Juntos por el Cambio: Larreta quiere de aliado a uno de los dirigentes que más lo perjudicó

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En la lógica de construcción política de Horacio Rodríguez Larreta, dos palabras se repiten como karma en la campaña: "plata" y "gestión". El jefe de Gobierno y su equipo presumen que en

esos dos pilares se apoyará un eventual triunfo en la interna presidencial contra Patricia Bullrich. Por eso a algunos observadores les hace ruido el impulso repentino de incorporar ahora a Juan Schiaretti como socio electoral. El gobernador cordobés fue una de las llaves aliadas que usó el Frente de Todos para sacarle "plata" a Larreta y afectarle la "gestión". De ahí la pregunta: ¿Lo del alcalde porteño es audacia o desesperación?

Vale recordar el proceso para entender la profundidad del daño. A fines de junio del 2020, cuando en la Argentina sólo se hablaba de coronavirus y Alberto Fernández y Larreta gozaban de una inédita popularidad, Cristina Kirchner anticipó su primera jugada electoral pensando en el 2023.Lo contó entonces Clarín. A la vicepresidenta le llegaban encuestas que mostraban al jefe de Gobierno con números altísimos en la provincia de Buenos Aires y por eso le pidió al presidente que deje de tratarlo de "amigo".

Fernández cumplió con creces, con una jugada de billar. En una conferencia de prensa inesperada, junto a intendentes oficialistas pero también del PRO, anunció en septiembre de ese año que le quitaría fondos a la Ciudad para dárselos al gobernador Axel Kicillof, por entonces agobiado por un reclamo salarial de la Policía bonaerense que no podía resolver.

Fue una bomba que detonó la sociedad tácita entre Fernández y Larreta, y que el kirchnerismo decidió jugar al extremo, presentando un proyecto en el Congreso nacional. Sin mayoría en Diputados, allí apareció la mano amiga de Schiaretti. El Gobierno consiguió aprobar la iniciativa anti Larreta con los números justos (129 a favor), gracias a cuatro diputados que respondían al gobernador cordobés.

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Casi todos los medios hablaron entonces de apoyo "sorpresivo" del cordobés. Pero había un antecedente cercano y acaso más polémico, no por un daño a Larreta sino por el apoyo a un investigado empresario K. En julio de ese año, los cuatro diputados que respondían al mandatario cordobés habían avalado con su voto una cuestionada moratoria a favor de Cristóbal López.


Sin plata para la gestión

En cuanto al daño a la gestión porteña por el recorte, fue inmediato y palpable, a razón de unos 400 millones de pesos por día que dejaba de recibir automáticamente desde Nación. El caso generó una presentación en la Corte Suprema, que ya tuvo un amparo a favor del distrito porteño pero que el Gobierno aún no efectiviza. Queda por resolver la cuestión de fondo.

Ya entonces la necesidad de atender la pandemia había obligado a la Ciudad a rearmar su presupuesto. La poda de fondos desde Nación puso a la mayoría de los ministerios de CABA, salvo al de Salud, en modo supervivencia. Eso se notó y aún nota en las calles: el ritmo de obras y la calidad de los servicios bajaron sensiblemente; en paralelo, claro, a un generalizado deterioro de la situación social, que aportó a un nuevo (y menos glamoroso) paisaje porteño.

Ni siquiera alcanzó con la medida que contrapuso Larreta y que también iba en contra de sus ejes de campaña: para compensar el recorte de la coparticipación, les aumentó un impuesto a los porteños a través de los gastos con tarjeta de crédito. 

Semejante herida ameritó preguntas de la prensa al jefe de Gobierno en las últimas horas. ¿Cómo es eso de que quiere de socio al gobernador que ayudó a perjudicar a los porteños? En modo electoral, Larreta intentó zafar con la teoría de la otra mejilla: en política, el ejercicio del olvido puede ayudar a buscar una solución superadora.

Es cierto que desde que blanqueó sus deseos de ser presidente, el jefe de Gobierno abonó "la teoría del 70%". Dice más o menos así: para hacer las reformas profundas que necesita el país, hará falta un apoyo que exceda a Juntos por el Cambio, y por eso hay que sumar aliados.

Allí vuelve a aparecer con cierta lógica el nombre de Schiaretti. Pero en el plan original, al menos el que el propio Larreta transmitía en charlas privadas, la suma de estos socios externos debía darse pos elección. Como mucho, previo al balotaje. Por eso llama la atención el apuro. Ni siquiera cerraron las alianzas.

Las dos hipótesis


Dos informaciones/hipótesis. Una, más cercana a los anti Larreta, sostiene que la jugada es un manotazo desesperado del jefe de Gobierno, preocupado por una eventual caída contra Bullrich en la interna. La otra, del larretismo, afirma que se busca sacudir a Juntos, porque con los halcones no alcanzaría para vencer al Frente de Todos y Javier Milei y hay riesgo de quedar afuera del balotaje. 

Desde ambas veredas hay una coincidencia: calendario en mano, vislumbran complicado el ingreso de Schiaretti a Juntos de cara a las PASO del 13 de agosto. Debería haber una formalización antes del cierre de alianzas, el 14 de junio, y una ratificación en la inscripción de candidaturas, el 24. Con un detalle: el 25 es la elección en Córdoba, donde Juntos y el PJ cordobés que responde al gobernador son rivales.

Una alta fuente que sigue la negociación hora a hora, aporta un nombre: "Detrás de esto está (Guillermo) Seita, el consultor que trabaja para Horacio y el Gringo. Puede ser que busque ayudar al Pelado, pero sobre todo a Schiaretti. Con esto puede ayudarlo al gobernador a ganar Córdoba, por el quilombo que genera en Juntos, y de paso le da una salida digna a nivel nacional".

Las vueltas de la política: se trata del mismo consultor que en 2019 auspiciaba un armado por fuera de la grieta con Schiaretti, Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey y Miguel Angel Pichetto. Tras prestar sus oficinas como foto de presentación, vio fracasar la idea cuando Massa se fue con el Cristina y Pichetto con Macri.

Con distintos actores, vuelven a ensayar la misma obra. ¿Esta vez habrá estreno?

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