Malena Solda: la historia de una Chica "casi" Bond

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Malena Solda es -y se asume- un poco productora de su vida. Pero esa cualidad resolutiva y organizada -aptitud de la que admite no abusar demasiado “porque me quita mucha energía”-

es apenas un rasgo que define a la actriz y docente teatral: cara visible de los hitos dorados de la tevé y con sólido historial en los escenarios.

“Soy una persona que genera. Que enseguida está en movimiento”, le dice a Clarín -en el marco de su retorno a la pantalla chica y al teatro-, descontando el ocio como estado natural: “Me cuesta. Siempre estoy viendo qué hago, cómo hago para conseguirlo, qué autor es interesante o qué puedo leer”.

Y, en esa búsqueda, a veces como capitana (también es directora), la intérprete que compone a Ethel, una villana no tan villana en Argentina, tierra de amor y venganza 2 (a las 23, or El Trece), advierte el cambio. “Es un momento de transición entre la televisión convencional y las plataformas, en la forma de producir. Donde se están acomodando las piezas de nuevo, porque en el medio también estuvo la pandemia y eso lleva un tiempo”, dice antes de salir rumbo al teatro Regina.

Malena Solda e Inés Estévez forman una de las cuatro duplas de "Plagio". Y cuentan una fogosa historia de amor.
Malena Solda e Inés Estévez forman una de las cuatro duplas de "Plagio". Y cuentan una fogosa historia de amor.

Allá la espera Inés Estévez para compartir el escenario de Plagio, la novedad teatral de José María Muscari con elenco “a la carta”.

De qué va la obra

“El gran tema son los vínculos y el amor”, enmarca sobre el disparador de la trama que, con cuatro versiones de una misma historia (el público elige qué dupla ver) -y funciones escalonadas de viernes a domingos-, abre más de un interrogante al respecto.

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“La obra dura lo que tiene que durar, tiene humor para aflojar la tensión y diversos recursos visuales que ayudan a que sea llamativa. Es algo diferente a lo que me suelen pedir los directores, también. Porque se sabe que soy una actriz que puede decir textos más complejos, entonces siempre es: 'Llamémosla para hacer un clásico'. Lo de Muscari es lo opuesto a estar encasillado en algo”, subraya.

-Se lo escuchaba decirte entre camarines: “Ahora se acabó tu vida del Teatro San Martín”.

-Sí (se ríe). Igual no. ¡Espero que no! Me hace bromas todo el tiempo con eso...

"Ahora se acabó tu vida del Teatro San Martín", la chicanea, con humor, Muscari, su nuevo director.
"Ahora se acabó tu vida del Teatro San Martín", la chicanea, con humor, Muscari, su nuevo director.

-¿Cómo te relacionás con el concepto del amor, el hilo que conduce la obra?

-Es fundamental, en todas sus formas. El de pareja, el de madre hijo, el de las amigas. Hacia mi mamá. Es uno de los pilares que me sostienen, tal vez el más importante.

-¿Cambia la ecuación que la gente los elija, considerando que tiene otras opciones, dentro de un mismo elenco?

-Es raro. No lo sé todavía. Es una sensación diferente. Me gusta escuchar a mis compañeros que dicen el mismo texto que yo, de otra manera. Con Inés tenemos muy buena relación y esa verdad se ve en escena. Fue un factor importantísimo que estuviera ella para que dijera sí, además del director. Con Inés nos habíamos cruzado en Verdad consecuencia, hace muchos años, pero no más que eso.

El regreso a las ficciones de Polka

En TV, Solda es Ethel, la esposa del empresario teatral Horacio Hillis (Juan Gil Navarro).
En TV, Solda es Ethel, la esposa del empresario teatral Horacio Hillis (Juan Gil Navarro).

-¿Hubo reencuentros también en "ATAV 2", con caras que no frecuentabas desde esas épocas doradas de la tele?

-Sí, claro. Con Matías Santoianni. ¡Hermoso reencuentro! No trabajábamos juntos desde Gasoleros, en el '98. Así que, imaginate. Somos otras personas...

-¿Cómo te recordaba él?

-No sé, habría que preguntarle. En ese momento no grabábamos tanto juntos, pero lo recuerdo a él muy alegre, con mucho disfrute y yo también, pero más cauta. Más buscando un lugar, en un éxito que era tremendo. Pero con más cuidados.

-Pisando despacito...

-Sí, más cauta. Y cuando vas creciendo te vas afirmando y ya no te asustan tanto ciertas cosas. Creo que tenía que ver con el miedo al ridículo.

-¿Rechazaste muchos trabajos por eso?

