Preocupación empresaria por la pelea en el PRO y el escenario económico después de las PASO

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La crema de la dirigencia empresaria recibió este mediodía a Mauricio Macri sin ocultar su simpatía pero con el mensaje de que no puede haber fisuras en el arco opositor. “Arreglen”, le soltó

sin vueltas Marcos Pereda, el presidente de la entidad anfitriona, el Cicyp, que cobija a la Rural, la UIA, la Bolsa, los bancos y las cámaras de Comercio y Construcción.

El encuentro fue en el comedor central de la Rural, en vez del clásico hotel Alvear. Y esta vez lograron 268 comensales 40 más que cuando fue Sergio Massa el último noviembre. En aquel momento, Massa estaba ilusionado con reducir la inflación a menos de 4% este mes.

Pereda, también vice de la Rural y al mando del grupo Bermejo líder en agroindustria, recibió a Macri con un acto fallido: ¿”Cuánto tiempo te costó aceptar la candidatura?”. Se dio cuenta y a renglón seguido arrancó con un duro discurso consensuado la noche anterior.

Enumeró: “un país a la deriva, déficit enorme, una inflación que lacera a todos y especialmente a los que menos tienen, el festival de tipos de cambio, el asedio a los empresarios, la falta de garantía jurídica”.

De paso, se refirió al agro como el más castigado con impuestos distorsivos. Y exhortó: “Los que conducen podrían empezar mañana en vez de extender la agonía y dilatar decisiones para que le explote al próximo”.

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Para la mayoría, el discurso de Pereda describió el cuadro de situación. Así lo expresaron Alfredo Gusmán (Celusal), Martín Cabrales (Café Cabrales), Adrián y Daniel Werthein, entre otros consultados por Clarín.

Mario Grinman ( Cámara de Comercio) contó que sus asociados, ante la incertidumbre, cuidan el stock como si fuera un tesoro. Gustavo Weiss ( Cámara de la Construcción), se quejó de las demoras en los pagos de la obra pública que se está llevando “puestas” a varias empresas en el contexto de alta inflación. Javier Bolzico (Asociación de Bancos) centró los problemas en el desborde de las cuentas públicas.

En una de las mesas, el CEO de una multi de consumo relataba que en el camino desde el aeropuerto a la casa matriz de la compañía, repasaba sus notas sobre las preguntas que suponía iba a ser sometido. Se sorprendió ante miradas inquisitivas y sedientas de conocimiento para que explicara cómo se fijan precios con una tasa de inflación del 7% mensual. “Están obsesionados con lo que nosotros hemos naturalizado”, contó.

Otro banquero advirtió sobre el gran temor: la espiralización de la crisis. Junio y agosto son las fechas que siguen los que toman decisiones en las empresas que últimamente pasaron del gerente de operaciones al financiero.

Junio, por la definición de los candidatos y agosto por las PASO, el primer test electoral, han pasado a ser claves.

Hubo coincidencia entre directores, consultores y algunos dueños de compañías en un temor. “Si el resultado es muy adverso al oficialismo, el Gobierno puede tirar la toalla y dejar el barco a la deriva”, coincidieron varios que pidieron reservas de sus nombres. Prudencia, privilegio del cash, bajar deuda, cobrar rápido es lo que se escuchaba frente al escenario tan temido.

Macri, en cambio, respondió relajado todas las inquietudes. Entre ellas, si podía dar marcha atrás con la decisión de no ser candidato. Dijo que era irreversible y se fue con pocos aplausos y muchos abrazos.

En eso, advirtieron que faltaba el brindis, tradición de estas reuniones. Y lo llamaron. Con Eduardo Eurnekian ausente, le tocó a Daniel Funes de Rioja. Y deseó: “previsibilidad, confianza, compromiso y una palabra que no mencionaste Mauricio, futuro”.