Jaime Roos, a los 70 años y sin deudas con su obra: "Pídanle a uno de 30 que haga un disco bueno y original"

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el rock and roll. Lo hizo de manera intuitiva y laboriosamente, creando una obra, disco tras disco, que marcaría definitivamente la identidad musical del Río de la Plata con historias de personajes y situaciones impregnadas del paisaje de un Montevideo mítico.

Fuera de ambiente (2006), fue el último disco de canciones nuevas de Jaime Roos, pero no paró de trabajar en otros proyectos, como la realización del documental Tres millones (2011), y registros como En vivo. En el Río de la Plata (2014).

En 2015, el músico uruguayo se retiró de los escenarios y se refugió en su casa de La Floresta, a cincuenta kilómetros de Montevideo. Siete años después, una noche de diciembre de 2021, celebró cincuenta años de música en el Estadio Centenario, el lugar donde la selección de Uruguay salió campeona del mundo en 1930.

Jaime Roos es un referente para bandas argentinas como Los Piojos o Bersuit Vergarabat.
Jaime Roos es un referente para bandas argentinas como Los Piojos o Bersuit Vergarabat.

Allí Roos levantó su propia copa: personas de distintas generaciones, padres y madres con hijos, abuelos con nietos, jóvenes y adultos, cantaron sus canciones. Todo un símbolo.

Un show inolvidable

“Fue el concierto de mi vida”, dice desde los Estados Unidos, vía zoom, adonde viajó con su mujer para unas vacaciones en Nashville. Todavía no se puede quitar el sabor dulce de aquella noche, de aquel “día perfecto”. El regreso fue con gloria, y llenó la tribuna olímpica, con capacidad para veinte mil personas. El ritual se volvió a repetir el 26 de noviembre de 2022.

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“Para los artistas uruguayos hacer un estadio es muy difícil. Hacer dos es un delirio”, dice. Los conciertos de Medio Siglo, (el primero fue registrado para un futuro disco en vivo y un documental), se volvieron históricos, por la trascendencia musical de esa mirada retrospectiva y la temperatura emotiva.

La respuesta del público llevó a Jaime a extender la gira hasta mayo de 2024, con la misma banda de 21 integrantes de ese espectáculo. El paso obligado será la Argentina: el 10 de junio actuará en el Luna Park y luego irá a Santa Fe (27 de junio), Rosario (29) y Córdoba (1 de julio).

“Estoy aliviado de poder ir”, dice Jaime, que siente un compromiso con el público argentino desde que en los ’90 su sonido de murga y rock and roll modificó la visión de bandas como Los Piojos y Bersuit Vergarabat. “El espectáculo con el que iremos no será el mismo del Centenario, pero está en la línea retrospectiva de Medio Siglo”, aclara.

El viaje hacia el interior de su obra discográfica -una veintena de clásicos de su repertorio y cerca de dos horas y media de duración- es la columna vertebral de este espectáculo.

“En todos los shows pasa lo mismo que en el del Centenario. El público quiere meterse nuevamente en la burbuja de esas canciones, y digo burbuja porque cada canción es un pequeño universo, breve, pero denso. Un cortometraje con el argumento de un largometraje”, dice Roos y hace un pausa para servirse un café.

Jaime Roos llenó dos estadios Centenario con su show de celebración por los 50 años de carrera. "Un delirio", define.
Jaime Roos llenó dos estadios Centenario con su show de celebración por los 50 años de carrera. "Un delirio", define.

Dentro de una película

-¿Vos también te metés adentro de esa película cuando las estás cantando?

-Sí, es una regla de oro. Si canto Colombina, la tengo que vivir a la canción. Todo cobra sentido cuando es así. Hemos sido muy felices en estos espectáculos. El primer concierto fue el más especial, terminaron llorando hasta los utileros y el ingeniero de sonido.

En el tiempo que no estuvo tocando, el músico uruguayo creador de himnos como Adiós juventud y Amándote siguió trabajando. Fue un período de revisión de su vida, tanto personal como musical.

En 2017, salió la biografía El montevideano, de Milita Alfaro. Dos años después salieron publicaciones donde Jaime participa activamente: Brindis por Pierrot, de Mauricio Rodriguez, y Mediocampo, de Andrés Torrón, sobre los discos más importantes de la música popular uruguaya.

En paralelo, el músico trabajó durante más de cuatro años en un proyecto monumental: la reconstrucción y reedición masterizada de toda su obra discográfica, unos veinte discos que se fueron lanzando por el sello Bizarro Records.

Es durísimo meterse en el pasado. Uno recuerda con estrés postraumático lo que sufrió en tal época, o revive cosas maravillosas que ya se fueron. Pero estoy contento de haberlo hecho. Fue una decisión inteligente haberle dedicado cuatro años y medio a una obra que me llevó cuarenta años hacer”, dice.

-¿Fue como dejar un legado?

-No lo sé. Tiene la forma de un legado y fue reconfortante cómo lo tomaron las nuevas generaciones, pibes de 25 que podrían ser mis nietos. Quizás en el futuro sucesivas generaciones puedan interesarse en esa obra. Es lo que quiere todo artista.

Canciones hay y un disco nuevo es posible

-Tu último disco lo grabaste a los 53 años, ahora tenés 70. ¿Hay canciones nuevas en algún cajón?