-Sí, seguramente hubiese corrido más riesgos. Pero, con el diario del lunes, todo el mundo es Gardel. Tenía que conocerme como actriz. Y era mucho de cargarme mis propias expectativas, y un poco de los demás, también.

-¿Sos vulnerable a la mirada del otro?

-Hoy no. Ya aprendí cuáles son mis parámetros. Y, si la mirada del otro entra dentro de eso, lo tomo. O digo: ésa es tu opinión, pero no es lo que yo busco.

Mano a mano con Daniel Craig

-Pero te animaste a hacer el casting para la “Chica Bond”...

-Sí, buscaban una latina, porque el personaje era originalmente de Bolivia. Y entre no sé cuántas actrices que hicimos casting quedé entre las 3 finalistas. Viajé a Londres, hice la prueba de cámara con Daniel Craig, conocí al director, la productora y finalmente... pegó en el palo y no entró. Yo pensaba: se equivocaron. “¿Cómo que quieren que sea una Chica Bond si yo soy una actriz de texto?”. Pero ya que estoy en esto, mejor me divierto...

-¿Todavía te divertís?

-Sí, mucho. También hay una parte donde registro los nervios, pero me divierto al mismo tiempo. Si yo no disfruto, el público no disfruta.

Ethel y Horacio, una pareja de los '80, con el marco del teatro de revistas.
Ethel y Horacio, una pareja de los '80, con el marco del teatro de revistas.

-¿Cuándo lo entendiste?

-Cuando estudié en Londres (hizo un posgrado en teatro clásico en LAMDA, London Academy of Music & Dramatic Arts). Teníamos un profesor que nos decía: 'Cuando estén entre patas -antes de salir a escena- respiren, disfruten, enjoy, enjoy, enjoy'. Y yo me lo repetía.

-¿Hoy podrías irte una temporada afuera o tenés una dinámica familiar muy anclada acá?

-Tengo una dinámica muy anclada a la Argentina, pero también tengo una pareja que me apoya y con la que siempre hablamos esto. Nos decimos: 'Si se llegara a dar algo así, primero decís que sí y después vemos cómo nos arreglamos, porque nos arreglamos'.

Y viaja para atrás: “Mi papá trabajaba en Rusia y viajaba asiduamente a Moscú. Y mi mamá, escritora y profesora, trabajaba en una línea aérea, así que los pasajes de avión no eran un problema. Uno de mis hermanos fue a vivir a Milán cuando era joven y mi otro hermano, cada vez que podía, viajaba por el mundo varios meses. Era parte de los valores de la familia”.

El reencuentro de los "chicos" de Montaña rusa, la tira juvenil que en 2024 cumple 30 años.
El reencuentro de los "chicos" de Montaña rusa, la tira juvenil que en 2024 cumple 30 años.

Retomar el circuito televisivo, ese espacio familiar al que cada tanto vuelve, le marca ahora que no es la misma tele en la que ella hizo escuela: “Yo arranqué en un momento en el que los canales producían. Después lo hicieron productoras como Polka, la de Sebastián Ortega o Gastón Portal. Ahora son las plataformas”.

Malena & la TV

-¿Te costó involucrarte en proyectos que ameriten tu vuelta a la ficción?

-Un poquito, sí. Pero está bueno, porque cada modelo de producción de plataformas hoy trae sus propias formas de contar historias.

Solda en "Soy gitano", junto a Arnaldo André, Osvaldo Laport y Antonio Grimau.
Solda en "Soy gitano", junto a Arnaldo André, Osvaldo Laport y Antonio Grimau.

-Vos empezaste en otra tele y volvés a una que hoy la tiene muy difícil...

-Sí. O que sencillamente no prioriza la ficción.

-¿Te preocupa que no lo haga?

-Sí, me preocupa. Me da pena también. Porque los autores, las directoras y directores, las actrices y los actores son parte de nuestro patrimonio cultural también como sociedad. Además, no necesariamente implica muchísimo dinero. Simplemente necesitás un buen libro, buenos actores y buen director o directora. Todo lo demás, el decorado, es secundario.

Y propone: “Se podrían buscar formatos nuevos, que no impliquen un gasto extraordinario. En los años '80, en Gran Bretaña, un dramaturgo, Bennett de apellido, escribió Las cabezas que hablan (Talking Heads), un programa de monólogos de grandes actrices frente a cámara. ¿Y cuánto pudo haber costado? Tal vez, hay que ponerse más creativo desde el libro. Lamento que no sea la prioridad, pero son ciclos y esperemos que pase", reconoce.

