Francisco-Samoré viene para mediar en un acuerdo

Economia
Lectura

El Tedeum debería ser uno de los espacios francos para que los políticos bajen los estandartes al menos por unos minutos. Fue otra vez el escenario del minué de la intransigencia, uno

de los demonios de la vida pública que va de la mano del otro veneno criollo, el regeneracionismo.

Al llegar Alberto Fernández a la Casa de Gobierno después de la celebración, preguntó. "- ¿Alguien lo vio a Horacio en la Catedral? Lo hubiera saludado". Los edecanes le explicaron que Rodríguez Larreta esperó a que se llenase la Catedral y que Alberto se ubicase en su silla, para ingresar. Cuando terminaba el acto, vio que Alberto avanzaba hacia el micrófono para dar su despedida, hizo una señal y se fue. Dejó a algunos ministros como Jorge Macri y Fernán Quirós para que arriesgasen el pellejo en un turno de saludos con los acompañantes de Alberto.

El desaire mutuo es una señal de discordia letal para una transición pacífica, que necesita de canales sólidos de entendimiento entre oficialismo y oposición, en un país moderado, sin franjas importantes de indignación como en otros países. Rige un sistema político sólido que ha asegurado la alternancia democrática durante 40 años.

Remediar la discordia es la intención del Papa Francisco en el viaje del año que viene a la Argentina. Aportar al acuerdo que todos reclaman pero que pocos alientan le da a esa venida el sentido de una mediación en momentos críticos. Como la que protagonizó en 1978 Antonio Samoré para resolver el conflicto con Chile por el Canal de Beagle.

Esa intervención de Juan Pablo II dio fruto con el acuerdo de 1984 que selló la paz en el país y la región. Inauguró los 40 años democráticos que todos festejan como el más largo período más largo de estabilidad de la historia del país.

BANER MTV 1

La polarización ignora a la mayoría moderada

En poco más de dos semanas se produce el primer vencimiento del proceso electoral con el cierre de las presentaciones de alianzas. La falta de liderazgos comprensivos en las dos coaliciones que concentran la mayoría del voto las debilita para responder a sus electorados. Dedican la energía a disputar candidaturas como si no estuvieran obligados a ser competitivos.

Para ser competitivos se necesitan dos condiciones: la unidad de las coaliciones y atender al voto moderado que domina en los sectores que se referencian en el peronismo (Frente de Todos - 30/31% de los votos) y en el arco no peronista (Cambiemos - 40/42%).

Hacer política es tirar hacia el centro, acá y en todo el mundo. La disputa de 2015 entre Macri y Scioli fue un torneo en búsqueda de la moderación. La de Macri-Pichetto con los Fernández también lo fue en 2019. Disputaron desde las antípodas del método y del programa, pero aseguraron un lujo de la vida pública acá y en cualquier país: una transición pacífica, una alternancia que admitió sin gestos de impugnación los resultados electorales.

El país fue para un lado en 2015, para el otro en 2019 y para otro en 2021. No sonó un solo disparo, nadie rompió nada, mientras que otros sistemas se derrumbaban en la región y en el continente.

La Plaza eludió las consignas rabiosas

En el peronismo hubo una prueba de ese humor con la concentración del 25 de mayo, un producto publicitario para mostrar al cristinismo, ante una multitud, el distrito que no los vota. Una frivolidad y una rareza dialéctica que exhibe falta de estrategia.

Una demostración así debieron hacerla en distritos propios, pero en donde pueden tener una sorpresa en octubre. La Matanza, por ejemplo. ¿De qué le sirve juntar lo que juntaron en CABA, en donde salen cuartos desde siempre, para una demostración que sólo alimenta el rechazo del público del banderazo que vota a Juntos por el Cambio?

Y más para pronunciar un discurso de la nostalgia que omitió referencias básicas: 1) que Néstor asumió el 25 de mayo de 2003 después de perder la primera vuelta con Carlos Menem el 27 de abril de aquel año; 2) que lo hizo porque se sacó la lotería de Buenos Aires: lo puso Eduardo Duhalde, que además le dejó medio gabinete, o más.

Si vamos a explicar, expliquemos. La fuerza de la moderación restaña esos resbalones. Un peronismo que se dice perdedor, que se queja de sus propios gobernantes, de la política económica, que destila rencor hacia el FMI, Macri y todo lo que rodea a la oposición, se manifestó con una tranquilidad pasmosa.

