Volkswagen traslada el eje de sus negocios a China

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Jorge Castro

Analista Internacional

Volkswagen (VW) – que incluye hoy a Porsche y Audi – es la empresa automotriz que vende más vehículos en la República Popular, pero acaba de

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Jorge Castro

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Volkswagen (VW) – que incluye hoy a Porsche y Audi – es la empresa automotriz que vende más vehículos en la República Popular, pero acaba de

perder el liderazgo en el mayor mercado del mundo (22 millones de unidades vendidas en 2022) a manos de BYD, el conglomerado con sede en Shenzhen cuyo socio minoritario es Warren Buffett, “el Sabio de Omaha”, y principal inversor del capitalismo global.

El punto de diferencia fundamental entre Volkswagen y BYD, es que la segunda dispone del 40% del mercado de vehículos eléctricos (SUV) de la República Popular, mientras que VW tiene solo 2% del total.

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Esto ocurre cuando está en juego el mercado europeo de SUVs; y mientras las exportaciones chinas a Europa crecen fenomenalmente, y alcanzarían a 3 millones de unidades en 2023.

Lo que sucede con los SUVs es un adelanto de lo que viene en el mercado automotriz global, donde el predominio chino alcanzaría su plenitud como mayor productor y exportador mundial en 2030, o antes.

El mercado chino es absolutamente esencial para Volkswagen, cuyas ganancias ascendieron a más de U´S$25.000 millones en 2022, y 60% de ellas provinieron de la República Popular.

En un sentido estricto, el destino de Volkswagen depende de lo que suceda con sus vehículos eléctricos en China.

De más está decir que Volkswagen es la marca estrella de la industria automotriz alemana, que a su vez es el corazón de la manufactura de la República Federal, y una de las razones – probablemente la principal – de su relevancia en el mundo.

La respuesta de VW a este desafío existencial ha consistido en multiplicar sus inversiones en China, que ascendieron a US$4.500 millones el año pasado y que treparían al doble o más en 2023.

Al mismo tiempo VW ha establecido un centro de alta tecnología en la República Popular; y para eso adquirió “Horizon Robotics” en US$2.800 millones, con el objetivo primordial de desarrollar vehículos autónomos (sin conductor), sobre la premisa de que el transporte público de las grandes ciudades chinas, y pronto también las europeas, serán unidades de estas características.

Hay que agregar que VW va a duplicar el número de sus ingenieros y científicos altamente especializados llevándolos a 1.200 alrededor de “Horizon Robotics”. VW, en suma, ha decidido trasladar el eje estratégico de sus actividades de Alemania a China.

El rasgo central del mercado automotriz chino es que está volcado totalmente a la alta tecnología, y se orienta con un afán incesante de innovación.

Esto sucede no solo con las grandes compañías de punta sino también con la industria de partes y componentes, aunque el motor fundamental de este afán compulsivo por lo nuevo son los consumidores, especialmente la nueva clase media china constituida por más de 500 millones de personas con ingresos comparables a los norteamericanos (US$40.000/US$55.000 anuales); y dentro de ella el segmento más joven de 18 a 29 años es el más audazmente innovador. Parece no temer a nada.

Respecto a la inversión extranjera, China ha terminado definitivamente con las “joint ventures”, y tanto VW como Tesla son compañías absolutamente de capital extranjero, al tiempo que 100% chinas.

Por eso el centro de innovación “high tech” que ha creado VW en la República Popular es una compañía denominada “100% China Tecno”, cuyos laboratorios elaboran la tecnología más avanzada del siglo XXI.

De ahí que VW caracterice a su nueva estrategia productiva con un nombre suficientemente revelador de esta nueva fase del proceso de globalización: “En China, y por China”.

La industria química alemana asumió el mismo rumbo que Volkswagen. Por eso BASF, la mayor compañía química de la República Federal y del mundo, anunció que instalará una planta más avanzada en China que su unidad originaria en Ludwigshafen, con una inversión inicial de US$10.000 millones, que prevé duplicar su producción en los próximos 5 años.

Hay que agregar que BASF experimentó en Alemania un gasto extra de 2.200 millones de euros para proveer de gas a sus plantas europeas, y cuando la Guerra de Ucrania ha disparado los costos de la energía en más de 700% en los últimos 2 años.

El núcleo determinista del capitalismo en el siglo XXI es que el eje del sistema se ha trasladado definitivamente del G-7 (encabezado por EE.UU) a China/Asia.

La industria alemana asume y protagoniza esta tendencia central de la época, en una muestra de visión histórica, lo que no es extraño en el país de Hegel y Marx.

El futuro es siempre incierto, pero el rumbo de los acontecimientos es inequívoco (“el futuro es lo esencial del presente”, dice Peter Drucker).

En términos históricos, la contienda entre EE.UU. y China está resuelta a favor de Oriente, pero esto no significa – suprema ironía – la derrota de la superpotencia norteamericana, porque China/Asia que se impone no intenta ninguna dominación mundial al estilo hitleriano, sino afirmar su condición de gran potencia global, que despliega su inmenso poderío a través del resplandor de su civilización y los logros innumerables de su economía.

En ese caso sería el “Imperio del Medio” del siglo XXI

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