Temblor electoral: Ameal y Pergolini recomponen su relación, y Riquelme recalcula su estrategia

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El mensaje de Mario Pergolini en su cuenta de Instagram, que circuló en varios medios como una crítica al equipo, pero sobre todo a la gestión de Juan Román Riquelme, es

solo la superficie –lo que se ve– de un movimiento que nadie publicará en redes sociales y podría tener consecuencias imprevisibles en el tablero electoral de Boca para este año. El empresario y conductor televisivo, quien renunció 15 meses después de haber iniciado su mandato, recompone su relación con el presidente Jorge Amor Ameal, lo que genera preguntas e incertidumbre en el sector que lidera Juan Román Riquelme.

Todo se da dentro de un club que, bajo un doble comando que tiene a Ameal en la calle Brandsen y al vice Riquelme en el predio de Ezeiza, se acerca a unos comicios que, como siempre, se nacionalizarán: al rumor instalado sobre la posible inclusión de Mauricio Macri en la lista opositora que encabezará el exministro de Modernización Andrés Ibarra, ahora se le suma otra tensión interna –una más– en un oficialismo al que casi todos sus integrantes definen con una palabra: “Roto”.

En medio de esa fragilidad política, Riquelme busca consolidar una candidatura que, semana a semana, oscila entre el primero y el segundo lugar en la boleta. La luna o el sol: repetir la estrategia de ponerse atrás (pero tener los votos), o dar un paso adelante y buscar presidir a Boca.

Hasta hace poco, la fórmula que repetían en ese espacio tenía dos nombres asegurados: Riquelme y el actual secretario general xeneize, Ricardo Rosica, quien permanece en el cargo a pesar de que ya no se habla con Ameal. El orden podía invertirse, pero los nombres no. En los últimos días, el acercamiento entre Ameal y Pergolini generó un sismo. La sola posibilidad de que Ameal quiera buscar su reelección replantea toda la estrategia que diseñan en Ezeiza Román y su hermano Cristian “Chanchi”.

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Lobbies. Si presidir Boca es más visible que gobernar una provincia, como alguna vez comparó un dirigente que conoce esas dos cuestiones, este 2023 lo volverá a validar. Faltan seis meses para abrir las urnas, pero la campaña –y la rosca permanente que la reaviva– empezó hace rato. De un lado y del otro de una grieta que en el club se replica a escala.

Así como el primer paso del macrismo xeneize fue nombrar a Ibarra como candidato, desde el oficialismo respondieron en los últimos días de 2022 con la presentación de la agrupación de Riquelme, Soy Bostero. A mediados de año, la comisión directiva que conduce Ameal deberá homologar a Soy Bostero, pero también renovar la personería de agrupaciones que la tienen vencida, como sucede con Por un Boca Mejor, presidida por Fabián Parra y referenciada en el círculo xeneize por su apoderado, “Coti” Nosiglia.

La pelea electoral también se dará en otros ámbitos. A la liturgia de pasacalles, pintadas y fotos, se le agregarán movimientos como el de la fiscal Celsa Ramírez, quien en el primer partido del año inició de oficio una investigación que derivó en la clausura de la tribuna alta sur de la Bombonera.

Muchos vieron en esa causa la sombra del expresidente Daniel Angelici, un influyente operador judicial que selló un acuerdo para consolidar a Ibarra y “recuperar” el club que condujo durante 25 años el macrismo.

Riquelme, nacido y criado en el fútbol, sabe que necesita una estructura política para contrarrestar esas embestidas que vienen de otras canchas. Cuenta con la amistad vecinal de Sergio Massa, y con algunas personas que pueden asistirlo para darle espesura a su posible candidatura: Víctor Santa María en el PJ, Enrique “Coti” Nosiglia en el radicalismo y Santiago Carreras en La Cámpora son apenas algunas de las personas que empiezan a arrimarse. El camino hasta diciembre es largo. Y aunque nadie sabe muy bien quiénes lo caminarán, en algo hay coincidencias: será espinoso.

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