Robo de celulares: punguistas, "canguros", arrebatadores y cuentos del tío, las claves de un delito en alza

Policiales
Lectura

Iván (17) caminaba por Carlos Calvo, en San Telmo, cuando una mujer de unos 70 años, vestida de enfermera, lo frenó y le pidió prestado el celular. Fue el miércoles 19

de abril, cerca del mediodía. "Mi paciente acaba de fallecer y necesito llamar al 911", le dijo. Un hombre en situación de calle confirmó la situación como testigo. Iván accedió.

La mujer marcó un número. Se presentó como personal de Salud, pidió una ambulancia y dijo: "Sé que tiene un hijo que trabaja en el mercado de la esquina. ¿Le comunico la noticia?".

Mientras supuestamente escuchaba a alguien que le hablaba por el teléfono de Iván, la mujer le preguntó al adolescente si podría ir hasta el mercado y preguntar por el hijo del fallecido. Le dio un detalle: era un policía que custodiaba un local de zapatillas. 

Lo detuvieron en Balvanera con 137 celulares robados.
Lo detuvieron en Balvanera con 137 celulares robados.

"Como pensar, lo pensé... pero era una enfermera. Una señora mayor...¿cómo iba a desconfiar?", adelanta Iván. Que cuando entró al mercado y preguntó por el local de zapatillas recibió de respuesta un "no hay comercios de ese rubro". Volvió resignado a la puerta del edificio y lo confirmó: le habían robado el iPhone

En la Ciudad de Buenos Aires hay más de mil secuencias de robos de celulares por día. Al punto de que es el bien más robado, al igual que en las grandes ciudades del mundo.

BANER MTV 1

Uno de los casos más graves ocurrió el domingo 5 de marzo pasado, de madrugada, cuando el ingeniero en sistemas venezolano Juan Francisco Fernández Acosta (27) fue baleado en la cabeza para sacarle el celular, a unas cuatro cuadras de Plaza Serrano, corazón del barrio de Palermo.

Juan Francisco Fernández Acosta (27), el joven venezolano asesinado en Palermo.
Juan Francisco Fernández Acosta (27), el joven venezolano asesinado en Palermo.

Otro hecho que terminó en homicidio fue el de Lurdes Avendaño Rejas (35), de nacionalidad boliviana, quien fue asesinada el sábado 8 de abril, pasadas las 22, por dos motochorros que quisieron robarle la cartera donde llevaba su celular, en Villa Soldati.

Por el crimen acusan a un adolescente de 14 años, apodado "Miguelito", que se jactaba en las redes sociales de sus robos y ha posado con otro menor de edad, "Nikito", con el botín de una serie de asaltos.

La modalidad de "cuento del tío" que padeció Iván es prácticamente inédita. Aunque cada vez hay más casos de ladrones que ingresan a comercios, se hacen pasar por clientes y charlan con empleados o recepcionistas hasta encontrar el momento ideal para robar el teléfono sin que su dueño lo note, en el típico robo denominado "descuido".

La convocatoria para la marcha para reclamar justicia por el crimen de Lurdes Avendaño Rejas (35) en Villa Soldati.
La convocatoria para la marcha para reclamar justicia por el crimen de Lurdes Avendaño Rejas (35) en Villa Soldati.

Los gastronómicos, en cambio, vienen denunciando otra modalidad: falsos vendedores ambulantes que se acercan a los clientes y tapan los celulares apoyados sobre la mesa con las bolsas de consorcio que dicen vender.  

"Pero lo más común es el viejo y famoso punguista. Y estamos notando muchos arrebatos", aclara un investigador de la Policía de la Ciudad. En los noticieros todas las semanas se pasan decenas de imágenes de robos de celulares. Se comentan robos en cada reunión o cumpleaños. Pero, ¿cuál es la ruta de esos teléfonos robados? 

