Crisis bancaria: bamboleos en la cuerda floja de los mercados

Internacionales
Lectura

“El sistema bancario de EE. UU. es mucho
más frágil de lo que piensas”.
Financial Times 

Cuando el universo financiero se estremece a un lado y otro del océano y casi

“El sistema bancario de EE. UU. es mucho
más frágil de lo que piensas”.
Financial Times 

Cuando el universo financiero se estremece a un lado y otro del océano y casi

en las mismas horas, es difícil suponer que se trata solo de coincidencias.

El tiempo pareció regresar a las épocas de las grandes crisis globales con el colapso de los dos bancos de EE.UU. el pasado fin de semana, y luego en Europa, con el estallido de nada menos que el Credit Suisse, una entidad de tal tamaño que se perderían dentro de ella los protagonistas del derrumbe norteamericano. 

Pero lo que ha sucedido no se trata de un efecto contagio o dominó, de un acontecimiento sobre el otro como ocurrió en el colapso económico y financiero de 2008, pesadilla que todos recuerdan ahora con el temor de que vuelva a corporizarse.

La quiebra de los bancos intermedios, el californiano Silicon Valley Bank y el neoyorquino Signature Bank, tiene dinámicas propias y diferentes a las que pusieron al borde del abismo a la segunda entidad en tamaño de la supuestamente previsible y prolija Suiza.

BANER MTV 1

El punto en común que sí existe entre ambos hechos es más abstracto aunque no menos importante. Se vincula con un viejo problema del sistema, desregulaciones otorgadas o per secuyos daños se hacen perceptibles cuando ya es tarde.

Condiciones y audacia​


La noción provocadora de la “creatividad financiera”, que explica esos comportamientos, se funda en la idea de que cualquier iniciativa es posible si existen las condiciones y la audacia para llevarla adelante.

La crisis del SVG, es la del final tormentoso de una entidad especializada en startups tecnológicas. Esas firmas suelen ser rechazadas por los bancos más grandes y exigentes debido a las dificultades para garantizar que habrá un repago de sus créditos. Son empresas con buenos proyectos pero sin una solidez inicial.

Clientes preocupados hacen cola en una sucursal del Silicon Valley Bank in Wellesley, Massachusetts. Foto Reuters
Clientes preocupados hacen cola en una sucursal del Silicon Valley Bank in Wellesley, Massachusetts. Foto Reuters

Al mismo tiempo representan un mercado espectacular que liga con la innovación y desde ya con la apuesta vocacional al éxito todo bañado de cierta presunción nacionalista. “No somos bancos, somos la economía innovadora. Esto es EE.UU. versus China”, le dijo un banquero a un medio financiero exigiendo que el Estado defienda a esos bancos sin molestar con incómodas indagaciones.

El Standard, mucho más chico en activos y tamaño, se movió detrás del nicho prometedor de las cripto moneda, otro sinuoso espécimen de la modernidad. Ahí sí el primero llevó a la ruina al otro.

Lo mismo sucedió con el First Republic, otro de las tech, salvado el jueves en el límite de la quiebra por once gigantes bancarios que le transfundieron 30 mil millones de dólares. Todo suena en algún punto a un reacomodamiento del mercado a favor de esos gigantes.

Estas empresas y los bancos vienen de momentos de particular fortuna en su desarrollo. Uno de ellos fue con el caudal de dinero que el Estado inyectó tras aquella gran crisis del 2008, con el esquema del Quantitative Easing.

En términos sencillos ese dispositivo permite a un Banco Central, la Reserva Federal de EE.UU. por ejemplo, comprar valores del mercado, presionando a la baja las tasas de interés al aumentar la oferta monetaria.

La herramienta proporciona a los bancos más liquidez facilitando mayores préstamos e inversión. Estados Unidos y la Eurozona, con tiempos distintos, usaron este sistema como un pilar para sostener la economía durante los primeros años luego de aquel desastre histórico que marcó el final del gobierno de George W. Bush.

Otro momento, más reciente, fue a caballo de la pandemia. El Covid produjo otro sismo económico con caída del empleo, de la actividad económica y dela oferta, una de las razones, no la única, para el posterior desafío inflacionario.

Los gobiernos atacaron el problema con torrentes de dinero que fueron al consumo, con cheques directos a manos de los desempleados y en niveles extraordinarios, a los afortunados del sistema: empresas y bancos. Ahora, frente a la realidad de las llamas del incendio, se repara en hechos que sucedían a la vista de todos.

