“La canción se ha convertido en un himno para muchas mujeres. He tenido un año durísimo tras mi separación. Escribir esta canción ha sido una forma muy sana de canalizar mis emociones”,
La Music Session #53 de la cantante colombiana y el productor argentino Bizarrap en apenas 24 horas superó los 63 millones de reproducciones en You Tube, obtuvo 5,5 millones de likes y 336 mil comentarios. Fue también la que más rápido alcanzó las 100 millones de visualizaciones en su primera semana en la red social de los videos.
A las 24 horas de lanzada la canción de Shakira, su colega Miley Cyrus hizo lo propio en un tema contra las infidelidades y la traición de su ex marido. A los pocos días, Sofía Aldrey, ex novia del actor Federico Bal, filtró chats de él con otras mujeres mientras aún era su pareja. Decenas de chats.
Las relaciones de estas parejas famosas acabaron en momentos complicados. En medio de sus separaciones, Miley Cyrus perdió su voz y tuvo que ser sometida a una cirugía de alto riesgo. Shakira enfrentaba la preocupación por el mal estado de salud de su padre. Sofía Aldrey fue engañada sistemáticamente, durante y luego de haber cuidado durante al menos dos años a su pareja por un cáncer de colon.
Tras sus declaraciones y sus canciones, muchas mujeres salieron a apoyarlas, pero las redes sociales y los paneles televisivos se llenaron de frases como “resentidas”, “despechadas”, “mala madre” (por Shakira), “hagan terapia, no pueden soltar”.
¿Violencia de género?
¿Son unas "despechadas"? ¿Mujeres que hablan de más? ¿O es que la infidelidad es una forma de violencia de género?
“El engaño y la mentira producen daño en el otro, por lo cual es impensable que la infidelidad no sea un tipo de violencia cuando efectivamente produce daño en muchos sentidos”, asegura Fernanda Tarica, médica especializada en violencia de género y maltrato a niños, niñas y adolescentes, fundadora y directora de Shalom Bait.
“Por empezar, hay violencia emocional, con una ruptura en el pacto del acuerdo de la monogamia que se establece en una pareja exclusiva. Cuando un hombre lo rompe sistemáticamente abusa de la confianza de su pareja. En muchos casos, por diferentes motivos, estas mujeres no están en condiciones de romper la relación, lo que genera una dependencia emocional que se vuelve en poder y en otra forma de violencia”, dice la especialista.
Tarica también reflexiona sobre las frases que recibieron estas mujeres públicas, en cantidades iguales a los apoyos y la empatía: “Respecto de la respuesta de la sociedad que habla de despechadas o resentidas, resulta bastante curioso. Es más fácil acusar a una mujer y hacer olas sobre sus comportamientos y desviar el eje de la atención sobre la falla del hombre. Es algo funcional al patriarcado. El problema es la infidelidad y si alguien desde el dolor lo hace público surge de la sociedad una respuesta de rechazo”.
Sin dudas, hay una actitud que tiende a mantener en privado las violencias. De todo tipo. ¿Hay que cuidar más a la persona que daña que al objeto del daño? ¿No se habla por vergüenza?
Para la psicóloga cognitiva de parejas Delfina de Achaval, “la infidelidad es un acuerdo entre dos personas que se rompió y que lleva a emociones muy difíciles de transitar vinculadas al poder, la posesividad, al dominio de uno sobre el otro, a la traición y el abandono. Primero, es necesario validar que todas estas emociones suceden y que hay que darles lugar. La traición siempre duele y de ahí surge la ira y el enojo. Ese enojo, entendible, responde directamente a la traición de un acuerdo que implicaba responsabilidades en el contrato realizado por la pareja”.
Desde su consulta y experiencia, hay violencia de género. “La violencia psicológica que se observa en estos casos famosos pero en muchos otros más es sin dudas evidente. Hay violencia emocional y violencia simbólica”, explica.
Y aunque estas últimas historias de famosos sigan siendo "analizadas" por los medios de chimentos, cree que igual ya hay un cambio. “Las famosas que revelan algo que muchas mujeres sufren son claramente una parte del cambio que estamos viendo o accionando todas para empezar a reivindicar esta incomprensión hacia la energía femenina. Los cambios no se producen en la historia de un día para el otro. Esto es un eslabón más en la cadena de los cambios que serán necesarios”.
Las mujeres no siempre facturan
En su canción, Shakira dice “las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan”. Definitivamente es una realidad para ella, no solo tenía más capital económico que su también millonario ex marido futbolista, sino que además habría acumulado ya más de 2.570.000 dólares con su canción contra Piqué. Pero sin dudas, no es el caso de todas las mujeres que sufren infidelidad.