La División Contravenciones y Faltas Contra el Orden Público de esta fuerza lleva 1.610 celulares recuperados en los primeros cuatro meses del año. Además, inspeccionaron 221 comercios: 60 fueron clausurados por vender celulares sin documentación, de origen robado. Y 15 de ellos habían violado la faja de clausura y continuaron trabajando. A esos, se les tapió la puerta. Como si fuesen búnkeres de droga.  

El joven venezolano fue asesinado cuando estaba con un amigo sentado en la vereda de la calle Aráoz, entre Gorriti y Honduras.
El joven venezolano fue asesinado cuando estaba con un amigo sentado en la vereda de la calle Aráoz, entre Gorriti y Honduras.

"La mayoría de los teléfonos recuperados se encontraron en comercios de la Comuna 3 (integrada por los barrios de Balvanera y San Cristóbal)", explica una fuente que participa de la División.

Lo siguen, en cantidad, comercios de la Comuna 7 (en Flores), de la Comuna 9 (en Liniers) y de la 4 (en Pompeya). "Hemos detectado familias con cadenas de este tipo de comercios. Tenían teléfonos robados en Capital y el Conurbano", agrega el investigador.  

Muchos de los que se dedican a la compra y venta de teléfonos robados son de nacionalidad peruana. También hay argentinos. Y en el último tiempo se detectaron venezolanos. Uno de ellos fue identificado como Fedor Gámez Satonya (31). En su comercio, de Misiones al 200, el 20 de abril, se secuestraron 12 teléfonos, tarjetas de memoria, chips y herramientas para desguace y desbloqueo de aparatos.

Al menos uno de ellos había sido robado en la discoteca Mandarine y a los cinco días fue devuelto a su dueña, en el marco del programa "justicia restaurativa", del Ministerio de Justicia y Seguridad de la Ciudad. Las víctimas pueden comprobar si sus teléfonos fueron recuperados en la plataforma "recuperos".

"Para ellos es un negocio fácil y rápido", explica una fuente que conoce el día a día de los locales, por haber comercializado teléfonos con ellos. "Saben que la única causa que se les puede abrir es por 'encubrimiento' y que es muy raro que lleguen a una prisión. Encima te pagan poco porque te quieren hacer creer que los quieren para repuestos".  

Los ladrones reciben, aproximadamente, 8 mil pesos por un Samsung Galaxy J7; entre 12 mil y 15 mil por un Galaxy A22. El precio puede variar según el estado del aparato. El más preciado es el último iPhone: los reducidores ofrecen hasta 20 mil pesos por un 14 Pro Max.

"La gente, por la crisis, consume más usado que antes. Y se acerca a estos lugares en vez de ir a las tiendas oficiales. Es como pasaba antes con las ruedas de auto", cuenta la persona consultada por Clarín.

Lo que no saben, esas personas a las que les robaron el teléfono, o se les rompió y necesitan comprar uno lo más rápido posible, es que terminan contribuyendo el círculo delincuencial. Compran robado. Los reducidores los venden en sus comercios o en redes sociales o páginas de ventas. Como "usados". 

Pero entre la compra y la venta hay un paso del que se conoce poco. Y es donde entran en juego los denominados "laboratorios" de celulares robados. 

Los datos en la Justicia

Horacio Azzolin es fiscal general de la Unidad Fiscal Especializada en Ciberdelincuencia (UFECI). Dice que en noviembre de 2021 la historia de los robos de celulares cambió. Y no paró de crecer.

"Históricamente el objetivo era venderlo para el circuito o repuestos. Ahora existe un segundo paso en el que te pueden vaciar las cuentas bancarias y billeteras electrónicas, o hasta sacarte un préstamo en el banco o robarte criptomonedas", explica.

