Polémica en el Bajo Flores: denuncian que sacan puestos de Gendarmería pero el Gobierno lo niega

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Hubo una época en la que la mayoría de los taxistas se animaban a ingresar sin problemas a la villa 1-11-14 de Bajo Flores. Sabían que muchos de sus pasajeros eran clientes

de los narcotraficantes locales, y que esos mismos narcos contaban con seguridad propia para que nadie los asalte.

Pero en los últimos tiempos la costumbre de brindarle custodia a los clientes, y a vecinos, comerciantes y taxistas, se terminó. "Hubo cambio de jefe en la villa", explica un vecino. "Los de antes eran más respetuosos. Ahora los 'soldaditos' de los narcos son los que te roban".

En ese nuevo contexto de inseguridad el lunes los vecinos se encontraron con otra novedad: Gendarmería Nacional, a cargo de la seguridad en el barrio, de un momento a otro, comenzó a levantar sus garitas de seguridad. Un grupo vecinal se organizó y el martes por la tarde decidió cortar Perito Moreno y Avenida Francisco Fernández de la Cruz para exigir el regreso de los puestos de la fuerza al barrio.

Protesta de vecinos del Bajo Flores por la remoción de puestos de Gendarmería. Foto Emmanuel Fernández
Protesta de vecinos del Bajo Flores por la remoción de puestos de Gendarmería. Foto Emmanuel Fernández

Armaron algunas carpas y se turnaron para pasar la madrugada en la misma esquina. Permanecieron hasta el miércoles a la tarde, cuando la zona se pobló por el partido entre San Lorenzo y Boca.

"Eran 24 puestos y quedaron 3. También se iban a llevar el que está frente a la iglesia (sobre Perito Moreno) y la gente no lo permitió. Impidieron que se lo llevaran", le contó a Clarín una de las vecinas que participó de las protestas. La sospecha de los vecinos es que los puestos que sacaron del Bajo Flores tienen como destino La Matanza, en el Conurbano bonaerense, como parte de las medidas anunciadas luego del crimen del colectivero de la línea 620, Daniel Barrientos.

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Pero desde el Ministerio de Seguridad de la Nación salieron a aclarar la situación. Dicen que en la villa había 21 puestos fijos "de los cuáles se desarmaron 9". Aunque aclararon: "Los agentes no se retiraron. Ahora trabajan en unidades móviles, 'caminando por el barrio'. Es un tema de reorganización".

Un puesto de Gendarmería en el momento en que es removido en un camión, este miércoles en la Villa 1-11-14. Foto Emmanuel Fernández
Un puesto de Gendarmería en el momento en que es removido en un camión, este miércoles en la Villa 1-11-14. Foto Emmanuel Fernández

Uno de los puestos que no está más es el 1, anteriormente ubicado en Cruz y Perito Moreno. Los vecinos lo ven como "fundamental" ya que dicen que en la zona hay distintas paradas de colectivos en los que viajan para ir a estudiar o trabajar. El puesto 2 sí que se "mudó": cruzó de una vereda a la otra de Perito Moreno, a la altura del estadio de San Lorenzo. El martes por la tarde fue reubicado a pocos metros de Parroquia Santa María Madre del Pueblo, de la manzana 3.

"Lo volvieron a instalar por nuestra protesta. Fue un mérito como vecinos. Pero tenemos que organizarnos mejor. Si no lo hacemos, y los puestos no vuelven, esto se puede convertir en Rosario", dice un vecino que lleva 37 años en la villa y prefiere el anonimato.

En la villa hay muchos rumores sobre quién sería el actual líder narco de un territorio históricamente definido como "el shopping del paco". Marco Estrada González, de nacionalidad peruana, más conocido como "Marcos", fue el capo más reconocido de una guerra que lleva cerca de 25 años de disputas. En junio pasado fue deportado a Perú.

Las malas lenguas del barrio dicen que "Marcos" ya estaría en Buenos Aires. Aunque es imposible confirmarlo. Otra versión dice que el nuevo dueño del territorio sería un primo de Fernando "Pity" Estrada González, hermano de Marco.

Los vecinos enrejan los pasillos para evitar hechos de inseguridad en la Villa 1-11-14. Foto Emmanuel Fernández
Los vecinos enrejan los pasillos para evitar hechos de inseguridad en la Villa 1-11-14. Foto Emmanuel Fernández

Lo único concreto es que los robos dejaron de estar prohibidos. La inseguridad escaló al punto tal que, en los últimos años, los vecinos de pasillos ponen plata e instalan rejas en cada pasillo. Solo tienen llaves los que viven ahí. Es para evitar los robos. 

Los vecinos consultados por Clarín hablan de dos tipos de ladrones, de perfiles bien distintos. Unos serían de nacionalidad peruana, jóvenes, y cumplirían el rol de soldaditos de los bunkers. En la villa son "famosos" por sus gritos "plata en mano, plata en mano" cuando organizan las filas de clientes que están a la espera de su turno para comprar cocaína o pasta base.

"Además están haciendo algo que nunca se vio en el barrio", advierte una fuente local. "Están extorsionando a comerciantes y feriantes para poder trabajar en la villa". Los otros señalados son argentinos. Están en "situación de consumo", como se los define. Son adictos que llegarían desde distintos puntos del conurbano bonaerense y pasan días o semanas sin regresar a sus casas. Se abastecen de dosis robando a vecinos de la villa, o de las inmediaciones.

Para los vecinos, es todo lo mismo. Solo exigen que regresen los puestos de Gendarmería, y aclaran que si no vuelven organizarán una protesta hasta el Ministerio de Seguridad de la Nación.

MG


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