Condena a Trump por abuso sexual: la furia del #MeToo finalmente llega al hombre que lo inspiró

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Con el veredicto de 5 millones de dólares contra Donald Trump por abuso sexual y difamación en el juicio entablado por E. Jean Carroll, el movimiento #MeToo cierra el círculo.

La elección de Trump en 2016, después de que se lo oyera presumir de agresión sexual en la grabación del programa "Access Hollywood" y de que fuera acusado de agresión sexual por más de una docena de mujeres, desencadenó un tsunami de furia femenina.

Esa furia impulsó la Marcha de las Mujeres. Inspiró a innumerables mujeres -algunas de ellas hasta entonces apolíticas de los suburbios- a dejar en suspenso su vida y lanzarse al activismo o a presentarse ellas mismas a elecciones.

Trump es un depredador sexual, reza un cartel frente a los tribunales en Nueva York. Foto: Spencer Platt/Getty Images/AFP
Trump es un depredador sexual, reza un cartel frente a los tribunales en Nueva York. Foto: Spencer Platt/Getty Images/AFP

Y esa furia, esa intolerable sensación de asco incrédulo y violación cívica, fue la chispa que desencadenó el movimiento #MeToo, conforme las mujeres, que no podían hacer nada contra el abusador que dirigía el país, dirigieron su energía hacia los de sus propias instituciones, incluida la industria del espectáculo.

Desde hace mucho estoy convencida de que Trump fue la razón de que las revelaciones sobre Harvey Weinstein provocaran un paroxismo nacional.

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El movimiento #MeToo es la razón por la que E. Jean Carroll escribió las memorias en las que reveló que Trump la violó en un probador de Bergdorf Goodman a mediados de los 90.

"A medida que las tumultuosas y repugnantes historias del #MeToo surgían por todo el país, yo, como muchas mujeres, no podía evitar acordarme de ciertos hombres de mi propia vida", escribió Carroll.

El movimiento #MeToo es la razón por la que E. Jean Carroll escribió sus memorias. Foto: Ed Jones / AFP
El movimiento #MeToo es la razón por la que E. Jean Carroll escribió sus memorias. Foto: Ed Jones / AFP

Una nueva ley


El movimiento es la razón por la que en 2022, Nueva York aprobó la Ley de Sobrevivientes Adultos, que creó una ventana durante la cual los sobrevivientes de agresiones sexuales podían demandar a sus agresores incluso después que el delito prescribiera. (El movimiento es también la razón por la que el proyecto de ley fue promulgado por la gobernadora Kathy Hochul y no por el caído en desgracia Andrew Cuomo.)

La demanda de Carroll fue una de las primeras presentadas al amparo de la Ley de Sobrevivientes Adultos. Y gracias a la perseverancia de esta mujer, Trump por primera vez deberá rendir cuentas en el plano legal por su trato para con las mujeres. Gracias al movimiento #MeToo, el hombre que lo inició todo recibe su merecido en cierta medida.

El juicio en sí fue una prueba de hasta qué punto el #MeToo ha cambiado la cultura. Los abogados de Carroll pidieron a un jurado de seis hombres y tres mujeres que entendieran por qué alguien que ha sufrido abusos sexuales puede callar durante décadas, por qué puede no recordar la fecha en que ocurrió la agresión y por qué su trauma puede no manifestarse de formas predecibles y fácilmente legibles.

El abogado de Trump, Joseph Tacopina, por su parte, llevó el caso como si el #MeToo no hubiera existido.

El abogado de Trump, Joseph Tacopina. Foto: AP
El abogado de Trump, Joseph Tacopina. Foto: AP

Preguntó a Carroll por qué no había gritado, por qué no había llamado a la policía, por qué no había ido al hospital. Preguntó a Jessica Leeds, que testificó que Trump la había manoseado en un avión, si alguna vez recordaba "haberle dicho al hombre que se detuviera o haberle dicho que no o algo así".

Pasé unos días en la sala del tribunal y, sinceramente, me preocupaba que este rumbo retro pudiera funcionar con un par de miembros del jurado.

Uno de ellos, un guardia de seguridad de 31 años, había dicho que obtenía su información principalmente de podcasts como el de la figura de extrema derecha Tim Pool, a quien Trump invitó a la Casa Blanca en 2019. Pero está claro que para los miembros del jurado la defensa del equipo de Trump no fue convincente, ya que les llevó solo unas horas decidir en su contra.

Sí, es extraño que el jurado declarara a Trump responsable de abuso sexual pero no de violación, que es de lo que lo acusaba Carroll, y los defensores de Trump pueden aferrarse a eso como una hoja de parra de exoneración.

Un misógino y un depredador


Pero lo que importa es que, por primera vez, un tribunal afirma lo que siempre han entendido las mujeres que reaccionaron con horror atónito ante la elección de Trump. No es sólo un misógino. Es un depredador.

Donald Trump. Foto: AP
Donald Trump. Foto: AP

No soy tan ingenua como para pensar que ahora los republicanos se alejarán en estampida de Trump.

"Preferiría tener un presidente que no sea declarado responsable de agresión", dijo a la prensa el senador republicano Kevin Cramer, pero "no es un elemento de descalificación".

Sin embargo, si el caso hubiera ido en sentido contrario, habría sido de gran ayuda para Trump, al aumentar su fama de impunidad.

En cambio, es un recordatorio de que se le viene encima una embestida legal y que esta no puede ser desviada con mentiras, bravatas e ilusiones. La elección de Trump hizo parecer que las acusaciones de tantas mujeres carecían de importancia. Carroll obligó a que todo importara. Sólo espero que sus otros antagonistas sean igual de valientes.

c.2023 The New York Times Company

Traducción: Elisa Carnelli

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