Hasta ese peronismo del "somos la rabia" que fue a la plaza ignora las consignas de polarización que les lanzan desde el escenario. Busca una presentación moderada. La expresaron Alberto y Massa en 2019. Si no fuera así, el jueves hubiera habido expresiones de violencia callejera que el peronismo alentó cuando representaba a sectores de la indignación, como en 1988 (quema de Modart), 1989 (saqueos contra Alfonsín), o en 2001 (para tumbarlo a De la Rúa).

El error de polarizar hacia adentro en la oposición

Si el peronismo busca una representación que exprese a la moderación, también la necesita la oposición. Juntos por el Cambio, si se le cree a las encuestas, ya ganó las elecciones. La tarea que tiene ahora es no perderlas entre las encuestas y las urnas.

Se resiente también por la pelea de las candidaturas. Esa puja se hace en nombre de metodologías incomprobables, como que la competencia enriquece y suma en política, como ocurre en las empresas cuando fomentan la puja entre gerentes por un ascenso – que además termina en manos de un pariente, el primo, por ejemplo. Seguramente que es útil cuando compiten fuerzas opositoras. Pero es difícil que ocurra si la competencia se libra dentro de la fuerza.

Si no, que se lo pregunten al peronismo de 2015, que perdió porque la confrontación en Buenos Aires entre Aníbal Fernández y Julián Domínguez fue letal. Generó tanto odio interno entre ganadores y perdedores que les hundió el barco.

El método de pelearse adentro para crecer hacia afuera justifica la polarización que indujeron Mauricio Macri y Patricia Bullrich en el PRO. Esta polarización entre halcones y palomas se plantea en nombre de unas ideas que todos comparten en JxC, y explota mecanismos de marketing de escenario.

¿Qué ve en Patricia para apoyarla?, le preguntaron esta semana a Néstor Grindetti? "- La convicción que muestra", respondió, como si los demás fueran unos tibios.

El proceso parece ejemplificar la observación que hace Henry Kissinger en su libro Liderazgo - un manual de lectura imprescindible - cuando habla de la crisis de los liderazgos políticos: "Estamos sustituyendo una noción fría y estéril del intelecto por una comprensión amable y enérgica del carácter como medida de valor». La emoción antes que la razón. Un error.

El pánico de perder votos por derecha

La polarización por derecha del ala Macri-Bullrich responde al temor de que Javier Milei les reste el apoyo en sectores que fueron la base sobre la que se construyó el PRO en el interior del país. Esos sectores, que ocupan el ala conservadora en política y librecambista en economía, sirvieron antes de plataforma al Partido Demócrata Nacional - que hoy respalda a Milei - y después a las aventuras de la familia Alsogaray y la UCeDe.

Sin Macri candidato y sin el aparato de 2015 - Marcos Peña, Emilio Monzó, Jaime Durán Barba, etc. - esos sectores han quedado indefensos ante los socios de la UCR y la Coalición.

Esto pasó en Mendoza (De Marchi disidente); Córdoba (el presidente del PRO que se va con Schiaretti) y la misma CABA: el PRO maridado a la baja con los radicales de Yacobitti-Lousteau. Pasto para Milei.

La respuesta fue sumir al PRO en una polarización que deja a los sectores moderados de esa fuerza sin expresión. Es la franja que le queda a Larreta para trabajar y competir con Macri-Bullrich.

Sin esta polarización, inducida por aspiraciones personales de ocupar cargos y situaciones de poder, la unidad del PRO y de Cambiemos estaría asegurada y podrían cumplir en octubre las profecías de los encuestadores. No sea que por discutir internismos se cumpla la observación de Eduardo Fidanza, que afirma que Patricia termina siendo, para el electorado del PRO, la segunda marca de Milei.

Los secretos de la designación del reemplazante de Poli

Alberto se enteró de quien será el nuevo arzobispo de Buenos Aires el mismo 25 de mayo cuando participó de su último Tedeum. La frase con la que despidió a Poli no fue un cortesía. "Es este el último 25 de Mayo como presidente de este mandato... también el suyo, querido cardenal, por lo cual es para usted y para mí un 25 de Mayo distinto".

Conocía el nombre de Jorge García Cuerva desde minutos antes de comenzar la ceremonia. Mario Poli, que ya lo sabía, respondió el brindis con una sonrisa. La postulación de Roma se la había comunicado el lunes pasado al gobierno el nuncio Miroslaw Adamczyk, en sobre cerrado dirigido a Guillermo Oliveri, secretario de Culto.