-Unas cuantas.

Jaime Roos, en el Centenario. Para él, fue un concierto inolvidable y que unió a varias generaciones.
Jaime Roos, en el Centenario. Para él, fue un concierto inolvidable y que unió a varias generaciones.

-¿Y va a pasar algo con eso?

-¿Me estás preguntando si voy a grabar un disco? Es posible. Hace ocho años te hubiera dicho que era imposible. Pero no es algo que me preocupe, no estoy en deuda conmigo mismo. Me llama la atención que a un tipo de 70 años le estén pidiendo algo nuevo. Pídanle a uno de 30 que haga un disco bueno y original.

-Sos el tipo de artistas de los que siempre se espera algo más.

-La mayoría de los autores de la canción popular que graban en su vejez no hacen cosas diferentes a las que ya han realizado. Entre Carta a poste restante y Cometa de la farola, y Tema del hombre solo y Por la mirada, hay 30 años en los que nunca paré de escribir canciones. ¿Sentí la urgencia de volver a hacerlo? No. ¿Puedo llegar a hacer a algo que no sea un autoplagio? Quizás.

Esta presión que siento de todo el mundo que me rodea es un enorme halago, pero tampoco dejo que me lleven de volantas. Si publico canciones nuevas será porque tengo la urgencia de hacerlo. Es posible que lo haga. Me agarró un cosquilleo que no siento hace muchos años. Hay cosas nuevas que estoy experimentado. Creo que la eterna juventud pasa por ahí.

Me siento pleno a los 70 años. Quizás me meta en el combate insoportable de llevar adelante un disco nuevo. Eso es un año y medio de trabajo.

-¿Tu oficio es encontrar poesía en la realidad, como esas escenas del carnaval de tus canciones?

-Y sí, esa misma poesía que me emocionaba de niño. Tuve la suerte de tener el tablado a la vuelta de la manzana, desde los 5 años veo murgas. Me gustaba ese sonido, esa forma de cantar, la batería de murga me apasionaba; terminaba llorando de alegría al escucharla. Con el tiempo, me hice cancionista. Pude comprobar al armar mi obra completa, que era como si tuviera una cámara como las de los Fórmula 1 donde uno ve lo que ve el piloto.

Y continúa Ross: "Me di cuenta que mis canciones estaban orientadas hacia lo que yo iba viendo en mi vida. Siempre definí a la cultura pop como eso. Poder encontrar arte en un pedazo de lata tirado en la vereda. Extraer belleza de la realidad o de la vida cotidiana de la gente. Ahí hay mucha belleza y en el carnaval qué te voy a decir".

"Mis canciones más carnavaleras fueron realizadas a partir de mi cuarto álbum en Europa, con una temática que tenía que ver con mis viajes: Retirada, o Los olímpicos. A partir de 1981, al volver a Uruguay empecé a interactuar con el ambiente murguero y aparecieron Adiós Juventud, Brindis por Pierrot, Los futuros murguistas, Que el letrista no se olvide y Colombina, porque yo estaba sumergido en esa realidad", cuenta.

"Entonces, ¿qué hace el artista? Trata de absorber esa belleza. Las cosas que te pueden emocionar en el carnaval de hoy, me pasaron hace 40 años. Tenía como lengua materna ese conocimiento cabal del candombe y la murga. Cuando vivís eso de niño es diferente, no es algo aprendido, ni llegás de forma intelectual. Tuve la ventaja de que eso formó parte de mi infancia por el barrio en que nací".

Jaime Roos. A los 70 años, no descarta hacer un disco con nuevas canciones.
Jaime Roos. A los 70 años, no descarta hacer un disco con nuevas canciones.

-Viviste en el barrio Sur. En el libro "Mediocampo", decís que “Durazno y Convención” fue como llegar al extracto del perfume. ¿Cuando nació esa canción?

-En 1976 llegué a Montevideo a dedo desde México y una recorrida por la calle Durazno me emocionó. Esa calle, no Maldonado o Canelones, que son paralelas. Me pareció más bonita viéndola desde otra distancia, casi como turista, y quedaron unos garabatos en un cuaderno que volví a abrir en 1983 en Amsterdam.

Vi lo de la calle Durazno, pero yo nací en Convención, una calle tremendamente colorida por su gente. Y pensé en hacer una canción que hable de las dos calles. Además, es la esquina donde jugaba de niño, donde se juntaba la barra y nos íbamos a patear la pelota cruzando la rambla, a la cancha del Gas. Se puede decir que nací a cien metros del mar, como le decimos al Río de la Plata.

Así terminé haciendo una música y una letra para la calle Durazno a nivel de su paisaje y otra focalizada en la gente de la calle Convención. Luego quise hacer una tercera música para esa esquina, que para mí era el viento porque entonces no estaba el edificio que hay desde fines de los '70. Cuando llegabas a esa esquina, no había barrera contra el viento del mar.

¿Por qué esa decisión? Es intuición constante, una estatua que se va formando, una piedra que va cobrando forma. Así nació Durazno y Convención, casi como cualquier otra canción. Decía Picasso que uno no inventa nada, que uno encuentra. Suscribo a ese pensamiento.

WD

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