Es físico del Balseiro, creó un algoritmo de aprendizaje y ahora forma a miles de jóvenes en programación

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“Ninguno de mis padres terminó el secundario. No éramos pobres, pero nos acercábamos mucho. Teníamos un auto todo chocado, que lo intentaron robar dos veces, pero no se lo pudieron llevar

porque no tenía nafta”, recuerda ahora, con un dejo de nostalgia, Ignacio Gómez Portillo, que vivió su infancia, junto a sus cinco hermanos, en el departamento de Godoy Cruz, en Mendoza.

Para Ignacio, el rol de su madre fue clave y explica en buena medida su actual éxito profesional. “Era una gran persona, que le gustaba cultivarse. La vida le fue dura, pero siempre dijo que la educación es la diferencia. A cada uno de los cinco hermanos nos dijo: ‘hacé lo que quieras, cómo quieras y cuándo quieras, pero no vas a no estudiar. Y si vas a no estudiar, no lo hacés en esta casa’. Era la única regla que teníamos”.

Ignacio Gomez Portillo en el Instituto Balseiro, en Bariloche.
Ignacio Gomez Portillo en el Instituto Balseiro, en Bariloche.

Se ve que la voz materna tenía algo de fuerza en el hogar de los Gómez Portillo, porque Ignacio se recibió de físico en el exigente Instituto Balseiro de Bariloche (tras recibir una beca), el hermano mayor hoy es médico, la que le sigue administradora de empresas, el siguiente abogado y el más chico ingeniero nuclear, también del Balseiro.

Nace una idea

En el caso de Ignacio, la curiosidad y el empuje lo llevó, tras pasar por el Balseiro, a hacer una maestría en sistemas complejos. Eso lo condujo a estudiar a la sociedad y las interacciones humanas (¿existe un sistema más complejo acaso?). 

Para entender a la sociedad estudió filosofía y ciencias sociales en la Universidad de La Plata. Con todo esto en la mochila se presentó para hacer un doctorado en la Universidad Autónoma de Barcelona y ahí se dedicó a la teoría de la cooperación humana.

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Ignacio Gomez Portillo defiende su tesis de doctorado en la Universidad Autónoma de Barcelona.
Ignacio Gomez Portillo defiende su tesis de doctorado en la Universidad Autónoma de Barcelona.

¿Qué es eso? Ignacio lo explica así: “Es un problema muy antiguo de la ciencia. Resulta que la vida humana y la cooperación no se pueden separar. Estamos vivos porque cooperamos, nuestra salud depende de eso. Pero en la vida también está presente la selección natural y el egoísmo. Entonces, aparece una contradicción: que la cooperación es la base de la vida al mismo tiempo que el egoísmo es la base del individuo", dice.

Ignacio Gomez Portillo. Físico del instituto Balseiro y creador de un algoritmo educativo. Rolando Andrade Stracuzzi
Ignacio Gomez Portillo. Físico del instituto Balseiroy creador de un algoritmo educativo. Rolando Andrade Stracuzzi

"La ciencia busca resolver esa paradoja, entender qué contextos propician la cooperación en un marco de selección natural. Se encontraron condiciones que, cuando están presentes, lo mejor para vos es lo mejor para el otro”, cuenta el físico Gómez Portillo que ahora, ante la pregunta de Clarín, dice que en los aeropuertos, cuando le preguntan sobre su profesión, pone “emprendedor”.

¿Y a qué se debe? A que un buen día, cuando ya había vuelto de Barcelona a la Argentina, estaba investigando en el Conicet y dando clases de electromagnetismo a alumnos de 4° año de Física de la Universidad Nacional de Cuyo, se le ocurrió que todo lo que investigó sobre la cooperación humana lo podía aplicar a la enseñanza.

Ignacio Gomez Portillo con su director de tesis de maestría en el Instituto Balseiro de Bariloche.
Ignacio Gomez Portillo con su director de tesis de maestría en el Instituto Balseiro de Bariloche.

Lo podía hacer si lograba crear una metodología que incorpore los principios de la teoría de la cooperación.

Con los principios de la cooperación

Así, Gómez Portillo fue dando forma al nuevo método pedagógico que -en pocas palabras- busca que los alumnos aprendan a partir de la interacción entre ellos más que de los docentes. La metodología incorpora principios de la cooperación a las clases, como la identidad, la diversidad o la reputación, entre otros.

De entrada, un profesor puede dar una clase, pero los principales procesos de aprendizaje se dan cuando un estudiante le enseña a otro. Y de ese modo también aprende. Esas interacciones van generando conocimiento y reconocimiento entre ellos. Y eso es lo que incentiva el método. 