El funcionario respondió con la aceptación del nombre de inmediato, sin consultarlo a Alberto Fernández. El presidente tiene por ley tiene que aceptar o rechazar las nominaciones del Vaticano, pero le delegó esa facultad a Oliveri hace más de un año.

El indulto a Massa

García Cuerva es un cura villero que suma esa militancia a una preparación intelectual que lo diferencia del resto. Es joven - con 54 años le espera un largo arzobispado hasta que se jubile -, y pasó varias pruebas. Ha sido capellán penitenciario, una tarea a la cual Francisco le da especial importancia.

Lo mandó, además, a prueba de estar en el frente, cuando lo envió a Santa Cruz, tierra de infieles para él. El peronismo kirchnerista consideró a Bergoglio como el jefe de la oposición a sus gobiernos.

Algunos verán una señal política en este nombramiento, por la relación que tiene García Cuerva con Sergio Massa desde que era párroco en la villa de La Cava. El actual ministro de Economía viajó especialmente a Río Gallegos a participar de la asunción de García Cuerva en esa diócesis.

Bergoglio aporta al programa acuerdista de su viaje al país con un indulto a Massa. No olvida las picardías que le hizo Sergio cuando era jefe de gabinete de Cristina. Se ha negado a recibirlo en Roma y lo quiere lejos, por el perfil punitivista que ha mostrado Massa en sus campañas en favor de un endurecimiento de las penas y del tratamiento del delito.

Pero admite que es un peronista flexible y negociador, que puede protagonizar el acuerdo nacional bajo cuyo paraguas va a desarrollar el viaje pastoral del año que viene. También García Cuerva tuvo buenas relaciones con el gobierno de Cambiemos, con quien la Iglesia hizo los acuerdos bergoglianos. Jorge Triaca es vecino de San Isidro en donde lo conoció antes de ser ministro de Macri.

Un impulso a los acuerdistas

Massa va a ser candidato en las elecciones de octubre – algunos lo quieren de presidente. Difícil pero posible. Más difícil es que gane. Lo más cerca que tiene es ser de nuevo diputado, para conducir el bloque del peronismo cristinista. También puede ser el candidato a Senador nacional por Buenos Aires, si no lo es Cristina de Kirchner. O junto a ella.

En cualquiera de esos roles será un actor de un eventual acuerdo que proponga el nuevo gobierno, auspiciado por el papa Francisco en su visita. Que se produzca ese entendimiento figura entre las principales preocupaciones del Papa y considera que el ala acuerdista del peronismo, en la que incluye hasta a Cristina de Kirchner, que habla siempre de acuerdo, aunque viva rompiendo puentes y polarizando, puede tener correspondencia en el ala pactista de Cambiemos que se referencia en Horacio Rodríguez Larreta.

Piratas en la Villa

García Cuerva se despidió de los fieles de su diócesis el miércoles 24, día de la Ascensión. Ellos no sabían que el Papa ya había decidido trasladarlo a Buenos Aires.

En el sermón de ese día pronunció palabras crípticas. “¿Se nota que somos realmente ciudadanos del Cielo? - se preguntó - ¿Estamos realmente comprometidos con valores que son innegociables? ¿O somos terroristas de las redes y destruimos a cualquiera, escribiendo lo que se nos ocurre? ¿O en este año electoral somos habitantes que solo piensan con su bolsillo y reivindican el egoísmo, el individualismo, desinteresándose de lo que les pasa a los demás?”

Igualmente, crípticas fueron unas palabras del Papa transmitidas desde el Vaticano en directo en un acto por los 10 años de la creación de la organización Scholas Ocurrentes.

Bergoglio estaba sentado junto a los dos coordinadores mundiales de Scholas, los argentinos José María del Corral y Enrique Palmeyro. El acto hizo una conexión directa con la Villa 31 de Buenos Aires en donde se inauguraba una sala de la UBA.

El locutor dijo que estaba presente Emiliano Yacobitti, vicerrector de esa casa, diputado nacional y jefe político de Martín Lousteau. Cuando uno de los participantes le pidió una bendición, Francisco lo hizo con unción, levantó el pulgar y luego puso el índice bajo su ojo derecho para decir con aire de picardía: "Y estén atentos a que no se les metan piratas en la villa".

AQ​

Mirá también

Alimentos sin freno: se registran subas de hasta 6,6% en lo que va del mes

Argentina se convierte en una "pesadilla" para las empresas chilenas por la hiperinflación y la brecha del dólar