Qué nos pasa cuando vemos a Thelma Fardin actuar

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La propuesta es ver a Thelma Fardin en otro papel. Una figura mediática que conocemos por razones muy alejadas de los escenarios. Verla en clave de ficción. Actriz, cantante, activista. Saber qué provoca. Si es

posible que uno advierta al personaje detrás de la persona que acusó, denunció y sufrió públicamente.

Saber si podremos encontrarnos con la mujer que se pone en la rol de la joven amante de un político (César Bordón) o si ni por un segundo podremos despegarnos de la chica del juicio por violación a Juan Darthés.

Thelma Fardin protagoniza una de las cuatro puestas maquiavélicas de la última faena de José María Muscari. Plagio, así se llama la obra, son cuatro duplas que interpretan, en el Teatro Regina, una misma historia de amor y parejas "prohibidas".

Cuatro elencos distintos haciendo la misma pieza. O sea, cuatro elencos compitiendo por un mismo público. Parejas de actores que pueden ser más convocantes que otras y, quién sabe, estén dirimiendo una PASO para saber cuál llegará a Villa Carlos Paz el próximo verano.

Thelma Fardin y César Bordón, una de las cuatro parejas que interpretan la misma obra, "Plagio".
Thelma Fardin y César Bordón, una de las cuatro parejas que interpretan la misma obra, "Plagio".

Escrita por Mariela Asensio y Muscari, Plagio, en todas sus versiones, está protagonizada por: Inés Estevez, Malena Solda, Esther Goris, Nicolás Riera, César Bordón, Thelma Fardin, Diego Ramos y Nicolás Pauls.

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Presidente y amante

En cada función, una dupla hace la misma obra, pero con variaciones de género. La trama pasa por un candidato a presidente/a (interpretado por Estévez, Goris, Bordón, Ramos) y la relación con sus amantes (Pauls, Fardin, Riera y Solda).

El juego de la silla, según se mire, puede resultar hasta más interesante que la obra en sí. Elegimos domingo a las 21.30, porque en el afiche leemos que ese era el turno de Fardín. Hay promociones, nos cuenta Muscari: por ejemplo, si te gusta la versión de Bordón-Fardín podés ver, a precio más conveniente, otra de las puestas. Como una cuponera para ir pasando de un Plagio a otro.

La escenografía es la de un departamento en Puerto Madero. Bien de teatro moderno, hay una pantalla donde se van a proyectar frases y superponer imágenes de la pareja en locaciones al aire libre.

Thelma Fardin y César Bordón en "Plagio", la novedosa propuesta teatral de José María Muscari. Foto Prensa
Thelma Fardin y César Bordón en "Plagio", la novedosa propuesta teatral de José María Muscari. Foto Prensa

Bordón es un político que aspira a ser presidente y Fardin, la amante y joven asesora. Un hombre grande con una mujer mucho más joven. Una figura poderosa (en este caso, un futuro presidente) y una chica que bien podría ser su hija. Muscari juega al límite. Por un momento la obra tiene algo de de las dramatizaciones de Chiche Gelblung.

Uno piensa en la Fardin actriz y debe ser tremendo para ella. Hagan el ejercicio de googlear su nombre: nunca está vinculada a su oficio. Ni una vez. A esta altura de su protagonismo social, hasta debería ser obligatorio ver Plagio sólo para saber que es verdad, que Fardin actúa y que hasta tiene unas líneas de diálogo graciosas. No es un dato menor: por primera vez podemos verla y reírnos de ella, y con ella.

Los actores entran por la platea. Así empieza Plagio. Tenemos a Fardin a tres metros y medio, sobre el pasillo. Pasa por nuestra fila y mira con sensualidad. Entendemos que ella es la mujer fatal de la comedia.

Carisma y belleza

Impacta Fardin. Hay sin dudas un carisma que no sabríamos bien cómo definir. Y hay una belleza, pero una belleza que, por suerte, no es como la de la China Suárez. Mientras una es perfecta, indiscutiblemente hegemónica y, por ende, lejana, la otra se muestra -y literalmente- de una manera real y para nada platónica: la mujer que llama la atención en el andén del subte o en la fila de un Pago Fácil.

Thelma Fardin, en Plaza Congreso. Marcha de Ni Una Menos. Foto Juano Tesone.
Thelma Fardin, en Plaza Congreso. Marcha de Ni Una Menos. Foto Juano Tesone.

Somos de los que jamás vimos Patito Feo y de los que conocimos a Fardin en diciembre de 2018 cuando, junto al colectivo Actrices Argentinas, denunció públicamente un abuso sexual agravado a manos de un galán famoso.

A partir de entonces, Fardín es tema de conversación en miles de charlas y sobremesas. El caso Darthés tuvo un fallo hace menos de 30 días, cuando un tribunal brasileño absolvió por "falta de pruebas" al actor.

La noticia está demasiado fresca y a uno se le cruza por la cabeza lo difícil que debe ser jugar a la amante sarnosa que te propone Muscari, mientras tu vida privada se polarizó en la opinión pública y se metió, también, en una grieta peligrosa.

Pero Fardin parece fuerte y lo subraya con un personaje típico de película de pareja despechada que sabe odiar. La ves parada ahí con mucha integridad, como diciéndose todo el tiempo “el show debe seguir”. En pandemia la habíamos cruzado en un película floja, Giro de Ases (Sebastián Tabany, 2020), donde ella nos había parecido lo más pasable dentro de las limitaciones del guion.

Pero había que sentirla en vivo y en directo. Sólo el teatro da esa posiblidad. Fardin y Bordón actúan a lo largo de una hora y media casi. La actriz se muestra demasiado enfática, como si le hiciera falta subrayar una presencia extra de sí misma. Fardin, la Fardin que vemos en la hoguera de nuestra imaginación, parece interpretar como para escaparse del infierno que carga sobre sus espaldas.

Gena Rowlands, la actriz fetiche de John Cassavetes que Fito Páez inmortaliza en una canción, dice que no importa cuánto puedas meterte en un personaje, el alma de los actores se ve en todo momento.

Muscari estrenó "Plagio", una innovadora puesta en escena escrita junto a Mariela Asensio.
Muscari estrenó "Plagio", una innovadora puesta en escena escrita junto a Mariela Asensio.

De Muscari hemos visto cosas extraordinarias como el biodrama protagonizado por Noemí Alan, donde el director ensayaba, comercialmente, las mismas habilidades para el teatro documental que una Vivi Tellas o Lola Arias. Acá Muscari es como si hubiera relajado su célebre modo disruptivo y se lo advirtiera más satisfecho y emocionado con el chiste de la simultaneidad de acciones.

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