Con la reunión entre Blinken y Xi Jinping, China y Estados Unidos comenzaron una nueva etapa de "deshielo"

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Fueron apenas 35 minutos cara a cara, pero alcanzaron para comenzar un sendero de distensión entre Estados Unidos y China, ante un vínculo muy complicado entre las dos superpotencias. El secretario de

Estado Antony Blinken se reunió este lunes en Beijing con el líder chino Xi Jinping, en un encuentro en el que ambos gobiernos trataron de sacar las relaciones de un profundo congelamiento que generó una gran preocupación mundial.

Blinken y Xi se reunieron en el Gran Salón del Pueblo, el gran edificio situado en el lado oeste de la plaza de Tiananmen donde el líder chino suele recibir a los jefes de Estado.

Antes, el estadounidense había mantenido encuentros con otros funcionarios chinos y la cita con Xi no estaba en la agenda oficial del jefe de la diplomacia estadounidense, por lo que el cara a cara transmitió una señal conciliadora por parte de Beijing.

Xi dijo a Blinken al comienzo de su cita que las interacciones entre Estados “deben basarse siempre en el respeto mutuo y la sinceridad” y subrayó su “esperanza” de que la visita del representante estadounidense implique “hacer contribuciones positivas para estabilizar las relaciones” bilaterales.

El saludo entre Blinken y Xi Jinping en Beijing. Foto AP
El saludo entre Blinken y Xi Jinping en Beijing. Foto AP

Blinken dijo que sus conversaciones con Xi y otros altos funcionarios chinos fueron “muy sinceras, muy profundas" y "constructivas" y que su viaje había sido “un paso positivo" en el objetivo de gestionar “de forma responsable” la relación bilateral. “Estaba claro que la relación se encontraba en un punto de inestabilidad y ambas partes reconocíamos que había que estabilizarla”, señaló.

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Las palabras y los gestos


Blinken dijo a Xi que el gobierno de Estados Unidos se comprometía a gestionar de forma responsable sus relaciones con China, según un comunicado del Departamento de Estado.

"Es en interés de Estados Unidos, en interés de China y en interés del mundo", afirmó.

Xi dijo a Blinken que China "respeta los intereses de Estados Unidos y no desafiará ni reemplazará a Estados Unidos", y que Washington "también debe respetar a China y no dañar los derechos e intereses legítimos de China", según una lectura publicada por la emisora estatal oficial CCTV. Destacó los “avances y terrenos de entendimiento en varios puntos específicos” y calificó los progresos como “una buena cosa”.

Blinken dijo que había cumplido "todos los objetivos del viaje", que eran "establecer canales directos de comunicación, abordar temas de preocupación y explorar la cooperación en temas de interés mutuo", entre los que citó el clima, la estabilidad económica global, la salud, la lucha contra el tráfico de fentanilo y los intercambios "pueblo a pueblo".

Sin embargo, Blinken reconoció que siguen existiendo diferencias clave en temas centrales, y los diplomáticos estadounidenses no lograron forjar un acuerdo con Beijing para reabrir los canales militares a militares, un objetivo clave de su viaje.

Un noticiero de la TV china muestra imágenes de la reunión de Blinken con Xi Jinping, en una pantalla gigante frente a un centro comercial en Beijing. Foto AFP
Un noticiero de la TV china muestra imágenes de la reunión de Blinken con Xi Jinping, en una pantalla gigante frente a un centro comercial en Beijing. Foto AFP

"China no ha acordado seguir adelante con eso. Es un tema en el que tenemos que seguir trabajando", dijo a periodistas en una conferencia de prensa en Beijing después de sus reuniones.

Durante las semanas previas a la visita, los funcionarios estadounidenses enfatizaron la importancia de esos enlaces de comunicación para evitar que los accidentes se conviertan en una confrontación militar, particularmente las recientes llamadas cercanas entre aviones y barcos en el Mar del Sur de China y el Estrecho de Taiwán.

