Un paisajista recorre la Ciudad en bici para redescubrir el patrimonio urbano

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Fotos de casas y edificios patrimoniales. De íconos arquitectónicos del siglo pasado, curiosidades, detalles y reseñas de diferentes lugares de la ciudad de Buenos Aires. Así son algunos de los posteos

que habitualmente realiza desde su cuenta de Twitter, Fabio Márquez (@paisajeante), y que generan cientos de likes, recuerdos e interacciones.

Entre los hilos de tuits que más repercusiones generaron, figuran el de la historia de la ex Ciudad Deportiva del club Boca Juniors, en la Costanera Sur; el recorrido por la Costanera Norte que derivó en una serie de posteos sobre los diferentes estilos de diseño del murete que separa la urbe del Río de la Plata.

En los últimos días, por ejemplo, provocó la atención de sus 32.400 seguidores la serie de posteos sobre el “cuidado o no” de los azulejos españoles que estaban en las paredes de las estaciones de subte Diagonal Norte, de la C, y la 9 de Julio, de la D, que fueron retirados para “su supuesta protección” por Subterráneos de Buenos Aires (Sbase) para la construcción del futuro Nodo Obelisco, que conectará a las tres estaciones de subtes.

Fabio, vecino de Villa Crespo, tiene 62 años y es licenciado en Diseño del Paisaje, con un posgrado en Patrimonio, y fanático de la bicicleta, medio con el que se mueve por toda la Ciudad, y con el que realiza sus travesías urbanas que luego convierte en posteos.

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El paisajista cuenta la historia de los espacios urbanos porteños que cambiaron su fisonomía en pos de un “falso concepto de progreso que derivó en la pérdida de la calidad de vida urbana, que padecemos por estos tiempos”, asegura en su charla con PERFIL.

“La Ciudad tiene, como si fuera de manera solapada, distintas improntas de momentos del pasado que le dan su valor patrimonial, que luego se convierten en atractivo turístico. Muchas veces, las personas miran, pero no ven, y ahí se pierde la interpretación de la iconografía urbana”, dice.

Respecto de la creación de la cuenta @paisajeante, Márquez reconoce que se dio casi de casualidad. “Empecé a postear los detalles de la Ciudad que iba descubriendo. En lugar de contárselos a mis amigos o alumnos, comencé subirlos con ese nombre. Se construyó solo el personaje. La idea no fue solo subir las fotos, sino también contar las historias que giraban en torno de esas fotos”, explica.

“El hilo de la ex Ciudad Deportiva, por ejemplo, generó cientos tuits y mensajes de personas que no tenían recuerdos de ese espacio, casi como que no hubiese existido. Me llamó la atención ese hecho puntual. Lo mismo sucedió con las piletas de Núñez; muy pocas personas recordaban su existencia”, indica a este diario.

Márquez hizo un pormenorizado detalle de la gestación, construcción y posterior abandono y desidia de lo que fue uno de los íconos urbanos de la Ciudad a fines de la década del 60 y los 70. Allí, ahora, IRSA, la desarrolladora del Grupo Elsztain, erigirá Costa Urbana, un complejo torres y edificios premium.

“La ribera del Río de la Plata, que considero un paisaje monumental, debería ser como la de Montevideo: el principal espacio público de la ciudad. Buenos Aires fue una ciudad balnearia y se perdió. Los gobiernos dictatoriales comenzaron a destruir la costa, y cuando regresó la democracia, no se reaccionó de manera rápida para su recuperación. Con el paso del tiempo, el tema se perdió en la agenda de los vecinos, al punto de llegar a comercializarse esas tierras ganadas al río”, completó.

Uno de los temas sobre los cuales también postea @paisajeante es la falta de espacios verdes públicos. “Después de Lima, la Ciudad es el segundo peor promedio de espacios verdes por habitante de la región. Más allá de las reservas ecológicas de Costanera Sur, Norte y del lago de Lugano, que además son de uso restringido, la Comuna 3 (San Cristóbal y Balvanera), tiene 0,40 m2 de espacios verdes por habitante, mientras que la Comuna 5 (Almagro y Boedo) promedia los 0,20 m2 de espacios verdes por habitantes. Villa Santa Rita no tiene plazas. ¿Cuál sería la solución? Impulsar acciones a largo plazo, como por ejemplo, plantar árboles en todos los lugares posibles y que estén bien mantenidos, promover techos verdes y utilizar materiales con mejor retención térmica que eviten el uso de equipos refrigerantes, y mejorar el transporte público, que no use más combustible fósil. La Ciudad se puede recuperar, pero va a llevar tiempo”, señaló por último.


Gracias a las personas-puente

Natalia Karbabian *

Un registro sutil del tiempo de vida de nuestra Ciudad habita en los detalles. Como hilo conductor y un cuento relator, que une calles, veredas y vivencias, y que aguarda paciente a los tiempos del presente, a ser descubierto.

Como tesoros no escondidos, podemos encontrarlos en objetos que hablan usos y costumbres, oficios, materialidades, tapas de hidrantes, buzones, rieles de tranvía, faroles, ventanas guillotina en un bar, tapas de interruptoraes de alumbrado público, volutas, simbologías, idiomas…

Hay quienes transitan mirando y, además, viendo. Quienes, al detenerse un instante y observar, registran esos otros tiempos devolviéndoles entidad. Seres capaces de ver silencios en la ruidosa rutina, silencios que probablemente no estamos estudiando en las clases que tomamos, y que relatan multiplicidad de peculiaridades, de culturas, barrios; vidas, ritmos y formas, que nos definen y caracterizan.

Quienes eligen verlo obran de puentes, tejiendo tiempos que, luego, comparten. Y es allí donde mágicamente, como si se tratase de una llave, accedemos a todas aquellas memorias y relatos, que suelen despertar fibras sensibles que captan y recuerdan un idioma particular…, ese interés y ese “ah…” como entendiendo, con los ojos medio abiertos y sonriendo levemente, como completando parte del álbum, de algo que nos habitaba y habitábamos, pero aún no registrábamos en nuestra propia casa. Como esas historias familiares que cuando son contadas imanan atención absoluta porque cargan un valor desconocido y transformador. Comprendemos más.

Y ya caminamos diferente. Vemos más, porque a través de ese hilo sentimos pertenencia. Y aprendemos a leer el idioma de los tiempos, las texturas, los ritmos, los detalles infinitos que son huella, reconociendo la herencia intangible.

Esas son las calles de Buenos Aires cuando sus habitantes las ven, las leen. Esa es Buenos Aires.

* Arquitecta FADU-UBA

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