"Porque la ventaja de que produzcan los canales es que tomamos la decisión nosotros, también, sobre qué, cómo y cuándo, mientras en plataformas hay dos millones de filtros que uno no conoce y la decisión se toma externamente a las cuestiones artísticas", explica, metida en situación.

-"ATAV 2" es la única tira argentina al aire y los números no acompañan. ¿Por qué no funciona si la gente pedía tanto la vuelta de la ficción?

-Eso no lo sé. Es muy difícil saber por qué algo tiene éxito y por qué no. Si tuviésemos la fórmula todo sería un éxito. Tampoco creo que sea tan así, que no lo mira nadie. Porque todo el mundo me habla de Ethel (su personaje, esposa de un empresario teatral). Tal vez el canal espera una cantidad de rating para poder cobrar una tanda publicitaria a cierto valor. Pero, hoy en día, la gente no la mira solo en el aire. Lo hace cuándo y dónde quiere y esos números no cuentan para ellos. Pero hay público también ahí.

-Sin contar los volantazos de horario, que no ayudan y la gota que rebalsó el vaso: el recorte de escenas.

-Me comunicaron del canal que eso ya no iba a pasar. Es más, ni me había enterado. Cuando nos dijeron que ya no iba a pasar, ahí me enteré que estaba sucediendo. Yo tuve mucha suerte con las ficciones que hice: Verdad consecuencia, Gasoleros, Buenos vecinos, Soy gitano, Los ricos no piden permiso, Mujeres asesinas, Cuéntame cómo pasóMontaña rusa, que el año que viene cumple 30 años.

-¿Creés que la grilla actual, con puro reality y lata turca, refleja lo que la gente quiere consumir?

-Sí, creo que la gente quiere que le hagan compañía. Muchos jóvenes ponían Gran hermano y hacían otras cosas con eso de fondo. Y la vida de esos personajes, adentro de esa casa, los acompañaba. Como si estuviera la radio. Eso mismo lo puede hacer la ficción, pero hoy cubren ese lugar las novelas turcas, que son melodramas en el estilo más tradicional.

-¿Vos encontrás compañía en la tele?

-A veces la pongo. Cuando estoy cansada y no quiero mirar algo en una plataforma, porque me implica estar más activa como espectadora... Me pasó, durante el verano, los sábados a la noche, de quedarme mirando programas en Volver. Matrimonios y algo más o Mujer, mujer, libérate', con Mirta Busnelli, un hallazgo.

-Decías que todo el mundo te habla de Ethel: una mujer de avanzada para la época, siendo productora en los '80, y encima tan plantada.

-Me parecía importante marcarlo. Porque el personaje también se define en sus vínculos alrededor. No sólo con el marido, sino con las vedettes, con roles más livianos. Y me gustó ponerla en otro lugar, ya que no son todas las mujeres iguales. También con sus rasgos humanos y vulnerabilidad, porque mostrar matices es más creíble.

Y, con un máster en ficciones de época, comparte: “Soy de tomar cosas de novelas que haya leído, películas o situaciones que observo en un escenario. Cuando grabamos ATAV, yo estaba haciendo Julio César y observaba mucho a Moria Casán y ahí encontré material”.

-¿Hoy podés verte en una escena de "Montaña rusa" después de casi 30 años? Siempre está el comentario de: “No le pasa el tiempo”.

-(Se ríe) Sí, pasa el tiempo, pero me da ternura ver desde dónde trabajaba, desde la intuición y el juego. Que hoy en día sostengo, pero ahí era inconsciente.

Figura desde los 16, Solda experimentó otra montaña rusa: la de la fama prematura. “En otra época eran las revistas y es parte del juego, pero no me siento más actriz porque salga o no en una tapa. Obvio que ayuda a tener un montón de likes y seguidores, pero no es lo más importante. Nunca lo fue en mi vida”, dice y, aún en la era de redes, planta bandera: “No expongo mi vida porque no me siento cómoda con eso. No me hallo. No me da libertad, todo lo contrario. Soy muy discreta”.

-Pero tenés redes sociales.

-Sí, pero trato de no exponer a mi familia. Me dan un poco de impresión esos límites que están borrosos entre la vida privada, lo público y lo íntimo. Mostrar la intimidad al mundo no me parece que esté bueno.

Y, tajante con las ventanas de su intimidad, reflexiona: “Entiendo el morbo o la necesidad, pero no todo tiene que estar compartido todo el tiempo. Mi hijo (Teo) es chico, pero me parece importante que ya entienda lo que implica la exposición, porque de adolescente, si no, puede ser muy dañino, con la vulnerabilidad que eso conlleva”.

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