La secretaria del Tesoro de EE.UU. (ministra de Economía) Janet Yellen. Foto AFP
La secretaria del Tesoro de EE.UU. (ministra de Economía) Janet Yellen. Foto AFP

Los críticos del comportamiento del Silicon Valley Bank anotan en su libreta distorsiones como un crecimiento acelerado e injustificable de sus activos desde la pandemia; un enorme paquete de depósitos no asegurados y las inversiones en bonos a largo plazo del Tesoro cuyo valor, como se sabe, acabó desplomándose con el alza de la tasa de interés.

En números concretos, el portafolio del banco pasó de 27 mil millones de dólares en el primer trimestre de 2020 a 121 mil millones a fines del año siguiente.

Dennis Kelleher, uno de los directivos de Beter Markets, un conocido grupo civil que puja por la limpieza del comportamiento en los mercados, le dijo a la agencia Reuters que “es inexplicable que la Reserva Federal no haya previsto esta obvia amenaza a la seguridad y solidez del sistema bancario y a la estabilidad financiera”.

El salvataje


El caso del Credit Suisse es mucho más complejo por el tamaño de esa institución, lo que explica que su temblor el miércoles haya arrastrado a los sótanos las cotizaciones de bancos de primera línea a ambos lados del Atlántico.

Hay de todo en la historia de esa entidad con 167 años de vida, pero que entró en un ciclo de decadencia las últimas décadas. Apenas una leve mirada detecta escándalos de reputación, con mentiras de sus directivos a sus propios inversionistas a quienes negaron que la entidad estuviera perdiendo fondos, además de negocios opacos con todo tipo de tribus de corruptos y blanqueadores de dinero.

Ya el año pasado el Credit Suisse sufrió la retirada de liquidez por cerca de 130 mil millones de dólares. En esos 12 meses su valor de mercado había perdido un 30 por ciento, casi lo mismo que resignó este miércoles, hasta que el Banco Nacional de Suiza salió al rescate.

El desempeño del Credit Suisse, por llamarlo de algún modo, es otro ejemplo de la “creatividad” financiera, un fenómeno que nace tras la ruptura por parte de Richard Nixon junto a Milton Friedman de los acuerdos de Bretton Woods acabando con 27 años de patrón oro. Ese episodio de 1971 disparó una carrera especulativa de sobrevivencia con el nacimiento de los bancos de inversión. 

Movimientos de operadores en la Bolsa de Nueva York. Foto AFP
Movimientos de operadores en la Bolsa de Nueva York. Foto AFP

El ciclo de “creatividad”, de que todo es posible, tuvo su cima más rumbosa con las quiebras fraudulentas de las empresas Enron y World Com, las mayores en la historia del capitalismo -que informaron a Bolsa las deudas como ganancias- en el primer gobierno de Bush. Luego, en el segundo, con la bancarrota de Lehman por el negociado de la hipotecas subprime que desató un caos mundial con efectos financieros y políticos que aún hoy persisten.

Los reguladores suizos decidieron no repetir aquel fallido y evitaron la quiebra del Credit Suisse y sus graves consecuencias. Lo hicieron con la promesa de un flujo de dinero sin término que de inmediato dio vuelta las cotizaciones y abrió la puerta a la eventual compra de la entidad por el otro gran banco suizo, el UBS.

La Reserva Federal y las autoridades económicas de EE.UU., en cambio, no salvaron a los dos bancos, pero sí a los depositantes lo que implica lo mismo en términos de resultados. La Casa Blanca demoró gran parte del domingo para decidir qué hacer hasta que ofreció garantías totales para los depósitos aun por encima del límite garantizado de 250 mil dólares.

Será un enorme paquete de dinero, con empresas que tenían enterrados miles de millones de dólares en esa entidad. Como en el caso del banco suizo o con el First Republic, esos movimientos disolvieron de inmediato el pánico.

Se diría que estos auxilios tienen sentido y se justifican para evitar una escalada de colapsos. Pero hay mucho más latiendo bajo la superficie de lo que en general se conoce y sobre lo que en realidad se busca proteger.

El Financial Times publicó hace poco un estudio con el título del acápite de esta columna, realizado por un puñado de economistas de cinco universidades. El resultado puede ser impactante.

Observaron que al menos 190 bancos enfrentan el “riesgo de no poder responder a sus depósitos asegurados”, que sumarían unos 300 mil millones de dólares.

Pero el punto más inquietante constató la presencia de un espejismo sobre la consistencia del sistema. El estudio determinó que el valor de mercado de los activos de toda la estructura bancaria estadounidense es inferior en dos billones de dólares (millones de millones) al que se indica como valor contable de sus activos.
© Copyright Clarín 2023 

Mirá también

Crisis bancaria en EE.UU.: el colapso de la plata dulce

Estados Unidos: la inflación de febrero baja cuatro décimas, hasta el 6 % anual