Héroes o villanos, ¿existe la suerte para los ministros de Economía?

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“El mejor secretario del Tesoro desde Alexander Hamilton”.

Así definió Bill Clinton a Robert Rubin, un economista estadounidense que se desempeñó como secretario del Tesoro (equivalente en el cargo al ministro

“El mejor secretario del Tesoro desde Alexander Hamilton”.

Así definió Bill Clinton a Robert Rubin, un economista estadounidense que se desempeñó como secretario del Tesoro (equivalente en el cargo al ministro

de Economía en Argentina) en los tiempos en los que Clinton decía “Es la economía, estúpido”, como presidente de la principal potencia mundial entre 1993 y 2002. Hamilton fue el primer secretario del Tesoro de EE.UU.

Rubin, que podría jactarse de los números favorables de su gestión y el elogio de Clinton, sostiene sin embargo en un libro nuevo que quizá lo suyo fue más suerte y menos fruto de la voluntad política y decisiones propias.

En The yellow pad, making better decisions in an uncertain world [El anotador amarillo, tomando mejores decisiones en un mundo incierto], el autor va más allá del simple racconto de su rutina, anécdotas y experiencias como funcionario. Recordemos que Rubin publicó veinte años atrás sus memorias, en donde contó los pormenores de los salvatajes del gobierno de Clinton a México en el efecto Tequila.

Aquel libro de 2003 quizá ya tenía el ADN de esta versión actual: se llamaba En un mundo incierto. Rubin regresa 20 años después con el mismo concepto, la incertidumbre como tema que ya no pertenece solo a estadísticos y matemáticos.

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La ciencia económica adoptó, moldeó y coronó el uso de la probabilidad estadística como propia 100 años atrás de la mano John Maynard Keynes y su teoría para explicar la Gran Depresión. Rubin aventura ahora a decir que ese tipo de análisis será más necesario a futuro por los problemas que enfrenta el mundo y la economía global. “Es el gran desafío para las generaciones que vienen. Desde el cambio climático y la proliferación nuclear hasta la desigualdad de ingresos y el aumento del autoritarismo en el país y en el extranjero, serán mucho mayores que los que mi generación se vio obligada a enfrentar. La necesidad de un enfoque sólido para la toma de decisiones frente a la incertidumbre siempre ha sido grande, pero ahora es mayor que nunca”.

El ex secretario confiesa que una de las labores más exhaustas que enfrentó como funcionario fue lidiar constantemente con decisiones en contextos de alta incertidumbre donde la respuesta correcta de antemano no es obvia. Un tema recurrente en la política estadounidense y que hasta Barack Obama trató en sus memorias.

El economista cuenta que su herramienta favorita para estimar la probabilidad de un evento consiste en volcar todas sus anotaciones en un simple cuaderno amarillo (de ahí el título del libro) “no para cuantificar cada aspecto de cada decisión, sería imposible, pero me ayuda en mi modo de pensar y a incorporar un pensamiento probabilístico en el mundo real”.

Quizá sea por todo esto Rubin concluye que es un error evaluar una decisión solo por sus resultados y que entonces el trabajo de un ministro de Economía puede recibir más crédito que el que merece si su mandato coincide con el de un boom en la economía. “Conozco muchos sitios donde la suerte puede hacer una gran diferencia”, dice respecto a sus extrabajos en Wall Street y el Tesoro. Rubin antes de llegar al Tesoro con Clinton había estado en Goldman Sachs.

Un libro que también se publicó por estos días (en español) y que guarda reminiscencias al de Rubin, es el de otro ex ministro de Economía. Pero de la Argentina: Jorge Remes Lenicov, quien ocupó ese cargo en 2002 y con Eduardo Duhalde como Presidente. Remes trabajó en la salida de la Convertibilidad, en renegociar contratos y equilibrar las cuentas públicas. En el primer cuatrimestre de 2002 la Argentina ya había llegado al superávit fiscal (Rubin, gran defensor del equilibrio fiscal, no se jacta de sus resultados como ministro pero sí de reformas que impulsó y una fue la impositiva: EE.UU. logró superávit fiscal en 1998 por primera vez en 30 años. Remes cuenta la historia de las retenciones en la Argentina).

Remes dice en 115 días que para conducir la economía hay que “aprender de nuestra rica experiencia histórica”. Y Rubin señala que “el mejor modo de tomar las mejores decisiones a futuro es aprender de los errores del pasado”. “El proceso de toma de decisiones tiene dos componentes -explicó Remes al Económico-, estar convencido del plan y el apoyo político. Pero siempre aparecen imponderables”. En el caso suyo fueron la frase de Duhalde (“el que depositó dólares recibirá dólares”) y la postura de la Corte en contra de las medidas económicas. Remes, criticado dentro de su gobierno, se fue del cargo en 2002.

Así se confirma entonces que para ser bueno en Economía, destacarse al frente del Ministerio de Economía o llegar a ser comparado con Alexander Hamilton, muchas veces la suerte está echada. Rubin, quizás, la tuvo. Remes, menos.