Epidemia silenciosa: el abuso de la comida rápida ya causa más cirrosis que el alcohol

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El abuso de comidas rápidas puede traer aparejado muchos problemas de salud. El hígado graso, una afección en la que se acumula exceso de grasa en las células hepáticas, es uno

de los más frecuentes y se estima que, en las próximas décadas, aumentará junto con la obesidad y el sedentarismo.

De hecho, es muy probable que el consumo de comidas rápidas, a través del desarrollo de hígado graso no alcohólico (conocido como esteatosis hepática), reemplace al consumo de alcohol como causa de cirrosis. Así lo revela un estudio científico recientemente publicado y lo corroboran especialistas consultados por Clarín.

El hígado graso no alcohólico (HGNA) es la enfermedad hepática crónica más frecuente en el mundo, con una prevalencia del 20-30% en la población general y 60-80% en grupos de riesgo. 

Argentina es el cuarto país de Latinoamérica en el consumo de alimentos ultraprocesados. Según datos de la Sociedad Argentina de Gastroenterología (SAHE), se estima que entre el 20% y el 30% de la población adulta en Argentina tiene hígado graso, aunque la prevalencia varía según la región y los factores de riesgo asociados, como la obesidad, la diabetes y el consumo excesivo de alcohol.

“El mundo occidental atraviesa una epidemia de sedentarismo y obesidad. La enfermedad del hígado graso no alcohólico será la próxima epidemia en hepatología. En un futuro cercano, será la primera causa de indicación de trasplante hepático en el mundo occidental”, describe Raúl Adrover, médico especialista en hepatología del Hospital San Roque de Gonnet.

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Hígado graso no alcohólico

La enfermedad del hígado graso no alcohólico engloba un amplio espectro de situaciones clínicas que van desde la presencia sólo de grasa (esteatosis simple), desarrollo de inflamación hepática (esteatohepatitis), hasta cirrosis y cáncer de hígado. En general, es asintomática.

“Menos del 5% de las células hepáticas pueden contener grasa. Cuando este porcentaje es superado hablamos de esteatosis hepática que es leve entre 10% y 30%, moderada entre 30% y 60% y severa más del 60% de los células con grasa”, describe Raúl Adrover, médico especialista en hepatología, Hospital San Roque de Gonnet.

Y define: “La enfermedad del hígado graso no alcohólico -junto con las enfermedades cardiovasculares, la dislipemia (aumento de colesterol y/o triglicéridos en sangre), la obesidad y la diabetes tipo 2- es una enfermedad crónica no transmisible y constituye la principal amenaza para la salud: representa el 73% de las muertes de nuestro país”.

Datos alarmantes

Según datos del Ministerio de Salud, 6 de cada 10 adultos tiene exceso de peso lo cual aumenta el riesgo de tener más de 200 afecciones como enfermedades hepáticas crónicas. El problema afecta a todos los rangos etarios ya que el 30% de los niños en edad escolar presenta sobrepeso y el 6% tiene obesidad.

En una investigación publicada en la revista científica 'Clinical Gastroenterology and Hepatology' descubrieron que las personas con obesidad o diabetes que comen comida rápida en un 20% o más de sus calorías diarias tienen niveles significativamente más altos de grasa en el hígado que quienes consumen menos cantidad o nada de fast food.

La ingesta continua de estos alimentos aumentó la incidencia de hígado graso que está presente en un 25% de la población mundial. “La necesidad de trasplante hepático está vinculada con la enfermedad hepática originada por el hígado graso en cifras muy cercanas a la de otros tóxicos como el alcohol y las enfermedades virales crónicas del hígado”, señala Horacio Rubio, ex presidente de la Sociedad Panamericana de Endoscopía Digestiva.

En los últimos 10 años, la necesidad de trasplante hepático por la patología relacionada con el hígado graso aumentó un 170%. Por hepatitis C un 14% y por alcohol un 45%. También hay que aclarar que factores genéticos tienen influencia en el desarrollo de hígado graso, en la evolución hacia Esteatohepatitis y finalmente cirrosis”, señala Rubio que también es Director del Centro de Estudio de Enfermedades Digestivas (CEED).

“Se sabe que el consumo de ultraprocesados en exceso, junto a otros hábitos no saludables, como el sedentarismo, se asocia al desarrollo de diabetes tipo 2 y obesidad; pero se desconoce si su ingesta en forma continuada está relacionado directamente con el desarrollo de hígado graso, indica Pablo Calzetta, médico especialista en gastroenterología y hepatología.