A pesar de las diferencias, los resultados son positivos. La reunión con Xi fue la culminación de una serie de encuentros de alto nivel con otros funcionarios chinos como Wang Yi, el principal funcionario de política exterior de China, y el ministro de Relaciones Exteriores, Qin Gang, y al menos puede detener la espiral descendente en las relaciones bilaterales. Qin también aceptó una invitación para visitar Washington.

Tanto Xi como el presidente Joe Biden se han visto sometidos a una creciente presión por parte de otros líderes mundiales para que moderen las posturas cada vez más polémicas de sus naciones entre sí.

Cualquier conflicto armado entre Estados Unidos y China, ya sea por Taiwán, la isla independiente de facto que Beijing reclama como su territorio, u otra disputa, se considera potencialmente catastrófico porque los protagonistas son las dos mayores economías del mundo, son potencias nucleares y dominan las tecnologías avanzadas y otras industrias críticas.

La misión tiene lugar cuando las relaciones bilaterales se han desplomado a su punto más bajo en décadas.

Las tensiones se dispararon en febrero, cuando el Pentágono anunció que un globo de vigilancia chino atravesaba a la deriva el territorio continental de Estados Unidos -lo que llevó a Blinken a cancelar un viaje inminente a Beijing- y luego ordenó a los cazas estadounidenses que lo derribaran.

Las relaciones se tensaron aún más a finales de febrero, cuando Blinken se enfrentó a Wang en la Conferencia de Seguridad de Munich para decirle que Washington creía que China estaba considerando dar apoyo letal a Rusia para su guerra en Ucrania.

China respondió congelando algunos intercambios diplomáticos importantes e intensificando la retórica antiestadounidense.

Tras la reunión con Xi, Blinken dijo que habían hablado sobre Ucrania y que los líderes estadounidenses y europeos "aprecian" las garantías de China de que no está proporcionando asistencia letal a Rusia y dio la bienvenida a la participación de Xi en poner fin a la guerra en Ucrania. El tono esperanzador contrastó con el pesimismo de larga data de los funcionarios estadounidenses de que China apoya a Rusia en el conflicto.

Los objetivos​


Consultado por Clarín, Evan Ellis, profesor e investigador del Instituto de Estudios Estratégicos del Colegio de Guerra del Ejército de los Estados Unidos y experto en la relación con China, dijo que “parece que se han logrado los objetivos mínimos de ambos lados, en mantener un espacio en que los EE.UU, y China podrían limitar el peligro de una escalada de tensión y también crear una base para seguir colaborando en un grupo limitado de temas de interés mutuo”.

Destacó que “se notaba que China había bajado su discurso hostil. El presidente Xi calificó la visita como “buena” aunque no inhibió su muestra de soberbia invitando a los EEUU a “reflexionar profundamente” para “respetar” a China en sus intereses internos (por ejemplo su “derecho” encarcelar a su población Uigur y eliminar su cultura, o intimidar y amenazar para acabar con la autonomía de Taiwán)”.

En lo que respecta a EE.UU., señaló Ellis, “la administración Biden quiso reestablecer el diálogo, y parece que este objetivo se puede lograr con visitas programadas de la Secretaria del Tesoro Janet Yellen y la Secretaria de Comercio, Gina Raimondo, en los meses siguientes, aunque no quedan claro los canales diálogo militar, esenciales en una crisis”.

En cuanto al futuro, afirma el experto, “la reunión podría limitar, por ahora, el incremento de la escalada retórica, ayudando a la estabilidad, aunque todavía no hay indicios de una base que sintetice la confianza que pueda permitir la participación de empresas chinas en la arquitectura tecnológica occidental, o que los EE.UU. dejen de reclamar la encarcelación de los musulmanes Uighurs”.

“Espero por ahora, un tono mejorado, y más dialogo entre lideres de varios niveles, pero no veo que haya cambiado lo fundamental. China va a seguir con sus objetivos”, afirmó.

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