La influencer del glamping: recorre el mundo viviendo en alojamientos exóticos

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Despertarse con vista a la cordillera de los Andes o en medio de las Salinas jujeñas, aventurarse a pasar dos días en una casa flotante en un río de Brasil y

armar una carpa en el desierto de Joshua Tree, en California. Estos son algunos de los destinos soñados que recorrió sola Andrea De León (34), más conocida en sus redes sociales como Drea León, la primera glampinera de Argentina.

Su pasión por la naturaleza es lo que la impulsó a dejar el mundo de la moda y dedicarse a visitar glampings, una expresión que combina las palabras glamour y camping: son tiendas bien equipadas y que muchas veces tienen la forma de domo (una burbuja transparente).

"No era mi lugar el ambiente de la moda. Tenía que ser careta y cambiar. Siempre buscaba mostrar los productos que promocionaba en mis redes en el campo y no en la ciudad. La naturaleza me tiró", cuenta Drea en un bar palermitano horas después de aterrizar en Buenos Aires.

Para esta licenciada en Marketing, su carrera profesional cambió radicalmente después de la pandemia. Analizó a qué se quería dedicar y volvió a empezar. Estaba decidida a unir lo que más le gusta: viajar y estar en contacto con la naturaleza.

Drea de visita en Buenos Aires. Se radicó acá hace 14 años. Foto Emmanuel Fernández
Drea de visita en Buenos Aires. Se radicó acá hace 14 años. Foto Emmanuel Fernández

A sus 22 años, dos después de haber llegado de su Montevideo natal y mucho antes de crear el universo "glampinero", fue gerenta de marketing en un centro de estética y ahí descubrió que las marcas buscaban influencers para vender productos.

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"Pensé: 'Me estoy perdiendo algo que está pasando'. La contacté a Andy Clar, creadora de Chicas de Viaje, y cerré un acuerdo con ella y una marca de valijas como influencer de viajes", recuerda. Así dio sus primeros pasos en las redes, donde compartía sus looks y su dieta a base de plantas.  

Rápidamente consiguió el sponsoreo de aerolíneas y marcas de ropa que la invitaron a la Semana de la Moda en Nueva York y el festival de música Coachella y hasta participó en un reality de una empresa de cosmética capilar. Se rodeó de celebridades de afuera y de influencers argentinas, pero algo no estaba bien para Drea.

"A los dos años de vivir ese mundo sentí ansiedad porque me exigía estar súper flaca. Pesaba 45 kilos, mi peso mínimo para mi altura, 1,57, y pese a eso había marcas que me pedían tener un talle menos. 'Si te entrara el XXS estaría perfecto', me decían", explica mientras su café sigue sin tomar.

Y hace hincapié en que "quienes van a los eventos son súper flacas y no comen". Por eso, "iba a los eventos pero me encerraba en el baño hasta que mi marido me dijo que no me quería acompañar más porque yo no lo pasaba bien". Esas alertas fueron las que la hicieron dar cuenta que ese no era su lugar.

Dar de nuevo

Mudada en la pandemia a Paraguay por el trabajo de su esposo, vio "Africa mía", la película con Robert Redford y Meryl Streep que ganó el Oscar en 1986. Y supo qué quería hacer: "El filme muestra los primeros glampers estilo safari y una mujer aventurera, pero al mismo tiempo bien lookeada. Al verlo me dije 'Yo quiero eso', y empecé a sacarme fotos en una tienda que armé con cuatro palos de madera y una tela", dice entre risas la uruguaya que se siente argentina y lleva tatuado al país que la vio crecer en su carrera profesional.

Cambió la estética de su cuenta de Instagram lejos de la moda y cerca del verde, repensó su estrategia digital (que incluye recetas de cocina) y al poco tiempo la contactó una marca de Londres que le envió una carpa de glamping que cuesta 1.000 dólares. "No es barato hacer tu propio glamping porque todos los instrumentos son caros, sobre todo la calefacción, y también es costoso pasar unos días en un glamping", reconoce.

Aunque rápidamente se pudo meter en el mundo del glamping confiesa que le "dio miedo empezar de cero", pero apostó "a la autenticidad" y a lo que la representa. Pese a que nació en la capital de Uruguay, su familia tenía campos y eso hizo que se empape de otro tipo de tradiciones.

Ya recorrió 10 países de América como influencer de glamping. Viaja sola durante 20 días y después vuelve un mes a su hogar, aunque después de su viaje a inaugurar una tiny house (mini casa) en Bariloche se quedará tres meses en Paraguay "para recuperar la rutina". "Quiero parar un tiempo así cuando vuelva en la segunda parte del año lo haga con toda la pasión porque todo repercute después en las métricas", sostiene León, que en su cuenta de Instagram tiene más de 300.000 seguidores y más de 170.000 en TikTok.

Cómo trabaja una influencer de viajes

Pero no todo es color de rosa como influencer de glamping. Por un lado, Drea explica que la "economía es cíclica" y por el otro, el clima y la soledad de este tipo de trabajo la reta en cada viaje.

"Hay muy buenos meses en que podés cobrar 4.000 euros, pero en los proximos no cerras con ninguna marca", dice sobre los vaivenes salariales. Ante eso, explica que muchos influencers invierten en microemprendimientos tipo cápsulas y colaboraciones, para diversificar el trabajo.

Antes de meterse de lleno con su proyecto analizó el mercado. Vio quienes eran influencers de glamping, las marcas con las que colaboraban, estudió el target y el público objetivo, y armó un plan de marketing. Después buscó su propio diferencial y tercero hizo algo que le apasiona: "Ese es el motor que te permite crear".

Elige qué lugares recorrer y les envía una propuesta laboral con sus servicios a las marcas. Incluyó la cocina "porque las marcas de alimentos son las que más pagan". Aunque reconoce que hace "viajes rentables y otros que van a pérdida". Sin embargo, siempre ve que hay ganancia en las redes, por ejemplo al crecer en seguidores, pese a que no sea crecimiento económico.

También habla del lado B, la parte difícil, dice, de su trabajo: el clima. "Un glamping no tiene las comodidades de un hotel. Se tiene frío a menos 10 grados en Ushuaia en un domo, pero también es complejo estar con 40 grados armando una tienda", reconoce. La clave para ella es adaptarse. Si hace calor ir a algún río cercano y si hace frío ponerse alarma para echar leña al fuego cada dos horas. 

Sus días de glamping son para trabajar en soledad. Primero arma los contenidos y después relaja. Pasa mínimo dos días y máximo cuatro, "más no porque es mucha soledad y me empiezo a sentir mal".

Aunque no piensa en los peligros, su entorno se lo hace saber. Días atrás estuvo en una casa flotante en un río en la selva brasileña en compañía de una radio que solo le hablaba en portugués. Gente cercana le ha llegado a decir que podían pasar piratas por el lugar y así los miedos ajenos se vuelven propios.

Pero nada la detiene. "La segunda parte del año está llena de trabajo. Iré a tiendas en Brooklyn que miran a Manhattan, después viajaré a Bahamas, Bariloche, China, Bali y Tailandia", cuenta. 

Drea se imagina los próximos dos años viajando y luego volver a vivir a Argentina. Con todo lo aprendido le gustaría armar un glamping en Bariloche, su lugar en el mundo y del que cada vez que llega no se quiere ir. 

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