China pisa fuerte en Europa y compra parte del estratégico puerto alemán de Hamburgo

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El Gobierno alemán anunció la tarde del miércoles que permitirá que una terminal del puerto de Hamburgo, de importancia estratégica para la industria alemana y unos de los más importantes de Europa,

sea vendida a la empresa china Cosco, bajo control del régimen de Beijing.

La decisión enfrentó durante meses a los socios del gobierno alemán, con los socialdemócratas a favor y los ecologistas y liberales en contra. La Comisión Europea ve la decisión con malos ojos, pero apenas tiene herramientas para impedir la venta.

El jefe del gobierno alemán y precisamente antiguo alcalde de Hamburgo, el socialdemócrata Olaf Scholz, se negó durante meses a bloquear una compra que generaba división entre los socios de su ejecutivo porque los ecologistas veían como una amenaza a la seguridad alemana poner una de las más importantes terminales del puerto de Hamburgo en manos de China.

Scholz siempre se negó a prohibir la venta y lo único que concedió fue forzar a Cosco a comprar sólo el 24,9% y no el 35% que pretendía.

Esa rebaja permite a Scholz aprobar personalmente la venta sin pasar por el Consejo de Ministros, donde liberales y ecologistas hubieran bloqueado la operación si el porcentaje vendido hubiera superado el 25%.

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Relaciones inestables


Canciller alemán, Olaf Scholz Foto: EFE
Canciller alemán, Olaf Scholz Foto: EFE

Las relaciones alemanas con China, como en general las europeas, son inestables desde hace meses. A las tensiones crecientes entre Beijing y Washington, a las que Bruselas no es ajena, se une que los europeos ven a China como un socio que apoya a Rusia y ayuda a Moscú a esquivar las sanciones europeas por su agresión militar contra Ucrania.

Alemania intenta reequilibrar unas relaciones que en el pasado fueron casi únicamente comerciales pero que la pandemia, la guerra y las amenazas chinas sobre Taiwán obligaron a cambiar.

La situación sigue siendo tensa. Alemania bloqueó en noviembre la venta a inversores chinos de dos empresas germanas fabricantes de semiconductores de última generación alegando razones de seguridad nacional.

Beijing suspendió a principios de esta semana, con solo un día de antelación, la visita a China del ministro de Finanzas alemán Christian Lindner, quien es también la tercera pata del gobierno de coalición como líder de los liberales. Lindner ha sido una de las voces más críticas en Alemania con la situación de los derechos humanos en China.

Un barco de bandera china entra en el puerto de Hamburgo. Foto: Reuters
Un barco de bandera china entra en el puerto de Hamburgo. Foto: Reuters

Lindner también decidió hace meses poner un límite a las garantías financieras que Berlín daba a las grandes empresas alemanas que hacían negocios en China. Porque la idea es reducir la dependencia de China que tiene la industria alemana.

La luz verde a la venta de una parte del puerto de Hamburgo a la china Cosco llega a poco más de un mes de la próxima cumbre bilateral de alto nivel entre los gobiernos alemán y chino, que debe celebrarse en Berlín el 20 de junio.

Quienes critican la venta aseguran que China desarrolla una estrategia a largo plazo para ir haciéndose con infraestructuras críticas en Europa, como empresas de alta tecnología o infraestructuras de transportes.

Una de sus principales adquisiciones fue gran parte del puerto griego del Pireo, uno de los más importantes del Mediterráneo. Entienden estas voces que cuantos más activos de este tipo tenga China en Europa mayor será su influencia en el Viejo Continente y mayor la dependencia de los europeos.

El enfado por la venta de parte del puerto de Hamburgo a la china Cosco llegó a Bruselas pero también a Washington. A mediados de noviembre la agencia Reuters contaba que la Administración de Biden había pedido al gobierno alemán que bloqueara la venta.

Reuters, citando a un alto funcionario del Departamento de Estado, decía que “la Embajada (estadounidense en Berlín) fue muy clara en que sugeríamos con fuerza que no hubiera control de parte de China”. Los países vecinos no se mordían la lengua. El diario belga ‘Le Soir’ llegó a decir que Scholz era “el idiota útil” de China.

Hay una frase de Enrico Letta, ex primer ministro italiano, que se repite muchas veces en Bruselas cuando se trata de relaciones con potencias como Estados Unidos o China: “En Europa hay dos tipos de países, los pequeños y los que todavía no saben que son pequeños”.

Bruselas, especial para Clarín

ap

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