El escenario está tan tenso que cualquier incidente puede hacer que todo se desmadre. Hay decenas de miles de personas en la frontera con México, listas para ingresar a los Estados Unidos
Familias enteras se alojan en carpas improvisadas en las calles o duermen en el piso de las iglesias, huyendo de las crisis en sus países. El propio presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, admitió que la situación será “caótica por un tiempo”, pero teme que sea más grave y por eso envió más de 1.500 tropas a la frontera. Pero detrás de todo hay un endurecimiento de política migratoria y un posible drama humanitario.
La crisis se origina ante una fecha límite: un minuto antes de la medianoche de este jueves vence el Título 42, la medida introducida por el ex presidente Donald Trump en 2020 que permitía deportar en forma inmediata a los migrantes que llegaban sin papeles en épocas de pandemia y por la que se expulsaba a la mayoría de los que ingresaban por la frontera con México sin tener que aceptar sus solicitudes de asilo.
La administración de Biden está bajo fuerte presión del Partido Republicano, que reclama medidas duras contra la migración y también, como Trump, el levantamiento de un muro de miles de kilómetros. Algunos miembros del partido opositor pronostican la llegada de un millón de personas a la frontera en los próximos tres meses.
Cientos de miles
Pero ya se calcula que hay unas 150.000 personas listas para ingresar. Otras ya han pasado el borde y espera en carpas improvisadas en localidades como El Paso.
A 18 meses de la elección presidencial, y con la migración siempre como tema de discordia, Biden lanzó nuevas reglas para remplazar al Título 42, que espera que ayuden a frenar el flujo en la frontera y también envió 1.500 soldados adicionales para tareas administrativas, que se suman a los cientos de soldados texanos que envió el gobernador Greg Abbott para "ayudar a interceptar y repeler" a migrantes.
La posibilidad de que se dispare el flujo de migrantes, muchos de ellos en situación de pobreza y víctimas de violencia o corrupción, llevó al presidente Biden a adoptar nuevas reglas, con recompensas para quienes se acojan a ellas pero que las asociaciones de defensa de los migrantes consideran insuficientes, defectuosas y sin cambios respecto de la de Trump.
A pesar de que había prometido “una política migratoria más humana”, lo último que quiere el demócrata, en medio de una campaña electoral, es ser acusado de dejar que la frontera sea un colador.
“La frontera no va a estar abierta”, dijo un funcionario estadounidense en una llamada con periodistas, sino que se van a imponer “duras consecuencias” a quienes intenten entrar ilegalmente en Estados Unidos.
Agregaron que en total se han enviado a la frontera de manera temporal a “más de 4.000 personas” para reforzar las operaciones y “se han reentrenado todos nuestros oficiales de asilo para que estén listos y dispuestos para las entrevistas que van a ser necesarias para la repatriación acelerada que vamos a empezar a llevar a cabo a partir del jueves”.
“Vamos a procesar a los migrantes que encontramos en la frontera con repatriación acelerada”, insistieron los funcionarios, y explicaron que a los ciudadanos de Cuba, Nicaragua, Venezuela y Haití que no presenten una base legal “van a ser devueltos a México con una orden de repatriación”.
El plan de Biden contempla un punto polémico que es la prohibición a los migrantes de solicitar asilo cuando no hayan utilizado “vías legales” para entrar al país, aunque hace una excepción con los que tienen “un temor razonable de persecución o tortura en el país de expulsión”.
También el gobierno anunció que lanzarán una aplicación para acelerar los trámites y abrirán unos 100 centros de atención en varios países del hemisferio para que se comiencen a procesar esas posibles “vías legales” lejos de EE.UU.
Críticas a Biden
Los expertos en migración no están conformes. “El presidente Biden claramente no cumplió sus promesas de campaña que prometían un trato justo y digno para los migrantes y el fin de las políticas que bloquean el acceso de los solicitantes de asilo”, dijo a Clarín Denise Gilman, directora de la Clínica de Inmigración y profesora de Derecho de la Universidad de Texas.
“Los nuevos programas de libertad condicional que Biden ha implementado son insuficientes y defectuosos. No se aplican a todos los que necesitan protección (por ejemplo salvadoreños u hondureños), están limitados en número y hay serios problemas con el proceso de solicitud”, agregó.
Si bien la experta considera que el Título 42 que está por vencerse es “un programa desastroso que violó el derecho internacional de los derechos humanos y las normas estadounidenses y puso a muchos migrantes en peligro extremo”, no cree que la nueva política de Biden mejore las cosas.
“Desafortunadamente, en lugar de enviar personal de servicios humanos y de salud a la frontera para recibir a los migrantes, la administración Biden ha insistido en volver a las mismas viejas medidas para intentar detener las llegadas a la frontera que han fallado en el pasado como el uso ampliado de la detención y los procedimientos de deportación acelerada que devuelven a los migrantes a sus países de origen sin siquiera ver a un juez de inmigración”.
Pasan las horas y la tensión en la frontera crece: con objetivo “disuasorio”, agentes de la Patrulla Fronteriza tienen previsto realizar una operación especial de detención de migrantes en El Paso, Texas, en cuyas calles llevan días durmiendo centenares de personas, para detectar a quienes no hayan sido procesados y repatriar a quienes no cumplan con los requisitos para solicitar quedarse en el país.
Los funcionarios de Biden explicaron que el objetivo es que los inmigrantes que crucen la frontera de manera ilegal se enfrenten a “consecuencias más fuertes que las que existen por el Título 42”.
PB
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