Golpes, palizas y simulacros de ejecución: en los centros de detención de Jerson

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KIEV, Ucrania - Golpeaban sin descanso a los prisioneros y los torturaban con descargas eléctricas, ahogo simulado y simulacros de ejecución. Tres personas murieron bajo su custodia. Sin embargo, tal era su sensación

de impunidad, que los rusos que tomaron el control de un centro de detención en el sur de Ucrania el año pasado y lo llenaron con 200 detenidos no se preocuparon en ocultar sus identidades.

La semana pasada, la fiscalía ucraniana anunció cargos por crímenes de guerra contra cuatro miembros de la guardia nacional rusa: el comandante que dirigía el centro de detención y tres de sus subordinados. Fueron acusados en rebeldía de trato cruel a civiles y violación de las leyes de la guerra.

El caso es uno de los primeros que salen a la luz tras meses de investigaciones de la fiscalía ucraniana en la región meridional de Jerson, que las fuerzas rusas ocuparon durante más de ocho meses hasta que se vieron obligadas a abandonar por una contraofensiva ucraniana en noviembre.

Cientos de delitos

Los investigadores afirman haber descubierto cientos de delitos cometidos bajo la ocupación rusa, como ejecuciones y muertes bajo custodia, torturas, violencia sexual y palizas en las zonas reconquistadas.

Los investigadores de la región de Jerson han encontrado 11 centros de detención con cámaras de tortura donde se maltrataba a hombres y mujeres.

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Petro Zhadan, un exsoldado que estuvo detenido durante 73 días y fue fuertemente golpeado en un centro de detención en Jerson. Foto: Daniel Berehulak/The New York Times
Petro Zhadan, un exsoldado que estuvo detenido durante 73 días y fue fuertemente golpeado en un centro de detención en Jerson. Foto: Daniel Berehulak/The New York Times

Los cuatro hombres acusados de crímenes de guerra supervisaban el centro de detención preventiva del número 3 de la calle Thermal Energy, en el centro de la principal ciudad de la región, Jerson. Algunas de las víctimas ayudaron a identificarlos a partir de fotografías de la unidad de la guardia nacional rusa que se hizo cargo del centro de detención el verano pasado.

Dos hombres y una mujer murieron en el centro, según los investigadores. Los hombres habían sido golpeados y a los tres se les había negado atención médica, dijeron los investigadores, añadiendo que 17 detenidos dijeron haber sido sometidos a tortura sexual con descargas eléctricas en los genitales.

Los acusados


Los cuatro rusos acusados son el coronel Aleksandr Naumenko, de la ciudad meridional rusa de Rostov del Don, Aleksandr Bocharov, de la región de Krasnodar, Anver Muksimov, de Stávropol, y Aleksandr Chilengirov, de la región de Orenburgo.

La guardia nacional fue creada en 2016 por el presidente Vladímir Putin para consolidar las distintas unidades del Ministerio del Interior de Rusia. La guardia nacional, que está separada de las fuerzas armadas, es responsable de la seguridad interna y responde directamente al presidente.

Roman Shapovalenko, un trabajador agrícola que también fue torturado con descargas eléctricas. Foto: Daniel Berehulak/The New York Times
Roman Shapovalenko, un trabajador agrícola que también fue torturado con descargas eléctricas. Foto: Daniel Berehulak/The New York Times

Los investigadores dijeron que habían identificado la unidad de la guardia nacional utilizando información del servicio de inteligencia de Ucrania, intercepciones telefónicas y testigos. Gran parte de la violencia fue gratuita y se aplicó durante los interrogatorios para forzar confesiones, escribió Andriy Kostin, fiscal general de Ucrania, en un post de Facebook sobre el caso de Jerson.

Se "sacaron a golpes confesiones de personas sobre cosas que no habían hecho", escribió, comparando los métodos con los de la policía secreta durante las purgas de José Stalin.