Ignacio Gomez Portillo con sus primeros alumnos con los que prueba el modelo de enseñanza de la cooperación.
Ignacio Gomez Portillo con sus primeros alumnos con los que prueba el modelo de enseñanza de la cooperación.

“Empecé orientando a mis estudiantes hacia el intercambio. En vez de ser yo el profesor parado arriba del escenario me sentaba con ellos. Y vi que así, y usando otros principios de la cooperación, la gente se motivaba y tenía mejores resultados en su aprendizaje. Entonces quise investigar esto, y como no lo podía hacer dentro del Conicet renuncié y abrimos un instituto educativo con mi esposa, que es especialista en marketing".

Cuenta que arrancaron con alumnos que hacían el curso de ingreso a Medicina. "Sí, muy específico, pero me permitió desarrollar bien la metodología. Pude comparar los resultados con otros institutos que hacían lo mismo y vimos que funcionaba mejor”.

Ignacio Gomez Portillo en la escuela primaria.
Ignacio Gomez Portillo en la escuela primaria.

El paso siguiente fue pasar la metodología de enseñanza al mundo virtual. Para eso, armó una startup de educación (Egg), que se basa en lo que dio en llamar el “algoritmo de cooperación humana”. Una plataforma que toma los principios del método pedagógico. 

Con ese sistema, que se va expandiendo y es usado por colegios y programas educativos, ya formó a más de 250.000 jóvenes en más de 10 países, sobre todo en programación y otras habilidades digitales.

Ignacio Gomez Portillo en la secundaria.
Ignacio Gomez Portillo en la secundaria.

La mayoría, profesiones que hoy tienen mucha demanda de trabajo y están siendo cada vez más elegidas por los estudiantes. Pero Gómez Portillo dice que el método puede ser usado en todo tipo de carreras y materias. "Es agnóstico en contenido", afirma.  

“Hoy surgen conocimientos nuevos continuamente, que son masificables: mucha gente quiere saberlos, pero no había un modo de transmitirlo a todos, porque los profesores de contenidos específicos son escasos. Por otro lado, hay cursos muy buenos, como Coursera u otros, pero están en la nube sin profesor y si bien pueden llegar a millones de personas, casi 96% no los termina. Nosotros logramos unir masividad con calidad. Nuestra plataforma permite escalar, tener 100.000 o un millón de personas aprendiendo un contenido con la misma calidad”, dice Gómez Portillo.

Ignacio Gomez Portillo recibe el premio Sadosky 2022, junto a su esposa que se encarga del marketing de la plataforma.
Ignacio Gomez Portillo recibe el premio Sadosky 2022, junto a su esposa que se encarga del marketing de la plataforma.

Por su “visión innovadora”, Egg ganó el Premio Sadosky de Oro de 2022 y el viernes pasado fue protagonista en Mendoza de la jornada “Desarrollando Talentos Locales para impulsar el futuro” organizada por Argencon, la entidad que nuclea a las principales empresas de la Economía del Conocimiento.

Allí, representantes de empresas del sector, ministros de Educación provinciales (como los de Córdoba, Mendoza y Entre Ríos) e impulsores de proyectos educativos debatieron acerca de la importancia de la educación para la creación de empleo y el desarrollo económico.

Jornada “Desarrollando Talentos Locales para impulsar el futuro” organizada por Argencon en Mendoza.
Jornada “Desarrollando Talentos Locales para impulsar el futuro” organizada por Argencon en Mendoza.

- ¿Se puede aplicar este método en las escuelas tradicionales?, le preguntó Clarín a Gómez Portillo.

- Era nuestro sueño, pero vimos que no es posible en todo el sistema. De hecho, en Buenos Aires transferimos la tecnología en 15 colegios. Funcionaba, pero era inestable. Lo ponías, duraba un poco y después el profesor volvía a dar clases con el pizarrón. Lo que entendimos es que es útil para complementar al sistema tradicional. Por ejemplo, con el gobierno de Mendoza tenemos un acuerdo para que los estudiantes de los últimos años del secundario pueden, en su contra turno, conectarse para aprender a programar. El beneficio oculto, el mas valioso, es que hace que la gente que nunca se encontraría se encuentre. En este caso, los alumnos de los distintos sectores sociales. Esto da mayor diversidad y eso mejora a todo el sistema educativo, está comprobado.

Gómez Portillo busca seguir expandiendo su criatura y este fin de semana se encontró en Uruguay con Tim Draper, un inversionista de startups tecnológicas.

Si tuviera la posibilidad de hablar con su padre, que falleció recientemente, le diría, simplemente, "gracias". Cuenta que su padre tenía muchos proyectos en el mundo de la construcción, pero no prosperaban porque "él no cuidaba las relaciones sociales".

Paradojas de la vida: hoy Ignacio sigue prosperando y lo hace relacionando a las personas.

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