Ese paso ocurre en departamentos privados, en los llamados "laboratorios". De Argentina y del extranjero. "No necesitan más que un par de computadoras, software y algunas herramientas. Sabemos de ingenieros electrónicos que se dedican a esto, pero no necesariamente deben ser profesionales. Por lo general, son grupos muy chicos, no conectados entre sí. Hacen el verdadero negocio del robo de un teléfono", describe el fiscal general, que agrega que es fundamental que cada víctima de robo haga la denuncia

Los teléfonos, tengan o no aplicaciones de cuentas bancarias o billeteras virtuales, regresarán a los comercios ya desbloqueados, listos para la reventa. "Un desbloqueo se puede pagar entre 4 mil y 20 mil pesos", advierte el investigador de la División Contravenciones y faltas.

Los que no se pueden desbloquear tienen como destino Paraguay, por las facilidades para evitar el bloqueo de banda negativa. Pero por lo que pudo saber Clarín, también existe la ruta Perú. Ambas son recíprocas: los reducidores extranjeros envían a Buenos Aires teléfonos robados en Lima y sus compatriotas radicados en Buenos Aires los robados en la ciudad. Es un trueque. 

Punguistas vs. arrebatadores

En la actualidad, en las calles porteñas, el punguismo es más de mujeres que de hombres. Por lo general, son familias que se dedican a lo mismo y que le enseñan "el arte", como lo llaman, a las nuevas generaciones.

Los varones "tapan", es decir que se ponen a la altura de la víctima, para que otras personas no noten la secuencia, y las mujeres "meten la mano".

Un robo bajo la modalidad "canguro" en un colectivo.
Un robo bajo la modalidad "canguro" en un colectivo.

Están las que se conforman con el celular y las que son ambiciosas: toman la billetera, sacan las tarjetas y el DNI y la vuelven a guardar en la cartera. Todo "en movimiento", otra especialidad del rubro.

Los más sofisticados roban en la avenida Corrientes. Buscan turistas, parejas y espectadores a la entrada y salida de teatros. Y concurren a los eventos masivos. Compran entradas como cualquier fan de un artista. Pero van a robar celulares.

Hace dos semanas, Duki frenó un concierto en Córdoba. El llanto de una mujer llamó su atención. Quiso saber qué le pasaba. La fanática acababa de notar que le habían robado el teléfono. Desde el escenario, el artista pidió que se contactara con su staff para regalarle un celular.  

"Los arrebatadores son pibitos jóvenes", acota un investigador de la Policía de la Ciudad. La descripción del perfil se divide en dos. "Tenés pibes en situación de calle o en situación de consumo: son los 'canguros' que te roban cuando están las ventanillas abiertas de los colectivos, o de los autos o que simulan ser limpiavidrios. También le roban a transeúntes", aclara.

Y sigue: "Los otros son más 'pibes chorros'. Andan vestidos de deportivo y se mueven en moto. Suelen ser menores o no superar los 21 años". En un raid delictivo pueden robarse diez o quince celulares. 

El arrebatador, a diferencia del punguista, puede que en su búsqueda de víctimas robe pulseras o cadenas de oro. Y va y viene constantemente a vender a lo del reducidor. De a un teléfono. O de a una cadena. El punguista negocia su "producción" al fin de su jornada.

Los que más roban son los que actúan en fiestas masivas. En uno de los shows del rapero Ysy A en GEBA, por ejemplo, detuvieron a tres argentinos de 35, 26 y 25 años. Estaban juntos. Se les secuestraron 41 teléfonos.

A la salida de una fiesta Bresh, en Costanera, otro detenido llevaba 12 teléfonos. En cada edición de Lollapalooza hay cientos de denuncias de robo. En el momento menos pensado, le puede pasar a cualquiera. Como a Iván, que aun hoy maldice que lo hayan engañado habiendo sido bondadoso con la causa planteada.

EMJ

Mirá también

Violento robo en Villa Luzuriaga: lo apuñalaron para robarle el celular y la mochila y quedó en terapia intensiva

Estremecedor relato de una víctima de la inseguridad: "Me quisieron cazar como un animal por un celular"