Julieta Lanteri: luchadora y feminista "de urnas tomar"

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"Arden fogatas de emancipación femenina, venciendo rancios prejuicios y dejando de implorar sus derechos. Estos no se mendigan, se conquistan". La frase, que podría ser parte de los mensajes que circulan actualmente en

las marchas de mujeres, tiene más de cien años. ¿Su redactora? Julieta Lanteri, inspiradora eterna de diferentes generaciones de activistas, una de las primeras médicas del país, fundadora del primer partido feminista argentino, precursora de performances y pegatinas, y, sobre todo, pionera del sufragio femenino.

Nacida el 22 de marzo de 1873, esta mujer ítalo-argentina (que llegó en barco desde Briga Marittima) inició tempranamente su batalla contra una sociedad machista, cuando vio obstaculizado su ingreso a la Facultad de Medicina. Se había recibido del Colegio Nacional de La Plata, lo que la habilitaba —en los papeles— a entrar a la Universidad de Buenos Aires.

Pero se enfrentaba a un "problema" por partida doble: era inmigrante y mujer. Tras una carta al decano, logró su meta. Estudió, se recibió de farmacéutica y doctora, convirtiéndose en la sexta del territorio. Tenía las ganas y el promedio para desarrollar una carrera como profesora universitaria: nuevamente, se la frenó el prejuicio de las autoridades.

Buscando los vericuetos para lograr cada cometido que se imponía —como peldaños de una escalera sin fin—, Lanteri se nacionalizó argentina y volvió a presentarse a concurso docente. Esta vez, el rechazo vino sin argumentos. Demasiado díscola, se asociaba con otras mujeres, dentro y fuera de los claustros. Un secreto a viva voz.

En 1904,junto a Cecilia Grierson (la primera argentina en recibir un diploma de Medicina), fundó la Asociación Universitaria Argentina. El objetivo era claro: acercar cada vez a más estudiantes femeninas a las aulas. Dos años más tarde, participó del Congreso Internacional de Librepensamiento realizado en Buenos Aires. Y, como si fuera poco, siguió a la socialista Alicia Moreau de Justo en la creación del primer Centro Feminista.

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Julieta Lanteri no tomaba un "no" como respuesta, ni se dejaba llevar por los mandatos de época. Incluso en el ámbito personal, esperó casi cuatro décadas para casarse —inaceptable para los usos y costumbres—, con un hombre catorce años menor que ella. Se separó cuando se acabó el amor... décadas antes de que el divorcio fuera siquiera una opción.

La médica recibida Julieta Lanteri en el consultorio, en 1912. Crédito: Fondo Caras y Caretas.
La médica recibida Julieta Lanteri en el consultorio, en 1912. Crédito: Fondo Caras y Caretas.

Un Congreso Femenino Internacional en los albores del primer Centenario

1910 quedó en los anales de la historia argentina como uno de los más convulsivos. El 1° de mayo —fecha en la que se conmemora a los Mártires de Chicago—, cerca de 70 mil trabajadores y trabajadoras se movilizaron. El día 18 del mismo mes, se proclamó una huelga general por tiempo indeterminado.

Las fuerzas de seguridad, las bandas parapoliciales y la legislación persecutoria buscaba frenar el influjo de ideas de izquierda, anarquistas y socialistas. De todas formas, se había instalado una crisis del régimen y un debate particular emergía entre tantos otros: la cuestión de las mujeres.

Ellas ingresaban progresivamente a un mercado laboral cambiante y llegaban a ser mayoría en rubros como el textil. Docentes, vendedoras, empleadas fabriles y oficinistas salían de sus casas (donde, además cargaban con las tareas domésticas). Y exigían una compensación acorde, en todo sentido.

Carátula de las transcripciones del "Primer Congreso Femenino Internacional", celebrado en Argentina en mayo de 1910. Era la convulsiva época del primer Centenario. Julieta Lanteri fungió como secretaria del evento.
Carátula de las transcripciones del "Primer Congreso Femenino Internacional", celebrado en Argentina en mayo de 1910. Era la convulsiva época del primer Centenario. Julieta Lanteri fungió como secretaria del evento.

Dentro de ese contexto, entre el 18 y 23 de mayo, con Cecilia Grierson como presidenta y Julieta Lanteri como secretaria, tomó lugar el Primer Congreso Femenino Internacional de la República Argentina. Grierson fue categórica: era el momento de "acelerar la llegada de la 'ciudad futura', esto es, la organización definitiva de la ciudad de nuestros sueños" (sic).

No había exageración en sus palabras. En el temario figuraban los derechos laborales, el divorcio, la opresión, la necesidad de hogares maternales y las demandas al Estado en materia de educación y niñez. Lanteri introdujo la discusión sobre la prostitución. Se pronunció en contra, no de las mujeres, sino de "los gobiernos que la sostienen y explotan". De la reunión se desprendieron 500 actas, que conforman un hito del movimiento feminista.