La comida rápida, el hígado graso y la cirrosis

“El abuso de comida rápida genera obesidad e insulinorresistencia (tendencia a la diabetes). Es la tormenta perfecta para el hígado graso. La única causa de trasplante hepático que sigue en aumento es el hígado graso que lleva a la cirrosis”, subraya Esteban González Ballerga, jefe del servicio de gastroenterología del Hospital de Clínicas y vicepresidente de la Sociedad Argentina de Hepatología.

Guillermo Camus es jefe de servicio de gastroenterología del Hospital español de Mendoza. En diálogo con Clarín, explica: “ El sedentarismo asociado al alto nivel de sobrepeso y obesidad hacen que los pacientes con hígado graso generen una patología llamada esteatohepatitis no alcohólica y estos casos van en aumento. De hecho, la cirrosis por hígado graso está siendo más frecuente que la cirrosis por alcohol".

¿El abuso de comida rápida puede causar más cirrosis que el alcohol?

La comida rápida suele ser rica en grasas saturadas, sodio y azúcares añadidos, y baja en nutrientes esenciales como vitaminas, minerales y fibra. Varios estudios han demostrado que las personas que consumen grandes cantidades de comida rápida tienen  mayor riesgo de desarrollar hígado graso no alcohólico, una forma de la enfermedad que no está relacionada con el consumo de alcohol.

“Es importante limitar el consumo de comida rápida y seguir una dieta equilibrada y saludable que incluya una variedad de alimentos nutritivos y frescos, como frutas, verduras, proteínas magras y grasas saludables. Mantener un estilo de vida activo y hacer ejercicio regularmente también puede ayudar a prevenir el hígado graso y otras enfermedades crónicas”, recomienda Diana Krasniansky, médica especialista en medicina interna, hepatología y trasplante hepático.

Una Encuesta Nacional de Factores de Riesgo muestra que el consumo de alimentos saludables en nuestro país está por debajo de lo recomendado. 

Respecto a la ingesta de azúcar, nuestro país se encuentra en el cuarto lugar de mayor consumo en el mundo y las bebidas azucaradas representan aproximadamente el 40% de este consumo. “En Argentina,en el 2022, hubo un incremento de 20% en los pedidos de hamburguesas respecto al año anterior. Un combo que incluye hamburguesa, bebida azucarada y papas puede tener entre 1.500 y 2.200 calorías. Esto representa casi el requerimiento promedio diario de un adulto sano en una sola comida”, ilustra Adrover que también integra el equipo de Investigación Clínica en Hepatología del Hospital Italiano de La Plata.

Estudios en Argentina

Si bien en Argentina no hay ninguna investigación clínica publicada sobre comida rápida y enfermedad hepática, según comenta Krasniasky, existen varios estudios relevantes sobre hígado graso que han investigado la prevalencia, los factores de riesgo y las consecuencias de esta condición en la población. “Pueden ayudar a informar políticas y programas de salud pública que aborden esta enfermedad en el país”, evalúa Krasniasky.

Uno de los más relevantes es el Estudio de Prevalencia de Hígado Graso que se llevó a cabo en 2015 y 2016. El mismo encontró que la prevalencia de hígado graso no alcohólico (HGNA) en la población general de Argentina fue del 31,9%, lo que indica que esta condición es un problema de salud pública significativo en el país.

Otro análisis interesante es el Estudio de la Prevalencia de la Enfermedad Hepática en la Ciudad de Buenos Aires (EPREBAC), que se realizó en 2011. La investigación encontró que la prevalencia de hígado graso en la población adulta de la Ciudad de Buenos Aires fue del 33,8%, lo que indica que la prevalencia de esta enfermedad en la población argentina es similar a la de otros países de América Latina.

Además, hay varios estudios que exploraron los factores de riesgo asociados con el hígado graso en la población argentina. Por ejemplo, uno que fue publicado en 2017 detectó que la obesidad y la resistencia a la insulina son factores de riesgo importantes para el desarrollo de hígado graso.

Tratamiento

En la actualidad, no hay tratamiento farmacológico específico y todas las medidas terapéuticas están enfocadas en mantener una dieta saludable y en fomentar la actividad física. “En nuestro país, hay varios ensayos de investigación clínica farmacológica de fase 3 para pacientes con esta enfermedad y probablemente, en un tiempo cercano, contemos con medicamentos que ayudarán a tratarla”, distingue Adrover.

Y Camus refuerza: “Hay medicaciones en experimentación, pero nada funciona si no va asociado a una dieta actividad física regular que redunde en una disminución del peso, control de la glucemia y de la lipidemia”.

PS

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