarmería allanó su casa y la arrestó junto a su pareja por vender marihuana en un edificio cercano a colegios secundarios de la ciudad.
Al año siguiente, la joven y su marido fueron condenados a cuatro años de prisión en un juicio abreviado, pero su paso por la cárcel fue breve, ya que los jueces accedieron a excarcelarla para que pudiera "cuidar a sus hijos".
Al año siguiente volvió a quedar imputada junto a tres hombres en una causa por transporte de estupefacientes. En 2021, Gendarmería nuevamente la vinculó con el mundo del narcotráfico y Gigena volvió a prisión por un tiempo. Incluso estuvo alojada en el penal de Ezeiza.
El año pasado regresó a un calabozo, pero esta vez en la Alcaidía de Mujeres de Posadas, que depende del Servicio Penitenciario Provincial pero aloja también a detenidas por delitos federales. Estuvo allí cuatro meses y a mediados de diciembre la Justicia Federal accedió a otorgarle la prisión preventiva que reclamaba su defensor.
Como Gigena no tenía colocada una tobillera electrónica que permitiera monitorear sus movimientos, desde el Juzgado habían recomendado a Gendarmería que realizaran constantes vigilancias para corroborar que estaba cumpliendo con las condiciones que se le fijaron al momento de otorgarle la prisión domiciliaria.
EMJ
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