La vamos a llamar Ana. Conduce un auto de una app de viajes. Tiene 42 años y 3 hijos. Estuvo casada durante 20 años hasta que echó a su marido de su casa. En su segundo embarazo, comenzó a ver indicios de infidelidad de su pareja. Un chat de Facebook le provocó contracciones y terminó internada. Cuando le dieron el alta médica, su marido le dijo “me tengo que ir a un recital con una amiga”. En medio de la pandemia se dio cuenta de algo clave: su marido no la dejaba trabajar para que cuidara a los chicos, entonces nunca podría separarse porque no tenía dinero. Comenzó a hacer cursos y sacó la licencia de conducir profesional.
“Sin dudas, hay un nivel de violencia económica importante en la infidelidad también. Hay mujeres que no pueden separarse porque no tienen cómo hacerlo. No pueden mantenerse solas con sus hijos, entonces el hombre hace lo que quiere. Te engaño, te miento, porque no tenes herramientas para hacer nada”, afirma Tarica.
“Es en estas manifestaciones simbólicas que se pueden ver las operaciones de un machismo que persiste de forma solapada, colándose en los derechos económicos, mediante la exaltación del estereotipo de la tóxica, la despechada, la que no suelta, y en el hecho de castigar a las mujeres con hijos cuando hablan de derechos compartidos”, agrega Cintia González Oviedo, directora de Bridge The Gap, consultora de género, diversidad e inclusión.
También recuerda que incluso cuando estas mujeres pueden tomar la decisión de separarse porque tienen o consiguen un trabajo o bien porque la familia las apoya y ayuda -en muchos casos se van a vivir a la casa de los padres- se enfrentan con otro problema: la paternidad desaparecida.
“Tengamos en cuenta que, por ejemplo, en la provincia de Buenos Aires el 66,5% de los padres separados no cumple con la obligación alimentaria de manutención y si lo hacen es solo eventualmente o cuando se les ocurre. Y según un monitoreo del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad de la provincia de Buenos Aires, apenas uno de cada diez varones que no viven con sus hijos los sostiene económicamente de manera real y efectiva”, aclara González Oviedo.
La violencia económica
El psiquiatra Enrique Stola agrega que si se habla de violencia económica, “hay que saber que se define como tal porque es una expresión más de los modos de violencia masculina. Y además es una expresión más de la violencia estructural que sufren las mujeres. Las mujeres se quedan con los niños y los varones no pasan las cuotas alimentarias necesarias, esto pasa en todos los países. Y esta violencia es crónica y estructural porque además jueces y juezas del estado en general no toman rápidas medidas para ayudar a estas mujeres en esta situación de emergencia”.
El médico especializado en violencia de género y nuevas masculinidades explica que cuando hay violencia económica se expresa en toda su magnitud en el proceso de la separación, pero sin dudas ya hubo antes indicadores de este tipo durante el trayecto de la pareja, sumados a otro tipo de situaciones con violencia psicológica y simbólica.
“En los sectores de clase alta es bastante frecuente que en el momento de la separación, intervengan grupos de abogados pero raras veces se logra una justa división de medios económicos. En general, la división favorece al varón que ya ha venido aplicando esta violencia económica y patrimonial durante el matrimonio. Cuando una mujer de este sector acude al poder judicial empieza a sentir lo que sienten muchas otras mujeres, incluso de otros niveles económicos: se las tilda de ser una mujer ambiciosa que quiere quedarse con todo el dinero y dejar al varón sin nada”, concluye Stola.
¿Pero no sufren también los hombres engaño e infidelidad?
La fundadora de Shalom Bait afirma que en muchísimos de esos casos la infidelidad ejercida por la mujer es una respuesta al engaño del hombre.
Stola dice que la situación es muy dispar.
“Recordemos que la forma de socialización femenina implica además una idea de amor romántico y que la mujer es el faro afectivo del hogar y siempre tiene que darle una nueva oportunidad al varón, porque bueno todos los hombres son así. Entonces para cuidar a la familia y a la pareja tienen que aceptar todo y perdonarlo”, cuenta Stola y aclara que cuando es al revés en general no hay nuevas oportunidades.
“Salvo hombres con la cabeza muy abierta, el varón no da otra chance, ni por los hijos ni por la mujer, porque ese mensaje de amor romántico no es para quienes dominan, no es para quien tiene el poder, no es para ellos. Los hombres viven la infidelidad como un golpe al propio narcisismo y es muy difícil para ellos circular por la sociedad con el mote de cornudos. No porque nadie vaya a decírselos, sino porque ellos sienten que han perdido poder simbólico en la sociedad”, explica Stola y concluye que definitivamente “Es muy fuerte la diferencia en el modo en que socialmente se espera que el hombre viva la infidelidad y el modo en que se espera que la vivan las mujeres”.
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