Clarín en Paraguay: incertidumbre y final abierto en la recta final de cara a las elecciones del domingo

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Las publicidades electorales aparecen lentamente a los costados de la autopista que va desde el aeropuerto Silvio Pettirossi hasta Asunción. Carteles y pintadas de candidatos erigidas contra el trasfondo de edificios y

comercios que van multiplicándose conforme la ruta se convierte en la avenida España y el centro se acerca.

Sin embargo, el frenesí publicitario no parece tener correlato en las calles. Los autos circulan sin mayores problemas y no hay registro ni de actos ni movilizaciones. Si no fuera porque en muchos carteles se ve que el domingo 30 de abril hay elecciones presidenciales en Paraguay, se podría estar tentado de pensar que la publicidad pertenece a unos comicios que ya sucedieron.

“Está todo muy tranquilo. Inclusive hubo actos de cierre de campaña y no se sintió nada”, comenta Víctor, el chofer del taxi, mientras maniobra entre dos autos e intenta avanzar por las calles de Asunción.

El hombre afirma que va a votar al candidato presidencial de un espacio, y la lista de diputados y senadores de otro, porque quiere “variedad”. Y a pesar de la falta de entusiasmo que parece rodear a todos estos comicios, Víctor no abandona la esperanza respecto a lo que pueda suceder el domingo: “Creo que puede ser una elección que puede cambiar el destino del Paraguay. Ojalá”.

Santiago Peña, el candicato presidencial del oficialista Partido Colorado. Foto: AP
Santiago Peña, el candicato presidencial del oficialista Partido Colorado. Foto: AP

La tranquilidad, la expectativa y la incertidumbre son las marcas que rodean a estas elecciones en Paraguay, en la cual se definirá el sucesor de Mario Abdo Benítez para el período 2023-2018, sin posibilidad de reelección.

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En un escenario reñido y de final incierto, la contienda parece estar destinada a definirse en los últimos días. El Partido Colorado, el más grande del país, podría llegar a perder por tan solo segunda vez en los últimos 70 años.

Cabeza a cabeza


En la recta final de cara a los comicios, la disputa está planteada entre dos candidatos: Santiago Peña, de la Asociación Nacional Republicana (el nombre oficial del Partido Colorado), y Efraín Alegre, del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), que se presenta junto a un frente de 40 partidos de centroizquierda llamada la Concertación.

La más reciente encuesta de la consultora Atlas dada a conocer el martes presenta un escenario de empate técnico. Según sus números, Alegre tiene una intención de voto del 34%, y Peña del 33%.

El mismo sondeo afirma también que el deseo de alternancia supera al de una continuidad del oficialismo: un 54% quiere que un nuevo espacio político llegue al poder, mientras que un 29% apoya la continuidad del Partido Colorado.

“Hay una incertidumbre como no se veía hace mucho tiempo. Tal vez desde 2008, cuando ganó Lugo”, afirma a Clarín Sebastián Acha, ex diputado y actualmente consultor político de la consultora Pragma. En este sentido, apunta a un hecho saliente para explicar el clima actual: la declaración de “significativamente corrupto” que le impuso Estados Unidos al ex presidente Horacio Cartes en julio de 2022.

Efraín Alegre, el candidato presidencial de la oposición en Paraguay. Foto: AFP
Efraín Alegre, el candidato presidencial de la oposición en Paraguay. Foto: AFP

La denuncia de EE.UU. impactó de lleno contra el oficialismo, no solo porque Cartes es el actual presidente del Partido Colorado, sino porque Santiago Peña es además considerado un “delfín” de Cartes.

Además de las acusaciones contra el ex mandatario, el oficialismo también ha debido lidiar con sus propias divisiones internas y la lucha entre las facciones que responden a Cartes y al actual presidente, Mario Abdo Benítez.

Campaña sin debates


“La decisión de Washington terminó por convertir la elección en una suerte de referéndum sobre la corrupción”, comenta Acha, que agrega que esto ha convertido la campaña en un escenario de escasas propuestas.

Ni siquiera hubo debates presidenciales, dado que los organizadores desistieron de su realización luego de que Peña pusiera como condición que se invitara a otros de sus rivales y no solo a Alegre, como estaba planteado originalmente el formato de discusión.

“Ha sido una campaña insulsa, donde no se puede distinguir la idea de país que tiene uno del otro, y donde básicamente se han dedicado a acusarse mutuamente de corrupción”, completa Acha.

Una capacitación en Asunción sobre el uso de máquinas de votación para la elección de este domingo en Paraguay. Foto: AFP
Una capacitación en Asunción sobre el uso de máquinas de votación para la elección de este domingo en Paraguay. Foto: AFP

Las posibilidades de la oposición


En este contexto, el escenario parece haber quedado abierto para la oposición, y en particular para Efraín Alegre, un abogado de 60 años que se presenta como candidato a presidente de Paraguay por tercera vez. En las dos ocasiones anteriores, perdió contra el candidato del Partido Colorado: en 2013 contra Cartes, y en 2018, contra Abdo Benítez.

La campaña de Alegre, que fue ministro de Obras Públicas durante el gobierno de Fernando Lugo (2008-2011), ha hecho foco en las denuncias de corrupción a Cartes y el candidato ha disparado munición gruesa, tanto sobre el expresidente como sobre Peña.

En una entrevista con Clarín en marzo, afirmó que el proyecto de país propuesto por el candidato del oficialismo “lleva a un modelo mafioso”, y ponía a Paraguay “en peligro de ser una economía narco dependiente”.

La oposición también cuenta con algunas divisiones en su seno. Si bien la Concertación está integrada por el grueso de la centroizquierda paraguaya, la consagración de Alegre hizo que parte del Frente Guasú, del ex presidente Lugo, optara por romper e ir con otro armado electoral. Actualmente apoyan a Nueva República, una fuerza que lleva como candidato a Euclides Acevedo, un ex canciller de Abdo Benítez.

La escisión generó preocupación en la izquierda, no solo porque Acevedo podría arrastrar voto opositor y favorecer las chances del oficialismo, sino porque también despierta dudas acerca de quien apoya Lugo. Debido a que el exobispo no tiene apariciones públicas debido a las secuelas del ACV que sufrió en agosto del año pasado, ambas facciones sólo han podido recurrir a gestos para descifrar sus apoyos.

En ese sentido, una foto de Lugo con Alegre y el ex presidente uruguayo José Mujica. sumado a un tuit del ex mandatario paraguayo que ratificaba su "compromiso con el cambio", fueron leídos por la Concertación como un apoyo a su fuerza.

Para los analistas, el ex obispo, que recientemente regresó a Paraguay tras atenderse en el instituto Fleni de la Argentina durante varios meses tras sufrir un ACV en 2022, comanda aún una porción de voto duro cercano a los 300 mil sufragios. En un país con casi 4,8 millones de electores habilitados, no es una cifra despreciable.

“Es difícil saber que va a pasar con el voto de Lugo. No es un voto orgánico que él pueda transferir a alguien, como hizo Lula con Dilma por ejemplo, sobre todo porque no pudo hacer campaña. El carácter desarticulado de su apoyo complica saber cómo le irá a la oposición”, explica a Clarín el escritor y ex presidente de la Cámara de Diputados, Carlos Mateo.

En una cuestión de días, todos las preguntas tendrán respuesta. 

Enviado especial a Asunción

CB​

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