Oleksii Sivak, marino ucraniano de 38 años que se convirtió en activista durante la ocupación, pintando banderas ucranianas, símbolos nacionales y grafitis por la ciudad de Jerson, fue detenido en agosto; sufrió palizas y descargas eléctricas, incluso en los genitales, durante los interrogatorios. Pudo identificar al menos a uno de los hombres acusados.

"Cada pregunta iba seguida de una descarga eléctrica o un puñetazo", declaró en una entrevista en Kiev. "Si te caías al suelo por la descarga eléctrica, te daban una patada y te volvían a sentar en la silla".

Oleksii Sivak, un marinero que se convirtió en activista y fue torturado con descargas eléctricas y palizas. Foto: Daniel Berehulak/The New York Times
Oleksii Sivak, un marinero que se convirtió en activista y fue torturado con descargas eléctricas y palizas. Foto: Daniel Berehulak/The New York Times

Las descargas se prolongaban durante aproximadamente una hora, con sólo descansos de 30 segundos, dijo. "En cuanto entrás, empiezan a hacerlo y lo hacen por turnos en esta máquina dinamo", dijo. "Había un hombre haciendo preguntas y hombres que torturaban".

En un momento dado, alcanzó a ver a sus interrogadores cuando le quitaron un gorro tejido que le cubría los ojos y le pusieron una pistola en la cabeza para forzarlo a confesar.

"En ese momento vi a dos guardias y a dos agentes de los servicios de inteligencia que me sacaron de mi casa", recuerda. Todos llevaban pasamontañas, dijo, al igual que el coronel a cargo del centro de detención.

Pero el guardia que lo escoltó hasta la cámara de tortura no se molestó en llevar máscara, dijo Sivak, y pudo identificarlo por las fotografías.

El vecino de Sivak, Roman Shapovalenko, de 38 años, que fue detenido el mismo día, dijo en una entrevista que había sufrido descargas eléctricas y golpes que le quebraron las costillas.

En una ocasión, sus torturadores lo apuñalaron en la pierna y saltaron sobre su pecho, y perdió el conocimiento varias veces mientras le practicaban el ahogamiento simulado. En otra ocasión, sus torturadores le arrancaron el gorro que ocultaba sus ojos y lo obligaron a sujetarse él mismo los cables a los genitales. Vio al menos a tres personas en la sala, pero todas llevaban pasamontañas.

Shapovalenko dijo que la tortura más dolorosa había consistido en descargas eléctricas en los lóbulos de las orejas. "Tenés destellos como relámpagos en los ojos", dijo. "No pude dormir durante tres días". Bromeó con sus compañeros de celda diciendo que había conseguido una conexión wi-fi y que veía pasar ante sus ojos videos de YouTube y películas de guerra.

Uno de los compañeros de celda de Shapovalenko, un hombre de unos 50 años llamado Ihor, murió a causa de las crueles palizas recibidas, según declaró.

Ihor fue interrogado durante tres o cuatro días, y después de devolverlo a la celda, los guardias rusos le ordenaron que escribiera una declaración y lo despertaban continuamente para impedir que durmiera. Al cuarto día lo dejaron dormir, pero ya era demasiado tarde y murió esa misma noche.

"Nunca leyeron su testimonio", dijo Shapovalenko. "Todos pensábamos que acabaríamos así".

Otro hombre, Serhii Ruban, de 42 años, consultor de ventas, también murió en el centro de detención, según establecieron los fiscales. Su madre, Nina Ruban, de 70 años, dijo que lo vio con vida por última vez cuando fue detenido el 12 de junio. Seis días después, le comunicaron en el cuartel general del ejército que su único hijo estaba muerto.

Dos testigos vieron cómo lo golpeaban fuertemente en el pasillo y en el interior de su celda, según los fiscales, y un tercer testigo trasladó su cadáver a la morgue.

Los investigadores encontraron su cuerpo entre los restos de una fosa común y, en febrero, su madre lo identificó por un tatuaje en los nudillos. Tenía varias costillas fracturadas, lo que no le dejaba ninguna duda de que lo habían matado a golpes.

"Estaba destrozado", dijo llorando.

c.2023 The New York Times Company

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