Cuatro décadas antes a las urnas

Dos fechas, ligadas al peronismo, resultan paradigmáticas en la evolución del sufragio femenino en el país: 1947 —cuando se sancionó la ley— y 1951 —cuando las empadronadas pudieron acudir masivamente a los comicios—. Pero hay otro año del calendario que muchas veces se pasa por alto. Se trata de 1911, cuando la doctora Julieta Lanteri se consagró como la primera mujer en poner su boleta en la urna, en elecciones municipales.

Hay quienes argumentan que existía un antecedente: las sanjuaninas contemporáneas a Sarmiento que estuvieron habilitadas como electoras comarcales. Pero el diferencial de Lanteri es que votó una vez consolidado el Estado-nación argentino y lo hizo a modo de manifiesto político. Plantó la bandera sufragista como ejemplo, siguiendo los vientos internacionales.

En una mesa protagonizada por hombres, la señora Julieta Lanteri se dirige firme a la urna, a colocar su voto.
En una mesa protagonizada por hombres, la señora Julieta Lanteri se dirige firme a la urna, a colocar su voto.

¿Cómo lo hizo? Con ingenio y determinación. La ley porteña 5.098 disponía que podían ser incluidos en el registro "los ciudadanos mayores de edad que sepan leer y escribir, que se presenten personalmente a solicitar la inscripción y que hayan pagado en el año impuestos municipales por valor de 100 pesos como mínimo, o contribución directa, o patente comercial o industrial por igual suma, o ejerzan alguna profesión liberal dentro del municipio y se hallen domiciliados en él desde un año antes del día de la inscripción".

Las mujeres estaban implícitamente excluidas de la arena pública... aunque no de forma explícita. Julieta siempre se negó a ser un sujeto tácito. Con la razón de su lado, apeló a la Justicia. Un juez concluyó que "su derecho a la ciudadanía está(ba) consagrado por la Constitución y, en consecuencia, que la mujer goza(ba) en principio de los mismos derechos que las leyes que reglamentan su ejercicio acuerdan a los ciudadanos varones".

La Cámara de Apelaciones en lo Federal aprobó el fallo. Adolfo Saldías, historiador y testigo del hecho, como presidente de mesa, escribió que era la primera vez que una mujer ejercía el sufragio "en el país y en América Latina"... ¡antes de que existiera el voto "universal" —para un solo sexo—, secreto y obligatorio!

En 1912, se sancionó la Ley Sáenz Peña, que otorgó derechos democráticos a todos los ciudadanos hombres mayores de 18 años. Los registros electorales y militares se unificaron y una ordenanza de la Ciudad de Buenos Aires estableció, como requisito para votar, el registro en el servicio.

Julieta, siempre inquieta, intentó enrolarse e inclusive exigió reuniones como el ministro de Guerra y Marina, sin éxito. Su carrera como votante estaba definitivamente frustrada. "Mientras que el hombre piensa, estudia y trabaja y jamás siente saciedad en el saber, ¿por qué la mujer se detiene? De ninguna manera se debe admitir esto", protestó.

Si no puede votar... ¡que voten por ella!

La sufragista no tenía alternativa: la legislación impedía que repitiera sus antiguas hazañas. Era hora de pasar a algo nuevo. ¿Por qué no candidatearse? La Junta Electoral debió dar respuesta a una nueva petición de Lanteri, quien razonó: "La Constitución emplea la designación genérica de ciudadano sin excluir a personas de mi sexo".

En 1919, contra todo pronóstico, logró conformar el Partido Feminista Nacional, del cual fue candidata. ¿Su programa? La igualdad entre hijos "legítimos" e "ilegítimos" y el divorcio vincular. Pese a que solo los varones elegían... obtuvo el 1% de los votos. 

Boleta del Partido Feminista Nacional, del 2 de marzo 1930. ¿Su candidata? La médica Julieta Lanteri.
Boleta del Partido Feminista Nacional, del 2 de marzo 1930. ¿Su candidata? La médica Julieta Lanteri.

En 1930, pocos meses antes del primer golpe militar de Argentina, a cargo del teniente general José Félix Uriburu, ella presentó su última candidatura. Venía de reveses económicos y personales, a raíz de un enfrentamiento con la justicia federal de La Plata. Aun así, su ímpetu seguía firme.

El 23 de febrero de 1932, un auto se llevó puesto el cuerpo de Julieta Lanteri, quien murió poco tiempo después, en el Hospital Rawson. Las condiciones de su fallecimiento están cubiertas por un halo de misterio y las relación con grupos conservadores extremistas nunca fue descartada. Algo es seguro: el legado de esta luchadora resiste el paso del tiempo. Porque podrán arrancar las flores (violetas), pero nunca la primavera.

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